"Cuando escucho hablar de los hijos del poder, en referencia a Máximo y Florencia, no sé si reírme o ponerme a llorar. Nunca lo disfrutaron. Al contrario, siempre lo sufrieron, desde chiquitos". La cita, tomada de Sinceramente, el flamante libro escrito por Cristina Kirchner, deja en claro cuál es la interpretación que la ex presidente hace de la relación de su hijos con el poder.
Allí, en el capítulo "Néstor y yo y nuestros hijos también", la senadora relata una serie de anécdotas de su vida cotidiana en Río Gallegos cuando Néstor se desempeñaba como gobernador.
Según sus propios recuerdos, al menos en tres oportunidades tuvo que ir a discutir con los profesores de su hijo mayor disconforme con las calificaciones que le ponían.
La ex mandataria relata, por ejemplo, que cuando Máximo estaba en la primaria tuvo una pelea con un profesor de Educación Física. Este "militar del Regimiento 24" le había puesto un insuficiente alegando que el chico "no sabía hacer la vertical".
Por lo tanto, Cristina se dirigió al colegio y pidió hablar en persona con él. "Escúcheme -le dije- su padre y yo somos abogados y muy buenos, y ninguno de los dos supimos nunca hacer la vertical, pero si usted le pregunta al chico quién es el presidente del país lo sabe, porque vive en una casa donde leemos los diarios y no tenemos tiempo de andar practicando la vertical", le habría dicho la actual líder de Unidad Ciudadana.
Al mes siguiente, tras la intervención de su madre, Máximo volvió a su casa con un suficiente. "Se dio cuenta… que me había dado cuenta", esgrime Cristina en alusión a las razones subyacentes de la mala nota.
Algunos años más tarde, cuando ya estaba en el secundario, ser el hijo del gobernador "lejos de facilitarle la vida, se la complicó". Cristina rememora que Néstor asumió con una administración "quebrada" y "superpoblada" e inmediatamente tuvo que elegir entre despedir empleados públicos o reducir los salarios. Optó por lo segundo y, siempre según Cristina, "el pobre Máximo tuvo que aguantar muchas presiones en el colegio".
"En 1992 cursaba tercer año en el colegio y el profesor de Instrucción Cívica, pese a que en las pruebas había sacado entre 7 y 8, en la nota final le puso un 4. Me indigné y fui al colegio. Pedí hablar con el docente y le pregunté cuál era la razón. Me contestó: 'Lo reprobamos en conducta'", detalla la autora en su libro.
Ante esta situación, la ex presidente increpó al docente: le señaló que la conducta se debe evaluar por separado, "en el casillero correspondiente", y que su hijo debía ser "calificado por lo que sabía". No obstante, en esta oportunidad el libro deja registro de cuál fue el resultado de la confrontación con el profesor.
Finalmente, Cristina también cuenta que en 1994, cuando su hijo estaba en quinto año, "en el primer trimestre había sacado 10 en las dos pruebas de matemática". Sin embargo, le pusieron 4 por "no haber terminado los trabajos prácticos y la carpeta".
"Otra vez. Allá fui de nuevo a protestar", revela la senadora, para luego agregar con orgullo que "la profesora, el siguiente trimestre, le ofreció ir a las olimpíadas de matemáticas". "Máximo le dijo que no. Igual a su padre", concluye trazando un paralelismo entre ambas personalidades.
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