Víctor Bugge tenía apenas 26 años cuando estalló la guerra de Malvinas. Había ingresado como fotógrafo oficial de la Casa Rosada en 1978 y todo lo que recuerda de aquellos días de conflicto bélico puertas dentro del palacio de gobierno es como una horrible pesadilla que pesa en su memoria y se mezcla con los recientes viajes que hizo a las islas con los familiares de los soldados caídos.
"Todo se manejó con mucho hermetismo o secreto los días previos a la guerra. El 2 de abril fue sorpresivo para mi. Después de muchos años de caminar por los pasillos de la Casa Rosada uno llega a saber lo que puede pasar. Pero en ese entonces fue todo muy sorpresivo para muchos", recuerda Bugge sobre el 2 de abril en que la junta militar encabezada por el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri declaró la guerra a Gran Bretaña en las Malvinas.
El "efecto sorpresa" que impusieron los militares ante el anuncio de la guerra y al que hace referencia el fotógrafo de la Casa Rosada tiene que ver con los días previos al 2 de abril. Bugge recuerda muy bien que el 30 de marzo hubo una feroz represión en la Plaza de Mayo por la marcha de la multipartidaria, convocada por todos los partidos políticos que reclamaban el regreso de la democracia. Nadie pensaba que en ese contexto se iba a declarar una guerra y mucho menos que Galtieri llenaría unos días después la plaza en la que sería aclamado.
"Esa fue una de las represiones más violentas en la Plaza. Y días después, aún con los gases lacrimógenos que sentíamos en la cara, Galtieri pudo ver la Plaza llena desde su balcón", expresa Bugge en una larga charla con Infobae desde el despacho que hoy sigue ocupando en el segundo piso de la Casa Rosada.
Han pasado muchos años, presidentes, crisis, renuncias, violencia y Bugge recuerda ese balcón de Galtieri como si sólo hubieran pasado un puñado de días.
En la foto que Bugge tomó el 2 de abril se ve a Galtieri levantando la mano desde la balcón ante una Plaza de Mayo desbordada por la multitud. Se pueden ver las banderas y carteles que dicen "Gracias" o "primero la Patria".
37 años después, Bugge recuerda: "Lo más terrible fue que el 30 de marzo había habido una represión feroz. Y dos días después la misma Plaza estaba llena de gente aplaudiendo". Y agrega: "Me parece que a Galtieri ese balcón lo encegueció. Ese balcón de Perón, como lo llamo yo, es terrible".
"Es difícil darse cuenta que una plaza no es tu plaza cuando estás en el balcón. Cuando creés que sos el dueño de esa plaza se terminó", sostiene el fotógrafo presidencial. Galtieri aparece solo en el balcón. Pero Bugge recuerda que detrás estaban sus edecanes de la Marina y la Fuerza Aérea.
La reunión con Haig
El 10 de abril de 1982 hubo otra plaza llena. Otra plaza que contribuyó a inflar el ego de Galtieri. Fue el mismo día en que el canciller norteamericano Alexander Haig se reunió con el presidente de facto para iniciar una larga serie de intentos fallidos en busca de una solución pacífica entre Gran Bretaña y la Argentina.
"Galtieri sale al balcón minutos antes de la reunión con Haig. Terminada la reunión, Galtieri le propuso que salieran juntos, pero Haig le dijo que no", recuerda Bugge, que estaba allí presente.
Luego vio cómo el enviado de Ronald Reagan abandonaba la Casa Rosada desde el helicóptero que estaba en la terraza. Haig se fue abucheado por toda la plaza. "Galtieri volvió a salir al balcón y el balcón lo encegueció un poco más, a él y a toda la estructura administrativa de los militares mientras los chicos estaban peleando en Malvinas", dice Bugge.
Internas y peleas de poder
Hay otra fotografía histórica que tomó Bugge en medio de esos días de guerra. Es la que muestra a Galtieri con una copa en la mano, sonriéndole a alguien que no aparece en la foto. Se lo ve eufórico al presidente de facto. Atrás aparecen Jorge Rafael Videla y Roberto Viola también con copas en la mano.
-¿No había internas o pujas de poder visibles en esos días en la Casa Rosada? , le preguntó Infobae a Bugge.
-Se percibía alguna diferencia entre las fuerzas.
-En la fotografía de Galtieri eufórico con una copa en la mano y Videla y Viola detrás aparece la idea de la borrachera de poder que tenía el presidente de facto…
-La copa en sí mismo no agregó mucho a la imagen, creo. Cada uno es dueño de tomar lo que quiere. Yo a la borrachera del poder la describo cuando caminás por la alfombra y te crees dueño de esa alfombra. Ahí es donde te estás mareando. Un poco lo que le pasó con el balcón. Eso de enceguecerse con el poder es lo que le pasó a Galtieri.
Hay otra fotografía inédita que Bugge se ofreció a publicar en Infobae. Allí se lo ve a Galtieri dialogando con el entonces canciller de la dictadura Nicanor Costa Méndez. En la mesa hay un mapa de las islas Malvinas, unas plumas de tinta china, los anteojos de Galtieri, un paquete de cigarrillos y el reloj que el dictador se había sacado por unos instantes. A Galtieri se lo ve distendido, con las mangas de la camisa remangadas y fumando
Costa Méndez parece más tenso, y resulta entendible: las negociaciones diplomáticas con Gran Bretaña para poner fin a la guerra naufragaban y la mediación de Estados Unidos no avanzaba. Así lo refleja el rostro adusto del canciller de la dictadura que iba y venía de Buenos Aires a Nueva York, para reunirse en la sede de Naciones Unidas con sus contrapartes británicos.
