El intendente radical de la capital neuquina, Horacio "Pechi" Quiroga, habla con la seguridad de quien ya se asume como el próximo gobernador de Neuquén. Confía en que el 10 de marzo la fórmula de Cambiemos, en la que lo secunda el diputado y pastor evangelista, David Schlereth, hará historia, al interrumpir por primera vez en las urnas los 57 años de hegemonía del Movimiento Popular Neuquino (MPN).
"Como sucedió con el PRI en México, en la vida nada es eterno", dirá en su despacho capitalino sobre ese movimiento que cultiva "un peronismo perfeccionado en su exacerbado populismo" durante una extensa entrevista con Infobae. El MPN logró entronizarse en el poder sin alternancia —afirma— imponiendo un sofisma: "Ese que dice Neuquén no es una provincia, tampoco un país o un continente, sino que es un planeta aparte. Y el que habita este planeta y no está afiliado al MPN no es neuquino, es un marciano sin futuro", se descarga.
Las encuestas sobre intención de voto exhiben hasta ahora un escenario electoral de virtual paridad entre los tres principales candidatos que aspiran a la gobernación. Según las mediciones de Julio Aurelio, contratado por Quiroga, el radical se impone por uno y tres puntos (24%) al ex líder piquetero Ramón Rioseco (Unidad Ciudadana-Frente Neuquino, con 23%) y al gobernador Omar Gutiérrez (MPN, 21%). Ante ese escaso margen, signado por una contienda sin ballotage, en la que la diferencia de un voto puede definir la elección, la realidad es que ninguno se perfila como un claro ganador.
Quiroga lo sabe y, frente a ese escenario, desenvaina sus armas: propone aumentar las regalías hidrocarburíferas y volcarlas en infraestructura; intensificar la "rezagada producción convencional" y licitar otras áreas sujetas a la explotación inmediata. También postula diversificar la matriz económica de la provincia, hoy monopolizada, dice, por la extracción de recursos no renovables como el shale gas y shale oil. Quiere incrementar las exportaciones de fruta; empoderar a la vitivinicultura; apuntalar a la ganadería y dinamizar el turismo.
"Desde la exploración de litio a la instalación de salmoneras en lugares aptos ambientalmente, yo pienso en el desarrollo sustentable de la provincia a 50 años", dice. Y redobla su apuesta en materia de seguridad, empleo público, y en esa asignatura pendiente—afirma—que es el otorgamiento de títulos de propiedad a los ocupantes legítimos de tierras.
Según la Sedronar, Neuquén ostenta el mayor consumo de cocaína per cápita del país y la estadística delictiva sitúa a la provincia como segunda en el ranking nacional en cantidad de robos cada 100.000 habitantes. En ese contexto, dice que combatirá el narcomenudeo y la delincuencia formando grupos de elite en las fuerzas de seguridad provinciales y entrenándolos en inteligencia criminal.
Quiroga, "ferviente admirador de Julio A. Roca", es enfático al reconocerse como un candidato políticamente incorrecto: "La corrección política se la dejo a la izquierda, que son una manga de inútiles y hunden al país", dispara. Y se reserva otra declaración altisonante, entre muchas otras que postula en esta entrevista, al describir al papa Francisco: "Tenía que llegar un Papa argentino, populista y peronista para romper una institución que viene perdurando hace más de 2000 años".
-¿Cuáles son las condiciones objetivas por las cuales cree que puede terminar con la hegemonía del MPN?
-Como sucedió con el PRI en México, en la vida nada es eterno. El MPN comenzó a gobernar el mismo día en que yo tomaba la primera comunión, en 1963, y pudo mantenerse 57 años porque el partido funcionaba como oficialismo y oposición. Pero para asumir una oposición responsable lo único que te faltaba era convertirse en guerrillero. Eso sumado a la industria del puntelaje y el clientelismo que hace que hoy tengamos más de 70.000 empleados públicos: el 38 % de la población económicamente activa en Neuquén. Porque hay que entender que el MPN hoy es un peronismo perfeccionado, con un populismo exacerbado en su ADN. Ha gobernado con un presupuesto que dividido por cada habitante supera ampliamente en recursos al de otras provincias. Tomando como ejemplo el presupuesto de 2017 y comparándolo con los recursos por habitante de Córdoba ($34.000), Mendoza ($36.000) o Río Negro ($49.000), Neuquén tuvo $108.000. Y sin embargo, no hay obras, no tenemos mejor salud ni educación y cargamos con una provincia muy endeudada. Por cada $100 que ingresan, hay deuda por $62. Y nos ponemos contentos cada vez que sube el dólar porque se incrementa lo que percibimos por regalías. En cambio, en la municipalidad que presido, por cada $1000 que ingresan, debemos 0,97 centavos. Hay claras diferencias de administración: no gastamos más de lo que tenemos, hemos aprendido a ahorrar y destinamos el 37 % de nuestro presupuesto a grandes obras públicas sin endeudarnos.
