Una derrota que el kirchnerismo buscará despegar de la imagen de Cristina

Unidad Ciudadana deberá buscar nuevas alianzas en las provincias para convencer sobre su peso electoral y su capacidad de unir al peronismo

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Axel Kicillof y Alberto Ferández fueron algunos de los referentes K que hicieron campaña para que Rioseco y Unidad Ciudadana pudieran anotarse un primer triunfo electoral (Gentileza LMNeuquén)
Axel Kicillof y Alberto Ferández fueron algunos de los referentes K que hicieron campaña para que Rioseco y Unidad Ciudadana pudieran anotarse un primer triunfo electoral (Gentileza LMNeuquén)

La clara victoria del gobernador Omar Gutiérrez truncó las ansias de Cristina Kirchner de poder exhibir al kirchnerismo como motor de grandes proezas electorales, no sólo capaz de doblegar a un partido hegemónico como el Movimiento Popular Neuquino, sino también de endilgarle al presidente Mauricio Macri, incluso de forma indirecta, la derrota de un aliado de su gobierno.

#GutiérrezEsMacri fue el hashtag con el que los kirchneristas intentaron corroer el peso del MPN. Buscaban polarizar la elección neuquina. Sacarla del plano provincial y convertirla en un botón de muestra del rechazo que supuestamente genera cualquier aliado, aunque sea circunstancial, de la coalición Cambiemos.

La derrota de su candidato, Ramón Rioseco, también esmeriló, por el momento, su estrategia para posicionarse como una arquitecta eficaz de la unión del peronismo no k en el interior del país de cara a los comicios de octubre. Pero el traspié electoral sólo postergó esa aspiración. Y ahora, despliegue de seducción mediante, apura el armado de otras necesarias alianzas en el interior del país.

Cristina sabe que con su espacio solo no alcanza y necesitaba una primera señal con mucho capital simbólico. Un triunfo rápido y contundente en el inicio del cronograma electoral, que sirviera para mostrar la eficacia de un peronismo aliado a Unidad Ciudadana, dispuesto a batallar, con algún ejemplo claro de éxito provincial y electoral, contra Cambiemos.

Pero no sucedió. El resultado afecta las chances de Cristina Kirchner de aparecer como única garante de un posible triunfo en las presidenciales y, por el contrario, refuerza a quienes abogan por una tercera alternativa dentro del mismo peronismo o por un frente que aglutine a otras fuerzas superando el techo que según muchas previsiones tendría la ex Presidente; una figura que, como la de Mauricio Macri, polariza demasiado al electorado.  

El kirchnerismo, de todos modos, intentará limitar el daño a la imagen de CFK. Rioseco ya había abierto el paraguas: "Si pierdo seré el responsable de la derrota, pero si gano, Cristina será la dueña de la victoria". Fue una forma generosa de preservar a la ex presidenta, quien le puso su voz a un spot de campaña y se fotografió con el candidato en el Instituto Patria, alertando sobre lo difícil que sería destronar a un partido provincial con el peso real e histórico que tiene el Movimiento Popular Neuquino.

El candidato K, parlamentario del Mercosur, conocía de primera mano esa dificultad: en 2015 ya había perdido contra Gutiérrez por una diferencia de 9 puntos.

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