¿Se pudo haber evitado el golpe?

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(Photo by Keystone/Hulton Archive/Getty Images)
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¿Por qué se produjo el golpe de Estado de 1976?

En la vorágine de acontecimientos del proceso político y económico 1973-1976, hubo por lo menos cuatro factores claves para el análisis de la usurpación del poder por parte de las Fuerzas Armadas.

El primero y quizás más gravitante de ellos, porque marcó la voluntad para el armado de un plan golpista, fue el acceso del general Jorge Rafael Videla a la jefatura del Estado Mayor Conjunto el 28 de agosto de 1975, por decisión de la presidenta Isabel Perón.

Videla llegaba en un momento de inestabilidad en el Ejército.
En mayo de ese año debió renunciar el general Leandro Anaya, a quien no entusiasmaba la idea de encabezar la represión ilegal contra la guerrilla y pretendía mantener un equilibrio interno entre las facciones del Ejército. Sin embargo, Anaya dio curso a una investigación castrense sobre la Triple A, únicamente orientada para determinar la participación de José López Rega.

Por influencia del propio ministro de Bienestar Social, Isabel pidió la renuncia a Anaya y lo reemplazó por el general Alberto Numa Laplane.  Esta designación fue interpretada como una avanzada del lopezreguismo en la esfera castrense.

Hasta ese momento, en mayo de 1975 existían tres líneas internas en el Ejército. La "legalista" (del coronel Vicente Damasco), la "peronista-lopezreguista" (liderada por el general Guillermo Ezcurra y el mayor Roberto Bauzá) y la "golpista", que bajo la máscara del "profesionalismo prescindente" conducían el general Videla y el general Roberto Viola.

Para terminar eficazmente su confrontación con este último grupo el mayor Bauzá, a cargo de Seguridad e Inteligencia de la Casa Rosada y aliado con López Rega, requirió al nuevo comandante del Estado Mayor el pase a retiro de Videla y de Viola.

Numa Laplane se negó. No quiso despedir a sus ex compañeros de promoción; sólo los puso en "disponibilidad", por lo que Videla y Viola quedaron "congelados". La caída de López Rega en julio de 1975 dejó en una posición más débil a Numa Laplane, y la línea "golpista" aprovechó esa debilidad para provocar su destitución.

Al mes siguiente, la facción liderada por Videla-Viola rechazó la designación del coronel en actividad Vicente Damasco en el Ministerio del Interior y desconoció la autoridad de Numa Laplane. Su conducción en las Fuerzas Armadas quedó desgastada. Isabel quiso designar al comandante del I Cuerpo, general Alberto Cáceres, pero el almirante Eduardo Massera, que formaba parte de los "sublevados" le anticipó que si esa designación se consumaba "habría guerra".

Finalmente, en la madrugada del 28 de agosto y presionada por el grupo sublevado, en su habitación del primer piso de la residencia de Olivos Isabel designó a Videla, quien expresaba una línea opuesta a la de Cáceres.

Esa madrugada se fortaleció la "línea golpista" que quebraría el orden constitucional seis meses después.
En el cable desclasificado de la embajada norteamericana enviado al Departamento de Estado por motivo de la designación de Videla, se indica que "es inevitable que las Fuerzas Armadas tomen el poder, ya sea directa o indirectamente porque son el único sector fuerte (el otro sería el laboral, pero está fragmentado y con pobre dirección). Los militares que probablemente tomarían el poder son conservadores moderados y razonablemente inclinados a Estados Unidos". (10/9/75)

Un mes después de la llegada de Videla a la jefatura castrense se produjo el ataque de la guerrilla montonera al Regimiento 29 de Infantería de Formosa. Fue el primer ataque directo a las Fuerzas Armadas en el gobierno constitucional 1973-1976.  Hasta entonces, Montoneros sólo atacaba a miembros de las fuerzas de seguridad.

Con su política de "cuanto peor mejor", marcada por el pase a la clandestinidad y la militarización de sus cuadros políticos, la cúpula montonera no hizo más que acelerar los tiempos del golpe de Estado.

