Mejor que hace una semana. Ese sería el lugar donde se siente parado el Gobierno, según la evaluación de fuentes del oficialismo que suelen eludir entusiasmos y dramatismos. Sienten que han cambiado el aire: en las últimas horas, el propio Mauricio Macri se comunicó con los principales referentes del PJ federal para tratar de cerrar un acuerdo básico antes de que arranque con todo la pelea electoral. El gesto, tardío, apunta a darle un marco menos tenso a la economía. Es un interrogante el futuro de esa negociación –con el PJ y extendida a gobernadores de otras fuerzas-, pero el solo movimiento indica voluntad de salir de la línea defensiva y generar política.
En las filas del Gobierno, el diagnóstico que se venía haciendo desde hace rato asomaba razonable, pero carente de respuestas. Con la economía en situación crítica, ya no se habla de mejoras importantes en los números de los próximos meses, sino de cómo contener el dólar y los precios. Dar un respiro, distender el clima social. Eso, asociado a la necesidad de despejar al menos en parte la incertidumbre política, atribuida centralmente al "factor" Cristina Fernández de Kirchner, de peso propio aunque inexplicable sin computar el desgaste presidencial. Los crujidos en la interna oficialista habían asomado como parte y expresión del mismo cuadro.
"Hay que empezar a dar respuestas políticas", se decía de manera más bien amplia frente al diagnóstico referido. Es cierto que las conversaciones con algunos referentes del peronismo de los gobernadores ya estaban en marcha, de manera reservada, pero también lo es que en el inicio resultaba un paso defensivo: un ensayo que podría ser devorado precisamente por los mercados si surgía como elemento único y no como parte de una movida política más amplia. De igual modo, aparecían y entraban en crisis las fórmulas "mágicas" domésticas como un cambio de ministros. Y también era reciclada la especulación del Plan V en solitario.
Por supuesto, la primera señal perceptible tuvo que ver con el FMI. Dependía del propio Presidente la decisión política de jugar otra carta de un mazo también político antes que técnico. El objetivo de las nuevas gestiones fue básicamente permitir la intervención oficial sin ataduras en el juego del dólar. Y fue lo que se hizo frente a la velocidad que volvía a mostrar la crisis: Macri habilitó así una negociación difícil, porque va agotando los márgenes del ya retocado trato con el Fondo.
La relación del Presidente con Donald Trump –y con otros mandatarios- volvió a ser determinante para jugar en el límite del acuerdo con el FMI. Por ese camino transitaron las gestiones de Nicolás Dujovne y de Guido Sandleris con técnicos del organismo y funcionarios de Estados Unidos. Por supuesto, no sólo pesa la singular "diplomacia presidencial" de Macri: visto desde Washington, expresaría la combinación de una apuesta regional significativa y el cuidado especial, preventivo, por el potencial efecto contagio de una crisis argentina más aguda.
Ninguna pieza, ni aún la más valiosa, resuelve la partida: así lo entienden varios integrantes del Gobierno y del oficialismo en sentido amplio, es decir, dirigentes macristas y sus socios. Son conocidos los planteos de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, también de los gobernadores radicales. Y las señales que sumaron referentes de provincias que no gobierna Cambiemos y que se van sucediendo en elecciones locales: el clima nacional achica los cálculos electorales en sus distritos.
De todos modos, la realidad también actuaba en espejo hacia la interna. Fueron y siguen siendo intensas las gestiones para cerrar ese frente. La reciente foto de la primera línea del PRO, más distendida luego de algunas medidas –incluida la apuesta a la intervención sobre el dólar-, fue difundida como un mensaje político. En la UCR, los esfuerzos están puestos en garantizar una convención partidaria que ratifique sin sobresaltos –aunque con ruido asegurado- la integración en Cambiemos. Dirigentes que trabajan en esa línea consideran vital que sea asegurada la efectividad de las medidas anunciadas para amortiguar precios y contener la caída del consumo.
El punto, en definitiva, es que el respaldo al proyecto de reelección de Macri deje de ser una repetición sólo interpretable como un reflejo defensivo. Mostrar cohesión se convirtió así en otro de los gestos que el oficialismo buscó dar también hacia fuera: no sólo a los mercados, sino también a la política. Difícil en caso contrario iniciar conversaciones con la oposición.
La difusión de las negociaciones con el peronismo federal, y más aún del borrador base del acuerdo pretendido, fue destacada desde el Gobierno como un hecho ajeno. Fue señalado el círculo de Sergio Massa, pero se cuidó especialmente que eso no afectara las tratativas abiertas. De hecho y más allá de señalamientos y rechazos, el oficialismo logró dar una señal que considera positiva. "Estamos discutiendo otra vez la agenda", decía anoche un vocero.
Macri habló ayer con Roberto Lavagna –crítico de la movida y molesto porque no había sido contactado previamente-, con Juan Manuel Urtubey y con Miguel Ángel Pichetto, estos dos últimos más permeables al diálogo. Massa cuestionó con dureza la iniciativa y buscó pararse sobre una posición abierta a ampliar la convocatoria. Se verá cómo sigue, aunque es difícil imaginar una posición única. El PJ federal no es un espacio vertical. Habrá que ver además cómo juega otro de sus socios fundadores, de peso, el cordobés Juan Schiaretti, que va a elecciones en una semana.
Rogelio Frigerio seguirá tratando de hilvanar el entendimiento. De hecho, el foco está puesto en los gobernadores, incluso más allá del peronismo. Hubo ya algún tanteo con los jefes provinciales de Neuquén, Río Negro y Santa Fe.
Y si funciona –es decir, si hay avances más o menos concretos- podrían abrirse las tratativas a otros sectores. No necesariamente en sentido práctico, pero sí como dato político en el Gobierno destacaban anoche el amplio respaldo cosechado en el ámbito empresarial sin que hayan existido, aseguraban, gestiones para cosechar comunicados de apoyo.
Como sea, Macri acaba de enviar su mensaje. Y movió personalmente algunas fichas para tratar de sellar un acuerdo político declarativo, con eje en los compromisos de la deuda, el equilibrio fiscal y, en sentido amplio, la seguridad jurídica. No parece una jugada de puro riesgo, sobre todo si logra recuperar iniciativa. Dependería entonces no sólo de la economía, sino además de la política.
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