La llegada de Juan Pablo II
El 11 de junio de 1982 el Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina con la firme misión de frenar la guerra de Malvinas. Se reunió con Galtieri a solas en la Casa Rosada, ofreció una misa en el Monumento a los Españoles y pidió por la paz.
Cuatro días después de esa histórica visita, el 15 de junio, Galtieri, como jefe de la Junta Militar, anunciaba por cadena nacional la negociación entre el "gobernador" de Malvinas, Mario Benjamín Menéndez y el jefe de las tropas británicas que había sido firmada un día antes. Galtieri no usó la palabra rendición y habló del retiro de las tropas argentinas de Puerto Argentino.
"Históricamente no se rescata mucho de la visita de Juan Pablo II a la Casa Rosada pero su presencia aquí fue impresionante. Con esa visita canalizó en la gente la desesperación y la fe al mismo tiempo", asegura Bugge 37.
-¿Cree que a Galtieri le llegó verdaderamente el mensaje de paz de Juan Pablo II o que decidió la rendición porque ya no le quedaban alternativas táctico-militares?
-No podría decir si le llegó o no a Galtieri el mensaje del Papa. Es difícil no conmoverse ante la figura de un Papa y Juan Pablo II era el líder mas importante de la humanidad. Fue muy importante su presencia para los civiles. No se si para esa junta.
En la fotografía se lo ve a Juan Pablo II de pie en uno de los salones de la Casa Rosada y a Galtieri sentado abriendo un regalo que la junta militar le obsequió al Papa. El presidente de facto sonríe abiertamente mientras el Sumo Pontífice parece incómodo con esa sonrisa y ese retrato. Como si hubiese preferido evitar esa foto.
La visita del Papa tuvo un fuerte efecto en la gente y se convirtió en una profunda presión para la junta militar. "La presencia de Juan Pablo II fue un alivio para una sociedad que estaba angustiada. Que recibía información que, después supimos, no era real. Hubo dos guerras: la que se vivió en las islas y la que vivimos acá", dice Bugge.
En rigor, esa fue otras de las batallas que se vivía puertas adentro de la Casa Rosada durante la guerra: la puja por la información.
Bugge retrató una imagen del televisor que había en uno de los despachos de los militares. Allí se lo ve al periodista estrella del oficialismo José Gómez Fuentes hablando de la guerra en el noticiero del Canal 7 de la televisión oficial.
"En los pasillos recibía comentarios de que ganábamos y en otros de que perdíamos. Siempre creí lo que decían oficialmente. Fui parte de los que creyeron todo. No se si por la ansiedad. Pero días después de la presencia de Juan Pablo II empecé a percibir alguna confusión", recuerda Bugge.
La rendición
El 14 de junio se confirmó en la Casa Rosada la rendición ante el Ejército británico en Puerto Argentino. Se respiraba un clima de desolación y Bugge recuerda perfectamente una imagen: "La noche después de la rendición yo tenía la información de que el anuncio iba a ser desde los balcones. Pero en la plaza hubo una represión impresionante. Tuve que entrar por Paseo Colón y el clima era tremendo. La Casa Rosada se había vaciado", sostiene el fotógrafo oficial. Después se supo que no hubo ninguna plaza para el anuncio y que Galtieri estaba desolado en su despacho.
Hay una fotografía de Bugge en que se lo ve a Galtieri después de la rendición. Está vestido de fajina militar y mira hacia abajo, su cabeza gacha casi como pidiendo disculpas a sus subalternos que están de espaldas. Habían regresado del campo de batalla derrotados.
La imagen más terrible que recuerda Víctor Bugge es la del día después del anuncio de la rendición.
"Galtieri estaba en su despacho. Le hice la última foto. Allí mira el cuadro de San Martín que estaba a su lado y dice: 'A este sí que no lo cagaron'. Se puso el poncho y se fue. Ya estaba acabado. Estábamos solos, con un ayudante y un edecan. Cuando escucho eso que le dice Galtieri al cuadro de San Martín y le dice 'a vos sí que no te cagaron', me dije hacia adentro, esto se terminó". Y realmente Galtieri estaba acabado. Luego vendrían los preparativos para su salida y se empezaría a vislumbrar el regreso de la democracia tan esperada.
Años más tarde, Bugge viajó a Malvinas. Fue cuando acompañó, una vez más como fotógrafo oficial de la Casa Rosada, a un grupo de madres de soldados caídos en la guerra cuyos cuerpos fueron identificados por el equipo forense de la Cruz Roja Internacional.
En la fotografía se ve la selfie del propio Bugge con las cruces del Cementerio de Darwin detrás. Ese día, el fotógrafo de la Casa Rosada lloró largamente. Fue como un desahogo después de tantos años de guardar angustias.
"Creo que soy el único, lo digo desde la emoción no desde el ego, el único que pudo retratar aquel 2 de abril y uno de los pocos que retrató a los familiares de los soldados 30 años después", dice Bugge.
"No creo que haya muchos que hicieron ese recorrido. Se me mezclan las cosas. El 2 de abril se me vino a la cabeza en el cementerio de Darwin. Es que la plaza llena era la plaza que apoyaba a los chicos que el otro día fuimos a visitar al cementerio de Darwin. Eso es muy fuerte. Allí lloré en sus tumbas. Eso me clavó la historia de una manera terrible que no se resuelve fácilmente. Sentía la Plaza de Mayo en el cementerio desde el balcón. Es difícil de explicar", recuerda hoy desde su despacho.
Es difícil de explicar todo esto para alguien que lo vivió de cerca. Y que fue protagonista privilegiado de la historia. Y un argentino que sentía dolor e impotencia por los soldados que morían en las islas Malvinas.
Fotos Víctor Bugge