Andrés Malamud nació y se crió en la muy rural ciudad de Olavarría, pero muy joven se vino a la megaurbe porteña, donde se graduó en 1992 con diploma de honor en la licenciatura de Ciencia Política que cursó en la UBA. De familia radical, vivió desde adentro el gobierno de Fernando De la Rúa, cuando acompañó como asesor a Melchor Cruchaga en la secretaría de Justicia, virtual viceministro de Jorge De la Rúa, donde también estaba Diana Conti como secretaría de Derechos Humanos. Actualmente es investigador principal de la Universidad de Lisboa y sus temas son los partidos políticos, las instituciones políticas comparadas, las teorías de la democracia en América Latina y Europa. Su obsesión, aunque viva en Lisboa, a más de 9500 kilómetros de distancia, es la política argentina. Aquí, el diálogo que tuvo con Infobae.
– Fue muy grande la repercusión de la entrevista que dio durante la semana donde dijo que María Eugenia Vidal va a terminar destrozada porque Buenos Aires es ingobernable y, según usted, hay determinaciones históricas que se imponen a las intenciones. Pero empecemos por el principio. ¿Por qué Buenos Aires es ingobernable?
– Por empezar, quiero relativizar los dichos, porque por supuesto que estoy dispuesto a que las cosas cambien, pero me remito a la evidencia empírica, que dice que hasta ahora no hay memoria de un buen gobernador en la provincia de Buenos Aires. Salvo algún caso que puede haber de quien estuvo poco y se fue rápido. Los bonaerenses no tienen buen recuerdo de ningún gobernador que hayan tenido. Están convencidos de que no fueron bien gobernados. Por cierto, no quiere decir que le niego capacidad a Vidal, ni tampoco buenas intenciones. Es un tema estructural.
– Sí, usted habla de la hipertrofia de la provincia de Buenos Aires.
– De una doble hipertrofia. Por empezar, Buenos Aires está hipertrofiada en relación a las 23 provincias restantes. Y, además, está el problema interno a la provincia; el Conurbano está hipertrofiado en relación al resto de la provincia. Buenos Aires es una de las 24 provincias, es el 4%, pero tiene el 40% de todo, población y economía. Aunque tiene una representación federal muy inferior a ese porcentaje. En el Congreso, 3 senadores de 72 y 70 diputados cuando por porcentaje le corresponderían 100. Por eso tiene muchísimo peso en la elección presidencial, pero poco peso en el Congreso. Hay incentivo de peso para seducir a la provincia de Buenos Aires en la etapa de las elecciones cuando es candidato, y de perjudicarla cuando está gobernando. Es un fenómeno que es independiente a si quienes gobiernan son amigos, parientes, enemigos. El sistema es el que fuerza al presidente a hacer eso, porque necesita los votos para ganar pero no para gobernar.
– ¿Qué no hizo Cambiemos para romper con esa hipertrofia, según sus propios términos? ¿Qué podría haber hecho y no pudo o no quiso o no supo?
– Justamente, tendría que haber roto la provincia de Buenos Aires. La única posibilidad de superar esta hipertrofia es reducir el tamaño. Si la dividís en tres, incluso también tendrá mejores condiciones de pelear mejor la coparticipación. Ahora no hay manera de que las otras provincias le permitan una distribución equitativa, porque los demás gobernadores tienen el incentivo de defender sus provincias, con lo que terminan naturalmente perjudicando a la provincia de Buenos Aires, no por malos, por racionales. No hay perversión, lo que es perverso es el sistema. En la gestión de Cambiemos tienen muy claro la situación. El ministro Hernán Lacunza conoce perfectamente el problema, hay clara conciencia de lo ingobernable que es, de que no hay nada más contrastante que el conurbano y los distritos rurales. En el medio, están las grandes ciudades como Mar del Plata y Bahía Blanca. La Provincia es tan heterogénea que se torna imposible la representación común. Lo que beneficia el campo no beneficia a la ciudad, y a la inversa. Y eso se ve claramente por los medios de comunicación. En cada provincia hay un solo diario importante. En Buenos Aires está El Día de La Plata, que es de esa ciudad, no de la Provincia, los diarios de Mar del Plata, de Bahía Blanca, de Junín. Y el que vive en Vicente López se informa por los medios nacionales. La ficción del vecino bonaerense, es una ficción, no hay vecindad posible.
– En el interior de la Provincia, además, creen que los habitantes del conurbano tienen privilegios con los planes sociales, las inversiones en obras públicas, y ellos piden caminos rurales para poder producir y nunca están en las prioridades.
– Sí, se vive como un privilegio que se busque beneficiar a la mayoría de la población, aunque se trata de una opción democrática. Los intendentes del interior sienten que son mendigos de La Plata, porque tienen poca autonomía en sus municipios. El mejor intendente es el que tiene un ministro amigo y le puede pedir plata. Son pocos los municipios que tienen recursos propios, los demás tienen que manejarse en los pasillos de los ministerios.
– ¿Le cree a Vidal cuando habla? ¿No la ve un poco impostada? ¿O ella le habla a un sector no politizado, que necesita un poco de actuación?
