Una extraña visita quiso ver a la viuda del secretario de Kirchner en la cárcel antes de que se arrepintiera

Otra de las acusadas en el caso, arrepentida y liberada, llamó por teléfono a Carolina Pochetti para que recibiera a un amigo que tenía un mensaje y un bolso para entregarle

Carolina Pochetti (Adrián Escandar)

Antes de convertirse en "arrepentida", Carolina Pochetti, la millonaria viuda del ex secretario de Néstor Kirchner, se sintió presionada. Y denunció en la Justicia una extraña visita a la cárcel: era un emisario de Elizabeth Ortiz Municoy, la primera arrepentida de este capítulo de la causa cuadernos y quien aparecía en casi todas las sociedades usadas para lavar 70 millones de dólares en el exterior.

Según pudo reconstruir Infobae, todo ocurrió el 8 de noviembre pasado. El escenario: la cárcel de Ezeiza. Ese día, en el teléfono público del pabellón de mujeres, una voz femenina pidió por Carolina Pochetti. La que llamaba era Ortiz Municoy, la agente inmobiliaria que días antes se había convertido en "arrepentida" de la causa cuadernos y había revelado parte del entramado que se movió detrás del matrimonio Muñoz-Pochetti para comprar propiedades en Nueva York y Miami.

"Hola. Soy Liz. No digas quien soy. Va a ir a verte un amigo mío. Necesito que lo recibas. Tiene un mensaje para darte", le dijo. Pochetti dijo que no entendía, pero la respuesta del otro lado fue: "Escuchalo, por favor".

De amigas a acusadas

Mientras hicieron negocios juntas, Pochetti y Municoy fueron amigas. De hecho, Municoy estuvo en las primeras sociedades que se armaron para lavar dinero, junto a su marido, Sergio Todisco, también acusado. Pero cuando Todisco y Municoy se separaron, el matrimonio Muñoz y Pochetti tuvo que salir a buscar a otros presuntos testaferros. Fue ahí que aparecieron más protagonistas. Municoy, sin embargo, siguió interactuando en varias operaciones.

Municoy fue detenida el 20 de octubre en Mar del Plata y se negó a declarar. Pochetti se entregó en Comodoro Py el 23 de octubre. Asesorada por su entonces abogado Miguel Ángel Plo (hoy preso), la viuda lloró y aseguró que no sabía nada de los negocios de su marido.

Pero el 25 de octubre, Municoy declaró como arrepentida y contó detalles de cómo movían el dinero a Estados Unidos. Logró quedar en libertad, la primera de ese tramo de la causa en salir de prisión. Su declaración como arrepentida se fue ampliando varias veces.

Incluso, Municoy apareció en Comodoro Py el 22 de enero, cuando Pochetti designó un defensor para iniciar su camino al "arrepentimiento". Fuentes allegadas a Municoy buscaron despejar especulaciones. Explicaron a Infobae que la mujer fue a buscar unos papeles personales que el juzgado tenía retenidos en el marco de lo secuestrado en la causa.

La frustrada visita

La cárcel federal de Ezeiza

Apenas media hora después de recibir el llamado en prisión, Pochetti fue avisada por los penitenciarios de que tenía una visita. Era un abogado llamado Pablo Goldberg que pedía verla. En sus manos llevaba un bolso. Casi una ironía teniendo en cuenta la causa por la que están imputada: un sistema de recaudación ilegal con bolsos de dinero.

En el bolso, sin embargo, no había billetes. Solo guardaba artículos de limpieza e higiene personal y varios alimentos, elementos preciados en una cárcel. Pochetti se negó a entrevistarse con el abogado a quien no conocía. Tampoco quiso recibir lo que había en el bolso. Cuando el abogado supo que no iba a ser recibido, autorizó a que se repartiera el contenido del bolso entre otras reclusas.

Goldberg había dejado sus datos en la cárcel. Como era abogado, no pasó por los controles que pasan las visitas que, además, tienen ciertos días determinados para ir al penal. Registró la matrícula como abogado con tomo y folio. En el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal no lo encontraron registrado.

La denuncia

El juez Sebastián Casanello (Adrián Escandar)

La defensa de Pochetti, ya entonces en manos de Daniel Campos –luego de Plo-, se presentó en la causa de los cuadernos para reportar el incidente ante el juez Claudio Bonadio. El juez entendió que no era una cuestión pertinente a la causa.

Fue entonces que Campos hizo una denuncia ante la Cámara Federal en los primeros días de enero, que por sorteo recayó en el juzgado de Sebastián Casanello y la intervención del fiscal Eduardo Taiano, por estos días reemplazado por Carlos Rívolo –fiscal de la causa cuadernos junto a Carlos Stornelli-.

Enterado de la existencia de la denuncia, Goldberg hizo una presentación por escrito en el juzgado. Primero explicó que si no lo encontraban en el registro de abogados porteños, era porque era oriundo de Mar del Plata y que su matrícula no estaba "desactivada" porque no ejercía, indicaron fuentes judiciales.

Y después explicó las razones para presentarse en la cárcel. "Soy judío practicante y me enteré de que la señora Pochetti estaba atravesando una situación de extrema angustia. Cumpliendo los preceptos de mi fe, decidí visitarla", afirmó. Confirmó que la reunión no se concretó y que se volvió a su casa sin verla. La fiscalía solicitó una serie de medidas previas, como datos al Colegio de Abogados de Mar del Plata y al Servicio Penitenciario, para corroborar los hechos.

En tribunales dudan de que la visita frustrada a una reclusa en la cárcel pueda constituir un delito. Sin embargo, el episodio sirve para engrosar los enredos y preocupaciones que se tejen detrás de la causa de los cuadernos, esta vez, en el capítulo por detectar qué sucedió con los 70 millones de dólares que pasaron por las manos de Daniel Muñoz, el secretario de Néstor Kirchner.