Desde el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires "pasaron veintisiete años que no nos alejan de aquel día horrible" y "la distancia cronológica no suaviza el dolor" provocado por aquel ataque que fue, también, un ataque contra la Argentina.
A veces conteniendo la emoción, o alejando las lágrimas, el que habló así fue Daniel Carmon, quien, el 17 de marzo de 1992, se desempeñaba como cónsul y jefe administrativo de la embajada israelí en Buenos Aires.
Hablando hoy durante una ceremonia íntima de conmemoración del nuevo aniversario del atentado, que se llevó a cabo en la residencia del embajador argentino en Israel, Mariano Caucino, en Hertzlia, en la periferia norte de Tel Aviv, Carmon recordó sonidos, llantos, tristezas, y también detalles políticos y diplomáticos post-ataque.
Luego, en conversación con Infobae, el embajador ahora retirado añadió detalles y no esquivó opinar sobre la investigación del atentado y la reciente detención de dos iraníes que entraron a la Argentina con pasaportes israelíes falsos.
"Hasta que los perpetradores sean hallados y juzgados, tanto los del lado del Medio Oriente, pero también los del lado local, porque lo más probable es que hubo una conexión local sin la cual no se podría haber llevado a cabo el ataque, hasta que eso ocurra no habrá justicia y no podremos descansar", dijo Carmon.
"Veintisiete años después -aseguró-, no somos más débiles" en esa búsqueda.
Carmon -que hasta hace poco fue embajador de Israel en la India- dijo "entender que las relaciones con Argentina, que siempre fueron buenas, ahora son mucho mejores", lo que debería servir como "base para resolver este horrible y triste ataque contra Israel y Argentina".
En cuanto a la detención de los iraníes, Carmon prefirió no especular y esperar a que avance la investigación en Buenos Aires, aunque estimó que los hechos son "intrigantes" y "suenan muy mal".
"¿Estaba relacionada la presencia de los iraníes con los actos por el aniversario del atentado? Y si estaban allí por otras razones, ¿para qué necesitaban pasaportes israelíes", se preguntó.
En todo caso, "debo felicitar a las autoridades argentinas por estar alertas y arrestarlos", señaló.
Carmon tenía 41 años cuando el ataque terrorista lo alcanzó en la embajada. Estaba instalado en Buenos Aires con su esposa Eliora y los cinco hijos de ambos. Eliora es una de las víctimas mortales del atentado.
La jornada había empezado como cualquier otra, un día de rutina en la sede diplomática ."Y de repente un boom que no recuerdo siquiera haber oído", le contó Carmon a Infobae.
"Lo que sí oí fue un silencio atronador mientras caían los escombros, una escena sin sonido -continuó-. Luego, después que pasaron un par de minutos, escuché el sonido de la gente corriendo".
Un par de días después se despertó en un hospital de Buenos Aires, adonde dos colegas habían llegado para visitarlo y contarle que su esposa estaba muerta. Y para preguntarle si él les contaría a sus hijos. Les respondió que sí.
Algunos días más tarde voló a Israel, aquí se quedó veintiocho días, incluyendo los siete de "shiva", el período de duelo que establece la religión judía, y regresó a Buenos Aires, donde pasó otros tres años trabajando en la embajada, en distintos cargos.
Hoy, en la residencia del embajador argentino, Carmon recordó su historia frente a varios embajadores latinoamericanos y diplomáticos israelíes. La reunión pareció una catarsis colectiva de funcionarios en distintos grados afectados por el fenómeno global del terrorismo.
El relato de Carmon se escuchó en silencio. "Se suponía que iba a ser un día normal, estaba por comenzar el otoño, un día muy dulce, de esos que solamente Buenos Aires suele ofrecer, teníamos nuestros planes, que incluían una cena para veinticinco personas en casa, con un importante visitante de Israel", contó Carmon.
Tras la explosión, "tuvimos mucha suerte con Fanny, la jefa de los contadores" de la embajada, "y el arquitecto que estaba llevando a cabo las refacciones" en la sede diplomática, confesó. "Estábamos revisando las cuentas de los gastos" de esos arreglos, precisó. "Si no hubiera sido por esa reunión, deberíamos haber estado en otra parte de la embajada, una sección donde nadie sobrevivió a la explosión".
"Fanny, que resultó levemente herida, me sacó de ahí y lo próximo que recuerdo es estar tirado en una camioneta que me llevó al hospital", contó Carmon, quien perdió temporalmente la visión a causa de la conmoción.
Después de rememorar las horas y los días alrededor del ataque, aseguró: "Pasaron veintisiete años que no nos alejan de aquel día horrible, la distancia cronológica no suaviza el dolor, para nada".
"Miro a mis cinco hijos, veo lo que pasó en esos veintisiete años, cómo los chicos se hicieron adultos y formaron sus propias familias, y uno piensa en lo que se perdieron aquellos que ya no están con nosotros, que no pudieron ver qué pasó con sus hijos y con Israel", dijo el diplomático.
Y no evitó definiciones más políticas, al asegurar que, en ese ataque, "Israel fue atacada, y también Argentina fue atacada, tanto en el atentado de 1992 como en el de 1994 contra la AMIA".
"Alguna gente trata de distanciar los dos ataques, aun cuando los dos comparten elementos y perpetradores e ideólogos", indicó, pero "debemos mirar a los dos como una continuidad".
"Y el papel de Irán es algo que no podemos olvidar ni perdonar", completó Carmon en sintonía con Modi Ephraim, el actual director general adjunto para América Latina de la Cancillería israelí, según el cual "todos sabemos que la decisión (de atacar en Buenos Aires) se tomó en Teherán".
Antes, Ephraim había destacado que entre Argentina e Israel existe ahora "un acercamiento después de tantos años oscuros, con problemas".
"Hay que trabajar en conjunto para evitar otra tragedia, una como aquella que nunca olvidaremos, como la que pasó en la calle Arroyo", pidió Ephraim.