La mesa política del oficialismo había quedado malherida en aquel febril fin de semana de septiembre –con el dólar disparado- que después de infinidad de versiones terminó produciendo sólo una poda del Gabinete nacional. Y terminó de diluirse hacia fines del año pasado. Ahora, frente a la crisis persistente y con tensiones internas indisimulables, esa mesa fue recreada con un primer objetivo: consensuar el paquete de medidas prometido por el Gobierno para la semana que viene. Esta vez no se trató de encuentros para fotos de unidad, huecas, sino de negociaciones intensas, por momentos ásperas. Eso dicen en el Gobierno y se escucha en medios radicales.
Recién el jueves por la noche empezaron a verse rostros algo más distendidos en el oficialismo. El anuncio a cargo de Mauricio Macri quedó agendado para el miércoles, aunque en los días que restan deben terminar de anudarse las conversaciones con empresarios. El consenso previo en el interior del oficialismo había dejado en claro al menos un punto: junto a las medidas para contener precios y reanimar el consumo, estaba en discusión la suerte de Cambiemos, es decir, su funcionamiento y su futuro electoral.
Precisamente la preocupación frente a un horizonte electoral incierto –con demanda de señales económicas concretas- operó esta vez para sentar en la mesa a jefes provinciales y funcionarios, además de conversaciones menos expuestas del Presidente con algunos de los referentes políticos. "Todos necesitaban esto para enfrentar la pelea que viene", dice una fuente que alude a la economía y a las internas. Un radical lo resume así para evitar términos duros sobre lo que podría significar una fractura: "Se impuso el criterio de responsabilidad". Ninguno de ellos va más allá: los días que vienen dirán hasta qué punto llega este cambio o recreación política en el oficialismo.
Resulta evidente que el interrogante refiere además al impacto que finalmente tengan las medidas que anunciará el Presidente: acuerdos de precios y garantías de aplicación, planes de cuotas y medidas crediticias para sectores de menores recursos. Ese sería el trazo grueso. El margen está puesto por los puntos centrales del trato con el FMI. "Hay que jugar en el límite de los acuerdos con el Fondo. Atender a la clase media, además de los sectores a los que se llega con planes sociales, AUH y otras medidas", repiten en medios oficiales.
El consenso con los gobernadores radicales sería correspondido también por Elisa Carrió, según el cálculo hecho en base a reclamos similares de ella misma sobre la necesidad de contener precios y frenar la suba de tarifas, otro de los puntos que estuvo presente en las conversaciones de estos días. Nadie, por supuesto, juega a asegurar la reacción de Carrió, en general y tampoco en este caso. Pero se espera su apoyo.
La evaluación positiva que se hacía en oficinas del Gobierno y en medios radicales no escondía los momentos ríspidos, y menos las tensiones que subsisten, vinculadas a los cargos y a historias de cierto arrastre, entre ellas las de Nicolás Dujovne y Dante Sica. Curioso: Dujovne era el ministro que parecía más débil en el tembladeral de septiembre y terminó con mayor manejo del área económica, afirmado además en las tratativas con el Fondo.
En cambio, habría mayor sintonía o al menos coincidencia táctica en el rubro más político. María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta son centrales en esta mesa, que convoca a los jefes provinciales de la UCR como referencias principales de su partido: Alfredo Cornejo se sienta como gobernador y titular partidario, y lo hace junto a sus pares Gerardo Morales y Gustavo Valdés. Eso no niega ni cierra el camino a otros canales de conversación, incluso charlas directas con Macri de ellos y otros referentes.
Por supuesto, las conversaciones de estos días involucraron a varios funcionarios, fuera de Marcos Peña y Rogelio Frigerio, que naturalmente integran el circuito político, aunque en varios tramos de su gestión con menor sintonía. Dujovne y Sica, de entrada, y también Carolina Stanley, varios secretarios y representantes de la AFIP y de la ANSES participaron de la ronda de reuniones. Una imagen del nivel de preocupación por cerrar filas y acordar propuestas, con el año electoral empezando a andar.
¿Ese dato representa un implícito cambio de concepción sobre el funcionamiento de Cambiemos? En lo inmediato resulta claro en contraste con los meses anteriores. A futuro, sólo puede ser planteado como interrogante.
Lo dicho: la mesa política del oficialismo había entrado en crisis en aquellos días de vértigo e incertidumbre, a fines de agosto y principios de septiembre últimos, que derivaron en el achicamiento del Gabinete nacional. Fue bastante formal en muchos casos. La UCR tomó distancia desde entonces y de hecho, la mesa terminó de diluirse hacia fines de año, después del tratamiento de algunas leyes de peso –en especial el Presupuesto- cuando ya venía funcionando sólo como expresión del PRO, básicamente con Peña, Frigerio , Vidal, Rodríguez Larreta y Emilio Monzó, este último en largo camino de despedida del Congreso.
Visto así, la reactivación de una instancia de discusión y decisiones entre los socios de Cambiemos es un dato en sí mismo. La solidez se verá en algunos días, con la evaluación de las nuevas medidas y la estrategia electoral. Con un poco más de perspectiva, habrá que ver si logra un salto como concepción de gobierno. Y si el proyecto de reelección de Macri se afirma, el debate seguramente tendrá que ver con la amplitud de criterios para ampliar la base de sustento en términos de gobernabilidad. Falta mucho para conocer el desenlace: meses políticos intensos y elecciones. Pero algunos ya empiezan a conversarlo.
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