No es fácil saber qué pasó exactamente entre el Gobierno nacional y el provincial en torno a la posibilidad del desdoblamiento. En la Casa Rosada militan la unidad, un ejercicio muy noble para mostrar que son distintos a los políticos tradicionales y no hay, por tanto, ambiciones de poder. Allí, más que la verdad lo que importa es la construcción de un relato edulcorado del presente, sin aristas ponzoñosas, que busca dormir las pasiones de las rencillas internas.
Sucede lo mismo en los despachos que le cuidan la imagen a María Eugenia Vidal, aunque por otras razones. La gobernadora es la dirigente de mejor imagen del país porque tiene cualidades, sin duda. Pero también porque es su figura está sobreprotegida en un sistema de comunicación que evita exponerla a los riegos más ínfimos y en muchos casos la hace lucir impostada ante los más politizados. Claro que donde ella debe descontar diferencias es entre los que no tienen posiciones tomadas, en esa ancha avenida de los que no llegan a fin de mes y les da lo mismo quién gobierne mientras le resuelvan los más elementales problemas.
Como sea, la pregunta de por qué Vidal anticipó una decisión que había dicho tomaría a fines de marzo todavía no fue respondida. Lo que trascendió, hasta ahora, son esfuerzos oficiales de construir una explicación que no suena todavía muy creíble para quienes analizan la política.
Uno de los problemas para entender es qué pasa en Cambiemos y comprender el sistema de toma de decisiones. Muchas veces los periodistas suponemos que cuando se hacen reuniones entre quienes piensan distinto sobre cualquier tema, cada cual expone su punto de vista y busca convencer al otro, para después tomar una decisión que implementa el conjunto. Pero el poder es un poco más complejo que eso. Por lo menos, el Gobierno lo es.
Infobae pudo comprobar que en las cinco reuniones que durante enero el jefe de Gabinete, Marcos Peña, convocó en la sede nacional de Cambiemos de la calle Balcarce, a donde asistieron el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el secretario de Interior, Sebastián García De Luca, el jefe y vicejefe de Gobierno porteños, Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, la gobernadora Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, el presidente y el secretario general del PRO, Humberto Schiavoni y Francisco Quintana, nunca se discutió la problemática del adelantamiento en las provincias.
Alguien podrá preguntarse ¿entonces qué se discutió? Las respuestas son diversas, pero siempre remiten a asuntos marginales de la política nacional y los distritos. Ninguno de los consultados pudo recordar ningún asunto de fondo, como si esos encuentros fueron pantallas para mantener entretenida a la opinión pública que sigue estos asuntos, escenas de teatro para el relojeo mutuo.
En esta columna siempre dijimos que Mauricio Macri nunca iba a habilitar el adelantamiento porque no está en su idiosincracia cambiar las leyes para beneficio personal pero, además, porque requería un acuerdo con Sergio Massa en la legislatura bonaerense. Sin embargo, como corresponde a un jefe político, dejó correr esa posibilidad para ver cómo se desempeñaban los distintos actores.
Sin esfuerzo, Macri tomó nota que la solidaridad estructural entre Vidal y Rodríguez Larreta quedó rota en materia del desdoblamiento. Obviamente, al jefe de Gobierno de la Ciudad sí le convenía cambiar la ley para facilitar la unificación con la Nación, lo que ya hizo en la reforma electoral que mandó a votar en octubre del año pasado en la legislatura porteña. Recordemos que desde que la Ciudad es autónoma, siempre se votó en forma desdoblada, porque así lo recomienda la constitución local.
Algo similar pasó entre Vidal y otros miembros del Gabinete nacional. Se vio que Frigerio y García De Luca tampoco la acompañaron en su intención de desdoblar. Nunca lo van a reconocer, pero los funcionarios se cobraron varias cuentas pendientes con el equipo de Cambiemos bonaerense, que alambraron la Provincia y dificultaron -o directamente impidieron- cualquier movimiento territorial que no fuera propio.
¿Y qué hizo Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados, otrora referente ineludible del PRO en Buenos Aires? Fue el de la idea de desdoblar y así se lo hizo saber a la Gobernadora. Pero en el último tiempo, como nadie lo llamó para volver a consultarlo, se corrió del tema y dejó que la decisión de Macri cayera por su propio peso. Es que ni Schiavoni ni Quintana, espadas de Peña en el armado nacional, respaldaron el desdoblamiento en Provincia.
Sola, a Vidal no le quedó más alternativas que recurrir al Presidente que, amable, le dispensó tres eventos en una semana. En uno de ellos, incluso, almorzaron. Pero Macri no es un hueso sencillo de roer y cuando no quiere hablar de algo, encuentra los modos de evitarlo. La gobernadora apenas logró sacarle que discutirían el tema, aunque no pudo profundizar. Al otro día fue Peña el que se comunicó con Salvai para convocarlo a un encuentro donde también estarían Jaime Durán Barba y Horacio Rodríguez Larreta, donde se expondrían los argumentos.
El encuentro se concretó, pero hay quienes dicen que Vidal llegó con la decisión tomada de que no habría desdoblamiento. Incluso se comenta que fue ella la que llamó previamente al Presidente y le transmitió que había cambiado de opinión. En cambio, otros dicen que fue él quien se comunicó y le pidió que reconsiderara su postura. Se habla de que le garantizó un financiamiento extra para el año electoral. Y hasta hay quienes especulan que le expresó que ella era su Plan B, si en junio él no lograba remontar en las encuestas.
Los que piensan esto se basan en algo palpable. A saber, que la oferta que tiene Cambiemos en el 2019 no es atractiva en términos electorales, ya que aun con la economía estabilizada no hay mucho más que ajuste lo que se viene para los próximos años. ¿Cómo volver a generar esperanza? ¿Con quién? ¿Con qué relato?
¿Macri es capaz de jugar a su Dama? Sí, porque le gusta jugar fuerte y ganar. ¿Lo va a hacer? Solo si es necesario.