-Representar a Cambiemos en este momento tan crítico de la economía, ¿le suma o le resta votos para su elección?
-Acá lo que está en juego es cómo se va a administrar la provincia de Neuquén. Y no voy a renegar de lo que soy, porque me hago cargo de las circunstancias buenas, malas y las más o menos. Soy consciente de que estamos viviendo una situación de muchísima angustia, donde el límite de las cosas es el hambre. Pero para salir o desembarazarnos de ese gen maldito que se llama populismo, tenemos que cruzar el río. Con angustias, con llantos, con postergaciones. Pero esta Argentina bipolar tiene que ver una cosa: o vuelve al pasado, con el riesgo de ser Venezuela o cruzamos el río braseando por más olas y tempestades que vengan, sabiendo que la situación es compleja. Yo no voy a especular con qué es lo que me conviene más o menos. Quiero seguir haciendo fuerza para cruzar al otro lado del río y mirar desde la otra orilla el populismo como una etapa superada de los argentinos.
-¿Qué efecto cree que tendría entre los neuquinos si el Presidente vinieran aquí a respaldarlo?
-Ayudaría a aclarar las aguas. Porque hay algunos que creen que el Presidente tiene mejor relación con el gobernador. Yo aplaudo esa buena sintonía: debe ser así.
-¿Se sintió postergado?
-Primero, no soy celoso. Segundo, viví la otra cara de la moneda durante el kirchnerismo. En los años en que fui intendente jamás me recibieron. Ni siquiera para darme un café frío y escupido. Hablo del ministro Kicillof, a quien me cansé de llamar una vez por semana. Yo le decía a su secretaria: "Mire, dígale que necesito reunirme con él para mostrarle los buenos resultados financieros que tenemos. Pero también para lograr unos recursos para obras para las que no tenemos espalda. Dígale también que si no me va a atender, no importa: yo lo seguiré llamando igual. Y trasmítale, por favor, también de parte mía, que como sé que no me va a recibir y aún sabiendo que debería contenerme, que se vaya a la reputísima madre que lo parió. Y que le repetiré esto como un rezo laico todas las semanas hasta que él deje de ser ministro de Economía".
-Pero no respondió la pregunta: ¿cree que puede despegarse de la coyuntura económica nacional frente a su electorado?
-He ganado elecciones en situaciones adversas, en distintas veredas en relación a quien gobernaba la Nación. En el 2011 competimos contra el kirchnerismo, contra el MPN, y contra la UCR que era mi partido. Ganamos igual. La gente sabe lo que hemos hecho en la ciudad de Neuquén. Y sabe que lo podemos repetir en toda la provincia. Cuando me hice cargo de la intendencia, las calles asfaltadas eran sólo del 30 %, hoy son el 80 %. Sacamos una terminal que era un certificado de vergüenza e hicimos otra moderna como si fuera un aeropuerto y ahora estrenaremos el primer Metrobus. Desarrollamos todo el Paseo de la Costa sobre el río Limay que era un área inaccesible y hoy es un espacio público por excelencia. Hicimos un Museo de Bellas Artes vinculado al MNBA. Trajimos a Julio Le Parc, las exposiciones de Picasso, Rembrandt, los grabados de Goya. Hoy ese museo, diseñado por Mario Roberto Álvarez, es una obra monumento, premiada por la Bienal Internacional de Arquitectura. Y todo con recursos municipales. Toda esa transformación apuntó a cambiar el espacio público. Este año calculamos que habrá permisos de construcción por más de 1 millón de m2 en inversión privada. Además, estamos estrenando el primer Metrobus.
-El senador Guillermo Pereyra le reclama a la Nación un fondo de reparación histórica para desarrollar Vaca Muerta. ¿Usted está de acuerdo con que el Estado Nacional deba invertir en infraestructura en Vaca Muerta cuando las regalías por hidrocarburos van a la provincia?
-No voy a discutir con Pereyra; tiene una visión demasiado silvestre para mi gusto. A la Nación lo único que hay que pedirle es que cumpla con la coparticipación federal de impuestos. No solo no le tenemos que pedir un peso a la nación para desarrollar Vaca Muerta, sino que bien administrada no es necesario pedir un peso. No se puede tener un gobierno federal con 24 gobernantes mangueros. Cada provincia tiene que ser consciente de la potencialidad de su territorio. Y en el tema de Vaca Muerta, especialmente, a esos recursos hay que blindarlos. Nosotros no los utilizaríamos para pagar la luz, el gas, las horas extras, el papel higiénico, el café o para hacer demagogia barata y sostener a la industria de los punteros. Los volcaríamos para mejorar la calidad de vida de los neuquinos, promoviendo urbanizaciones, obras de infraestructura, desarrollo en general.
