En la provincia de Buenos Aires se disputará una de las batallas electorales más importantes de 2019. Arriba del ring ya está la actual gobernadora, María Eugenia Vidal, la dirigente política con mayor imagen positiva y la principal espada de Cambiemos. El segundo contrincante de peso aún no está definido. El tercero y un posible cuarto tampoco. Sin embargo, en el peronismo y el kirchnerismo trabajan en diferentes estrategias para poder dar el golpe en territorio bonaerense.
El espacio opositor tiene un objetivo clave: vencer a Vidal y lograr que los votos de la provincia inclinen la balanza en la elección presidencial. Para eso deben impulsar un candidato competitivo que pueda polarizar la elección y que logre cautivar votos de las diferentes vertientes del peronismo. En esa discusión, desde hace tiempo, interactúan el kirchnerismo y los intendentes del conurbano.
Durante 2018, el ex ministro de Economía Axel Kicillof se metió entre los posibles candidatos para la gobernación. Una encuesta que recorrió los pasillos del Congreso, y en la que el diputado se acercaba en intención de voto a Vidal, despertó el interés de la cúpula kirchnerista y tomó por sorpresa a los jefes comunales, quienes están dispuestos a hacer valer su peso territorial en la mesa donde se definirán las candidaturas.
Dentro del abanico de alternativas que tiene Kicillof, hay tres candidaturas posibles. La primera, y la que más vuelo tomó en las últimas semanas, es que sea candidato a gobernador de Buenos Aires. La segunda es una candidatura a senador nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). La tercera es renovar su banca en la Diputados. De las tres, la que menos lo atrae es buscar un lugar en la Cámara alta. Tiene en claro que si aparece un candidato que absorba votos del progresismo, las posibilidades de ganar un lugar disminuyen abruptamente. Teme que el oficialismo se quede con las dos bancas de la mayoría y otro sector de la oposición -como el que representó Martín Lousteau en 2015- gane la única banca que tiene la minoría.
El ex ministro será funcional al proyecto kirchnerista y a los intereses de Cristina Kirchner. Si tiene que competir en la provincia, lo hará. Y si no acompañará la candidatura que lleve en la boleta el sello de Unidad Ciudadana. Las recorridas de Kicillof por las calles bonaerenses no son nuevas. Un año y medio atrás hizo campaña por la ex Presidente y llegó a las localidades adonde ella no fue. En ese momento se dio cuenta de que tiene el mismo punto débil que el espacio político que integra: su figura tiene un alto nivel de aceptación en el conurbano pero no así en el interior de la provincia.
El año pasado mudó su dirección a una casa ubicada en Pilar que heredó su mujer y que visita con asiduidad. Fue un pedido de la mesa chica de La Cámpora. Una forma de adelantarse en la estrategia bonaerense. Un año antes ya había decidido apuntar sus criticas a la gestión de Vidal. En la campaña de 2017 confirmó lo que pensaba de antemano: que la gobernadora es el sostén principal de Cambiemos y que allí había que direccionar los cuestionamientos.
La posible candidatura de Kicillof atenta contra los intereses de los intendentes peronistas, quienes acordaron entre ellos jugar una carta en conjunto en la mesa de negociación para que el candidato a gobernador sea un jefe comunal. En ese acuerdo tallaron los intendentes del conurbano. Por eso no es casualidad que los posibles candidatos sean nombres de las dos secciones electorales con más habitantes en la provincia: Verónica Magario (La Matanza) y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora).
Magario es la intendenta de la localidad más poblada de Buenos Aires. En La Matanza viven cerca de 2 millones de personas. La mitad forma parte del padrón electoral. En la lógica matancera, el poder territorial es la clave para ganar cualquier elección en la provincia o, incluso, en el país. "La Matanza es el distrito que más votos suma en las elecciones. Es una radiografía de Buenos Aires. El que puede gobernar esta ciudad, también puede gobernar la provincia", sostienen en el municipio.
Detrás de Magario siempre está Fernando Espinoza. Funcionan como una sociedad más allá de sus roles. Revindican a Cristina Kirchner pero hacen valer su peso en el territorio sin necesidad de adherirse a ella en forma permanente. El actual diputado no descarta ser candidato. Sin embargo, la actual intendenta es la que tiene más posibilidades de competir.
Las elecciones de 2015 dejaron una huella bien marcada en la provincia. El enfrentamiento entre las duplas Aníbal Fernández-Martín Sabbatella y Julián Domínguez-Fernando Espinoza dejó heridas profundas en el peronismo bonaerense. Generó resquemores internos, subió la tensión al máximo y terminó dañando las candidaturas del espacio. Ese solo antecedente bastó para que la mayoría de los intendentes considere que la mejor opción para este año es consensuar las candidaturas. Ni PASO ni internas. Una lista única. "Es preferible que nos matemos entre nosotros puertas adentro", reflexionó un jefe comunal del conurbano.
Martín Insaurralde es otro de los posibles candidatos. El intendente de Lomas de Zamora hizo de la prudencia una forma de vida. Después de ser candidato a diputado en 2013 y de alejarse del kirchnerismo en el 2016, bajó su perfil y evitó meterse en las discusiones políticas y públicas. Después de las elecciones de 2017 profundizó su relación con Máximo Kirchner, lo que permitió un acercamiento entre los intendentes y el kirchnerismo. En los últimos meses dejó correr los rumores sobre su posible candidatura a gobernador.
En el peronismo bonaerense advierten que Insaurralde, a diferencia de Kicillof y Magario, es el único que puede pescar votos afuera del kirchnerismo. La hipótesis también la comparten en el entorno del intendente. "Martín es el mejor candidato para sumar votos que en el 2017 acompañaron a Massa y Randazzo", sostienen. En los últimos comicios entre los dos dirigentes sacaron el 20% de los votos. Insaurralde no está decidido a competir, pero tiene una certeza: solo participaría si el peronismo va unido. No quiere quedar preso de la división de los diferentes sectores. Tiene un motivo. Un año y medio atrás hubo tres listas. El resultado benefició a Cambiemos y perjudicó a los dirigentes que las encabezaron.
Un escalón más atrás están el intendente de San Antonio de Areco, Francisco "Paco" Durañona, y el senador provincial Sergio Berni. Ambos se anotaron para participar como candidatos. El jefe comunal, un kirchnerista duro, es una de las pocas voces que reclama mayor presencia del interior en el armado de listas. Lanzó su candidatura e intentará ganar terreno en la decisión final sobre la fórmula. El ex secretario de Seguridad de la Nación impulsa la realización de una PASO. Si no logra su cometido, tiene decidido competir por fuera del PJ con un frente conformado por partidos provinciales.
El periodista Santiago Cúneo también anotó su nombre entre los dirigentes que quieren competir en una interna abierta para definir el postulante que enfrentará a Vidal. A fines del año pasado lanzó su propuesta junto al ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Cúneo tiene previsto participar del Congreso del PJ para propiciar una primaria amplia que incluya a todos los sectores. Si encuentran resistencias, jugarán por afuera, dicen desde su entorno.
La figura que va a encausar las decisiones finales es Cristina Kirchner. Será la que incline la balanza. En el peronismo esperan que para abril ella tenga una definición sobre su futuro y la discusión por la candidaturas se precipite. El objetivo final es lograr la unidad completa. Eso quiere decir un acuerdo entre el kirchnerismo, los intendentes y el Frente Renovador. Esa unidad solo es viable si tiene una réplica a nivel nacional. Tiempo de negociaciones.
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