El ataque al Regimiento 29 de Formosa motivó, a modo de respuesta, la presión de las Fuerzas Armadas al gobierno civil para que le permitieran reprimir a la guerrilla en todo el territorio argentino. Desde febrero de 1975, por un decreto oficial el Ejército ya operaba en Tucumán, donde habían puesto en funcionamiento centros clandestinos para la tortura y desaparición de personas.

Un día después del ataque guerrillero, el 6 de octubre de 1975, el gobierno decidió la creación del Consejo de Defensa -con la firma del presidente provisional Ítalo Luder y la de todo el gabinete de ministros- que autorizó la intervención militar para la "lucha antisubversiva" en todo el país.
Isabel estaba con licencia médica en las sierras de Córdoba.

Videla ya se sentía en condiciones de anticipar el país que sobrevendría. En la XI Conferencia de Ejércitos Americanos realizada en Montevideo, afirmó que "si es preciso, en la Argentina van a morir todas las personas necesarias para lograr la paz del país".

Otro tercer factor para la realización del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue el apoyo de la corporación empresaria.

Como ya probó la justicia en casos específicos, hubo empresas que fueron más allá y colaboraron con la dictadura militar, cediendo información para que se ejecutaran secuestros y desapariciones de su propio personal.

Este posicionamiento se hizo evidente poco antes del golpe militar cuando la Sociedad Rural Argentina (SRA), como parte de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) – que reunía distintas cámaras empresarias -reclamó el restablecimiento del "orden" y la eliminación de aquellos elementos que "dificultaban el desarrollo del proceso productivo e impedían el aumento de la productividad", en referencia a las comisiones internas de las fábricas, a las que, sin eufemismos, relacionaba con la "subversión".

Luego de una reunión con Videla poco antes del golpe militar, la SRA expresó en un comunicado que "no se percibe una acción definida en contra del extremismo, (hay) desgobierno (y) un clima de terror creado por la guerrilla, a la que es difícil de combatir por estar amparada en diversos niveles políticos y administrativos".

En pocas palabras, la SRA acusaba a Isabel de ser responsable del caos que allanaba el camino al "marxismo".

Además, para apoyar sus palabras con acciones, el 16 de febrero de 1976 APEGE promovió un lock-out empresario masivo y llamó a "bajar las persianas" para denunciar el "agotamiento" del gobierno. También amenazó con un llamado a la desobediencia civil, con la suspensión de pago de impuestos, cargas fiscales y aportes sindicales.

La elite empresaria local, tanto como la guerrilla montonera y las Fuerzas Armadas, no estaban aferradas a la defensa del orden institucional democrático, sino que se mostraron proclives a su ruptura.

Por último, un cuarto factor para el análisis de los antecedentes del golpe militar fue la actuación de los partidos políticos mayoritarios -básicamente el PJ y la UCR-.

Después de la muerte de Perón y frente a la previsible debilidad de la nueva autoridad presidencial, la clase política no buscó acordar un pacto institucional amplio y abierto que resguardara la democracia. Los dos partidos mayoritarios vislumbraron la posibilidad del golpe de Estado pero hicieron pocos esfuerzos institucionales para evitarlo.

Al contrario, fueron cediendo la autoridad política hacia las Fuerzas Armadas con la instrumentación de leyes represivas votadas por el Congreso y otras resoluciones firmadas del Poder Ejecutivo, como la imposición del estado de sitio, la prohibición del derecho a huelga, la censura a la prensa y los miles de presos políticos detenidos sin orden judicial, durante el gobierno peronista 1973-1976, por no mencionar a las acciones paraestatales de la Triple A consentidas desde la esfera oficial.

En forma paralela al vacío de poder del gobierno de Isabel Perón, también se fue degradando la institución judicial y parlamentaria.

En la noche del 23 de marzo de 1976, cuando el ministro de Defensa Jose Deheza se reunió con los tres comandantes de las Fuerzas Armadas -el general Videla, el almirante Eduardo Massera y el Brigadier Héctor Orlando Agosti y les ofreció un cambio de gabinete, un cambio de rumbo (en resúmen, todo lo que quisieran menos la renuncia de Isabel que era lo único que querían preservar) la respuesta de las comandantes fue: "Ya es tarde".

Pocas horas después comenzaría la movilización de las tropas.

¿Se pudo haber evitado el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976?

No.

Todos los factores enunciados, con distintos grados de responsabilidades, facilitaron su realización.

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