-¿Cuál sería un modelo eficiente de administración para Vaca Muerta?
-Estoy de acuerdo con desarrollar el shale pero también hay que licitar y mejorar la producción de los pozos convencionales que tienen un costo operativo muy inferior y a eso se le podría bajar unos puntitos de Ingresos Brutos. Pero Neuquén tiene que aumentar las regalías. Una variable podría ser que las licitaciones, que son procesos de competencia y de selección, se otorguen en función de quién paga más regalías con beneficios para las empresas que más velozmente concretan las inversiones. Hoy se concesionan áreas y se permite que las empresas hagan un negocio inmobiliario: no las ponen a producir inmediatamente, luego las venden para que otros las exploten o directamente no invierten para la extracción. En ese último caso las regalías son cero. Hay que defender todos esos recursos porque somos los propietarios. Neuquén tiene que capitalizar lo producido en infraestructura, como dije, y en permitir la diversificación de la economía. Hay que incrementar las exportaciones de la industria de frutas y vitivinícola, robustecer la ganadería en el norte de la provincia, apuntarlar al turismo y salir a conquistar mercados. Chile con la misma materia prima que Neuquén lo hace. Pienso también en la exploración del litio para minería, aunque no me gusta la minería a cielo abierto, y en el desarrollo de salmoneras en lugares seguros y ambientalmente aptos. Yo pienso para los próximos 50 años.
-¿No teme que a querer modificar las reglas a las petroleras sea acusado de vulnerar la seguridad jurídica?
-Lo bueno en ese caso es que nos ponemos exigentes todos. Y me parece bien porque las exigencias bien entendidas nos pueden llevar al éxito a ambos en serio. Por ejemplo, les vamos a exigir mayores controles ambientales, ya que hemos tenido algunos problemas. Yo no les tengo miedo a los grandes empresarios; los respeto y todos necesitamos de esta provincia y de Vaca Muerta. Pero la actividad del petróleo y del gas tiene tres etapas: exploración, producción y remediación. Si hay una que no hacemos, estamos haciendo las cosas mal. Y cuando hablo de la ecuación económica, yo también me pongo en el lugar de las empresas, sobre todo cuando algún CEO tiene que explicarles a los accionistas cosas inexplicables. Por ejemplo, la prepotencia del gremio fuera de Vaca Muerta, o las ocupaciones irregulares por parte de seudocomunidades mapuches que en realidad hacen mapuchismo: tienen una gran capacidad selectiva para elegir dónde hacer despelote. O son lugares de alto valor inmobiliario, en la zona de los parques nacionales, o donde hay hidrocarburos. Y le aseguro que allí antes no había ni lagartijas.
-¿Cómo lo va a combatir?
-Haciendo cumplir la ley. YPF ha hecho más de 200 denuncias penales en la provincia de Neuquén y nunca se ha investigado o dictado medidas que sean conducentes. De hecho había 27 pozos en Loma La Lata que no podían operar porque una comunidad les exigía un derecho de perforación inexistente. Acá se permitió que funcione un estado dentro de otro estado: funcionó el estado mapuche dentro del estado neuquino. Me consta que a YPF le resulta muy difícil poder explicarles eso a los accionistas. Hay días que tienen tomado un yacimiento, no pueden operar y los neuquinos perdemos tantos dólares como ellos. Si todos acatamos la ley, no es necesario el uso de la fuerza. Pero acá usa la fuerza cualquiera menos el Estado.
-¿Va a apurar la entrega de títulos a comunidades que estando en regla hace años los esperan?
-Lógico. Hay que regularizar esa situación y decirles que son bienvenidos al sistema capitalista como sucede en otras partes del mundo. Tienen un beneficio inicial que es la titularidad de la tierra y la posibilidad de asociarse incluso con otras comunidades o etnias para lograr una ecuación económica que les permita vivir mejor y por supuesto pagar impuestos.
-¿Las tierras en posesión comunitaria no están exentas de tributos?
-En realidad, en Neuquén nadie es dueño de nada, porque nunca han entregado títulos. No sólo los mapuches, también los crianceros del norte y mucha otra gente tienen tenencia precaria. Es un tema prioritario: hay que convertir al ocupante legítimo en propietario. Y el que no lo sea, se tendrá que ir.
-No es lo mismo ser intendente que manejar las fuerzas de seguridad en una provincia con un alto índice de delitos que además lidera el consumo de drogas. ¿Qué postula en materia de seguridad?
-Hay que entender por qué se producen esos números. No hay dudas que el ingreso per cápita en Neuquén es superior al de otras provincias. Hay dos aspectos que hemos estudiado: la cocaína que se logra sacar de Bolivia cuesta 1000 dólares el kilo. En territorio argentino cuesta hasta cinco veces más. Pero si pasa a Chile, ese costo se multiplica otras dos veces.
