"Desde 1984 me preguntan en la Argentina cómo fue eso de los Pactos de La Moncloa", dijo Felipe González dando muestras de sus dotes histriónicas que combina con una paciencia a prueba de frustraciones. Y delante de las firmas que sellaron ese histórico acuerdo que dio inicio a la democracia española, entre las que estaba la de él mismo, además de las de Adolfo Suárez (de trayectoria franquista) y Santiago Carrillo (líder comunista que estuvo 40 años exiliado), sentenció: "El elemento esencial fue evitar el análisis de quién tenía la culpa de lo que había pasado y mirar el futuro".
En el marco del tercer ciclo de las jornadas sobre "Democracia y Desarrollo", el ex presidente del gobierno español también reconoció que "el margen de maniobra se ha achicado en estos tiempos en relación a cuando se firmó el Pacto, también (padecemos) la política inmediata, que pasa de la primavera árabe al otoño o invierno árabe en un respiro", pero "hay que encontrar dos o tres puntos de consenso que den marco a cómo encarar el futuro".
Entrevistado por Ricardo Kirchsbaum, editor general de Clarín, Felipe González se paseó a sus anchas entre su propia experiencia al frente del gobierno, el profundo conocimiento de las grandes transformaciones que está viviendo el mundo, su curioso presente de "jarrón chino" en el que se transformó en España y un rol político que no abandona porque "quien violenta la democracia, quien violenta las libertades, tiene mi oposición militante, no me quedo analizando la realidad".
Y desde sus distintos sombreros, habló de Donald Trump (el especialista "en hacer política a golpe de tuits"), de China ("el movimiento tectónico del mundo"), de Venezuela ("es obvio que Maduro es un presidente ilegítimo y que la legitimidad la tiene Guaidó"), de Nicaragua ("ayudamos a Ortega a salir de la dictadura de Somoza, ahora estamos ayudando a los jóvenes nicaragüenses a salir de la dictadura de Ortega"), y al fracaso de la construcción política en torno de "los momentos que añoramos, porque la máquina del tiempo no existe".
Sobre Cuba, dijo que sostener a Venezuela es mucho más que una cuestión de supervivencia, porque "caído Maduro tiene el temor de quedar primero en la línea de fuego de los Estados Unidos". Y ante la pregunta del periodista, que quiso saber por qué la izquierda respalda al chavismo venezolano, quiso mostrarse sorprendido. "¿Me estás diciendo que yo no soy de izquierda?". Y reiteró que "los tiranos no son de izquierda o de derecha, son simplemente tiranos. Si alguien no lo ve, que se ponga gafas, porque es muy evidente. Y como excusa, digo, está muy gastada".
Pero el tema de fondo era la Argentina. Primero definió las tres áreas estratégicas donde nuestro país tiene ventajas competitivas, la producción de alimentos, la generación de energía y la economía del conocimiento. Luego se lamentó de que se dijera que "Argentina no tiene solución". Por el contrario, aseguró que "10 años de buen gobierno pueden cambiar su destino histórico" y, mostrando conocimiento del derrotero nacional, dijo que "Argentina es una escalera relativamente descendente".
Acepto que "todos los que gobernamos lo hacemos a partir de criticar la herencia recibida, es así, no hay por qué asombrarse de que así sea", pero lo que hay que hacer es "no buscar culpables, sino ponerse de acuerdo en un diagnóstico", recordando que el Pacto que él firmó por el PSOE en 1977 fue "un pacto de rentas, para combatir la inflación y reducir precios". Básicamente, implicó que los trabajadores aceptaran no aumentar sus salarios de acuerdo a la inflación pasada y de los empresarios para no aumentar los precios.
González recordó que, aún años después, tanto Suárez como él cada vez que algún empresario los palmeaba felicitándolos por el consenso alcanzado, preguntaban: "¿Cuánto tardarán de hacer efectivo ese respaldo invirtiendo en España?", algo que empezó a suceder en forma consistente recién en 1985, cuando se vio que en el país había una consistencia política de lo que se había acordado.
El salón del Malba se abarrotó muy temprano para escuchar al veterano líder socialista y hubo que poner una pantalla en el lobby del museo. Entre la gran cantidad de invitados se pudo ver a empresarios como Miguel Ángel Acevedo, titular de la UIA, Jaime Campos, directivo de AEA, Luis Betnaza, de Techint, Marcos Bulgheroni, de Panamerican Energy, Marcelo Midlin, de Pampa Energía, Daniel Pelegrina, de la Sociedad Rural Argentina, Gabriel Martino, de HSBC.
También gran cantidad de políticos, como el senador Miguel Ángel Pichetto, el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, los diputados Diego Bossio y Eduardo Amadeo, los dirigentes peronistas Julio Bárbaro y Carlos Campolongo, los ministros porteños Franco Moccia y Eduardo Machiavelli. Y de economistas y consultores políticos como Gustavo Maragoni, Martín Redrado, Carlos Melconian y Marcelo Elizondo, entre otros.