– Sin ninguna duda, la política es arquitectura, es teatro y es combate. Y es buena en teatro y en combate. No es tan buena en arquitectura. Pero, como dije, no es por limitaciones personales.
– Le cambio de personaje. ¿Qué opinión tiene del Presidente? ¿Lo decepcionó?
– No lo conozco personalmente, puedo hacer el análisis desde lejos. Y me decepcionó la gestión, pero por una razón muy simple. La evalúo con los parámetros que ellos mismos establecieron, pobreza e inflación. Por otro lado, yo viví por dentro la debacle del gobierno de De la Rúa, así que valoro mucho la resiliencia de este Gobierno que ejerce una notable adaptación flexible. Jorge Asís dice que el de Macri es el tercer gobierno radical. Y efectivamente puede ser un gobierno radical por lo malo, pero no en el sentido de su fragilidad. Es una mala gestión pero no es políticamente frágil.
– ¿Coincide en que Macri es un presidente distinto a los que hubo en la historia de la Argentina? No solo porque no viene de la política, sino porque es extremadamente ordenado, se impone objetivos precisos y racionales, le cuesta transmitir emociones, no tiene dotes oratorias. Es raro algo así en nuestro país.
– Sí, raro lo describe bien. Me da la impresión que lo que pesan sus los rasgos de ingeniero que se pone objetivos, porque todo lo demás acepta moldearlo. Al revés del político tradicional, que no está dispuesto a moldear su personalidad, ni el marketing, ni escucha a los consejeros. Un político puede querer la presidencia en un momento, y la gobernación en otro, o nada. Alfonsín decía que si la gente quería girar a la derecha, era preferible perder las elecciones. Es verdad que lo decía después de haber sido presidente, cuando lo era fue más pragmático, cedía cuando tenía que ceder. Pero no cambiaba su personalidad. En cambio, Macri no tiene problemas en hacerlo. Lo que no cambia nunca es el objetivo.
– ¿Y diría que el Gobierno tiene fallas de comunicación? ¿O que comunica tan bien que la mayoría piensa que lo hace mal? Digo porque, finalmente, llegó a Presidente, lo que era inimaginable hace pocos años.
– Yo diría que siendo la gestión tan mediocre, la comunicación tiene que ser bastante buena. Porque si no, no se explica que pueda seguir sin mayores problemas. Tienen el talento de vender sus fallas desde la humanización del líder. Equivocarse les sirve. Se equivoca y pide perdón. Como el personaje de Capusotto, Juan Domingo Perdón, que dice vótenme aunque me haya equivocado, perdón perdón.
– Claro, se paran en que dicen la verdad, en que el INDEC no miente, lo que es cierto.
– Sí, que dicen la verdad y que la próxima tratarán de hacerlo mejor.
– Se suele criticar a la mesa chica del Presidente porque sabe poco de historia lo que llevó a cometer errores de principiante en política, a pesar de que lograron cosas que parecían imposibles. ¿Coincide con esa crítica? ¿La historia enseña en política o es una mochila?
– Depende. Hay gente que la usa bien y hay gente que la usa mal. La historia es el laboratorio de los politólogos, porque vamos allí para ver cómo se comportaron los actores en cada circunstancia y desde allí buscamos pistas para el presente. Con Macri y el PRO es inevitable que uno piense que si hubieran sabido mucho de historia, tal vez no hubieran trazado opciones innovadoras, que no están en la paleta de lo conocido. A lo mejor, pensás lo impensable, cosas que nadie pensó. Tiendo a pensar que fue más beneficio que problema, aunque tal vez tenga que ver con la suerte, como suele decir Emilio Monzó. Tal vez la ignorancia lo ayudó porque tenía puesta la vista adelante, pero no es lo que sucede en la mayoría de las personas.
– La mesa chica parece estar muy confiada en que volverá a ganar, solo porque nunca perdieron desde que implementaron lo que ellos llaman el "método científico" de ganar elecciones. Pero con ciencia o sin ciencia, muchos líderes ganaron elecciones en forma sucesiva hasta que un día la perdieron. ¿El método no puede fallar?
– Sí, claro, el método funciona mientras funciona. Los que son genios hoy, pasarán a la historia veremos cómo. No sabemos. Pero eso les pasa a todo. Los grandes fundadores de procesos transformadores terminaron perdiendo y con partidos muy chiquitos, que tuvieron derrotas catastróficas. Le pasó a Ben Gurión, el fundador del Estado de Israel, o a Winston Churchill, que después de haber ganado la Segunda Guerra perdió las elecciones. La derrota es algo que le puede va a pasar a todos. Son muy raros los casos en que no sucede, salvo que te vayas antes, como fue el caso de José Luis Aznar.
– Nunca nada es seguro, pero todo indicaría que Mauricio Macri va a reelegir. ¿Será bueno o malo para la Argentina?
– Si es bueno o malo que Macri eventualmente gane la reelección, depende de su capacidad para volver a entusiasmar y de la renovación de sus equipos, de que incorpore gente nueva en ministerios y secretarias, que haga cosas nuevas y genere entusiasmo en su propio electorado, lo que hoy no se ve.