¿Hay tráfico de Neuquén hacia Chile?
-Lo he hablado con la ministra [Bullrich] y han mejorado muchísimo los controles. Acá hubo pasos como el Icalma, que está a la altura de Villa Pehuenia, donde se han encontrado esporádicamente pasos clandestinos a través de cuatriciclos y a algunas de esas personas se les ha encontrado droga. En la esfera provincial, hay que llegar con mayor efectividad a los pozos y yacimientos. El mismo Pereyra dijo que el 40 % de las personas que trabajan en los yacimientos consume cocaína.el Ahora bien, alguien se la lleva. De la misma manera que hay prostíbulos clandestinos. Son todas cosas que hay que erradicar y lo primero que deberán saber los dealers es que vamos a formar grupos de elite para hacer inteligencia. Y que no me vengan a correr por izquierda después con que le están haciendo inteligencia a los opositores, a los grupos de izquierda o a los sindicalistas. Así ellos terminan siendo funcionales al narcotráfico y a la delincuencia organizada. Porque algunos gobernantes, incluido el actual, temen hacer inteligencia por ese prejuicio. Nosotros vamos a hacer inteligencia y los narcos van a tener miedo de venir a Neuquén porque los vamos a meter presos. Y a la delincuencia organizada la vamos a enfrentar con la fuerza de la ley y con todos los instrumentos que tiene un funcionario público, incluida su arma.
-¿Qué opinión tiene sobre cómo ha manejado a nivel nacional el tema seguridad la ministra Bullrich?
-Ha mejorado mucho, ha tirado un mensaje muy claro a la sociedad, a pesar de los famosos progres que tiene este país, que son una manga de inútiles que hunden al país. Ella se anima y marca la diferencia.
-Si es electo desplegará una política similar a la de la ministra…
-No, muchísimo más exigente. Ella se maneja en un país donde antes gobernaban los que se creían con derecho a no tener razón. Aquellos que decían que en Argentina había menos pobres que en Alemania y cuando los refutaban decían: "Yo tengo razón y ¿qué?". En esta sociedad donde todavía quedan muchos vestigios sobre el derecho a no tener razón, hubo que redactar un protocolo que para mí no es necesario. Terminemos con la hipocresía: si queremos una policía que nunca saque un arma, digamos: "Señor, usted nunca va a sacar un arma".
-Sus propuestas electorales, ¿no son demasiado radicales para una sociedad acostumbrada a otras reglas?
-Claro que lo son, porque lo que proponemos es cambiar. Acá los policías son asistentes sociales. Y yo no sé si la sociedad neuquina está preparada para este cambio, pero los políticos tenemos como misión fabricar futuro. Los políticos que creen que a los problemas los resuelve el tiempo proyectan el peor escenario.
-¿Cómo está en las encuestas?
-Tenemos 24 puntos. Estamos un punto arriba de Rioseco, del FPV, y a tres del gobernador Omar Gutiérrez, del MPN, según la medición de Julio Aurelio. Los números de Isonomía que aporta el gobierno nacional son similares.
-¿A qué le atribuye este robustecimiento en la intención de voto a Unidad Ciudadana?
–Neuquén es una provincia muy peronista. El MPN nace del neoperonismo. Por eso el peor peronismo fuera de Buenos Aires siempre fue el de Neuquén. El tema es que el MPN, que concentraba y contenía a todo el peronismo, se fue desdibujando. Cambió diciendo: "No, nosotros somos neuquinos". Hoy hay polarización y por eso veo una gran posibilidad de llevar adelante la alternancia. Incluso si ganara Unidad Ciudadana también sería bienvenida la alternancia.
-¿A pesar de que Rioseco se sitúa en las antípodas de su ideario?
-Sí, y por suerte, si no todos decimos lo mismo. ¿Usted cree que mucho de lo que digo a mí me conviene decirlo? La verdad es que no. Pero la gente me conoce y si llego a mentirle se va a dar cuenta de que lo estoy diciendo por una cuestión electoral. Más allá de que soy un hombre grande para ocultar cómo pienso.
-Pero también es un político en campaña.
-Pero para mí la política pasa por decir lo que uno es. Y yo soy esto, además de ser un ferviente admirador del presidente Roca…
-Tiene siete hijos, ¿es muy católico?
– Soy vocacionalmente creyente pese a mi esfuerzo adolescente por ser ateo. Pertenezco a una familia chupacirios, en la cual los domingos se sentaba el cura a nuestra mesa. Y he mirado siempre a la iglesia como una institución solemne, llena de misterio y casi perfecta. Tenía que llegar un Papa argentino, populista y peronista, para romper una institución que viene perdurando hace más de 2000 años.
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