Aníbal Fernández se cansó de "la vecindad del Chavo". Así le llaman él y su familia al parador a donde iban hasta hace un par de años. Si hubieran alquilado una carpa ahí este verano, por caso, se habrían cruzado con un elenco importante: la vicepresidenta Gabriela Michetti, Mario Pergolini, Luis Majul, el publicista peronista Pepe Albistur, intendentes, empresarios, deportistas y fisgones. En cambio ahora el ex jefe de Gabinete del Gobierno kirchnerista se aleja del remolino social. Pasa todos los días en una playa pública de Cariló, en 10 minutos cada mañana clava un gazebo, a distancia prudencial de otros seres humanos, y se sienta en su reposera y lee o mira el mar. No mucho más. "Hasta que las velas no ardan".
El año 2018 lo tuvo al último candidato a gobernador bonaerense peronista con un perfil levemente más bajo en la escena política o mediática. Podría estar relacionado de alguna manera con el alejamiento deliberado en la playa, pero no, es mera casualidad. "Nunca dejé de vivir para la política. Este año voy a aparecer más", avisa.
Año electoral, Fernández no dejará de ejercer como abogado (defiende, entre otros, a Cristóbal López y Fabián De Sousa, empresarios detenidos) pero volverá a concentrar sus capacidades al servicio de la política. Desde ese lugar, en la charla con Infobae, denosta la gestión Macri y lo acusa de "mafioso corrupto", y reclama la unidad peronista.
A su juicio, el colectivo opositor discurrirá detrás de quien más mida y esa será Cristina Fernández de Kirchner. "La yegua va a trotar. Va a ganar en primera vuelta", dice con firmeza, y acompaña con movimientos de sus brazos tatuados -como contará- por amor a sus hijos.
—¿Está políticamente activo o se retiró?
—Absolutamente activo, pero no tengo necesidad de ir a 400 mil programas. En febrero, marzo, abril, mayo, seguramente estaré yendo a un montón de programas de televisión. No pienso dejar de vivir para la política. Voy a seguir trabajando para lo que quiero. No me interesa ser diputado, mi responsabilidad está en ayudar desde el lugar que pueda, colaborando porque nunca me fui.
—¿Cuál es su perspectiva para este año?
—Acompañar al que le dé mejor. Sigo creyendo -es un análisis estrictamente personal- que la que mejor da es Cristina, creo en ella, pero acompañaré al que mejor le dé para dar una pelea para vencer a esta derecha corrupta que gobierna.
—¿Es conveniente para el peronismo que la ex Presidenta se presente?
—No es una cuestión de conveniencia. Cristina no tiene techo. Si vos te ponés a pensar cuántos son las que no la van a votar, debo decirte que cuando sacó el 54% hubo un 46% que no la votó. Y cuando Juan Perón vuelve a la Argentina en el momento más contundente sacó el 62%, quiere decir que el 38% no lo votó. Hay un porcentaje que nunca va a votar al peronismo.
—¿Y por dónde se gana la elección?
—Hay cuatro segmentos bien definidos. El primero, del lado de la izquierda, que con el culo afuera del sulky nos va a votar igual; el de la derecha, que no nos va a votar nunca; el segmento que viene de la izquierda hacia acá que nos votó, medio nos puteó y nos va a volver a votar porque se dieron cuenta de la catástrofe que hicieron estos tipos con los trabajadores, los jubilados, los discapacitados, todos esos deberían tener una lógica de pensamiento. Esto (por Cambiemos) no es el radicalismo o el peronismo que pensaban en una Argentina mejor. Estos tipos son una mafia que está llevándose todo para su familia y sus amigos y los demás les chupan un huevo. Vos razoná que hicieron lo imposible por explicar que la represa en Santa Cruz era un megaafano entre Electroingeniería y los chinos y el kirchnerismo y ayer el impresentable de Macri va a mostrarla como su obra del mundo. Pero la empezamos nosotros. Y ellos hicieron lo imposible para que se cayera la empresa.
—Usted…
—Pará, falta el cuarto segmento. Creo que hay muchos que siguen llamándola "la yegua" y que cuando posiblemente entren al cuarto oscuro se hablará de la traición del cuarto oscuro. Van a pensar en cómo se vivía cuando "la yegua" gobernaba y no en esta porquería, que es una mafia corrupta.
—Es curioso porque de los dos lados se acusan de "mafia corrupta".
—Sí, pero con una diferencia muy grande. En esta yo te la puedo mostrar. Te muestro al Presidente con el negocio de los correos, se quiso perdonar 70 mil millones de pesos. En un decreto que él sacó y le dio la obra del soterramiento del Sarmiento a su primo, a su empresa, porque IECSA es de los Macri, aunque él se corrió y se la vendió teóricamente a Mindlin. Los derechos los sigue teniendo Calcaterra, que es el primo de Macri. No se la cree ni Dios. Lo que hizo con Autopista del Sol, pusieron el peaje por el cielo porque siguen siendo los dueños de la inversión. Mil te puedo pasar. Los Panamá Papers, los Paradise Papers. Este hombre se hizo rico con su padre en favor de los beneficios del Estado. El peronismo no hizo eso.
—¿Ninguno del peronismo?
—Hay personas que han robado, que vayan presos. Que se jodan, no hablo de impunidad, pero sí tengo claro que la que le quieren encajar a Cristina es un papelón. Y se resolverá en juicio y quedarán en ridículo todos los que armaron esto para lastimar, entre ellos a mi amigo Héctor Timerman, que le hicieron la vida imposible hasta impedir su viaje a Estados Unidos para tratarse el cáncer. Estos hijos de puta le van a tener que pedir perdón a su familia en algún momento.
—¿Nada de realidad hay en la "causa de los cuadernos"?
—Primero que es una causa sostenida por fotocopias de fotocopias.
—Pero hay testimonios de arrepentidos.
—Te voy a dar un dato. En Argentina las confesiones no son pruebas. Lo que vos confesás en todo caso lo deberías sostener con pruebas. Si decís que sucedió, demostrameló. Pero no tienen nada. Nada. Son todos versos. Los abogados son muy buenos y les deben de haber dicho que mencionen bien arriba para no ir en cana. Los arrepentidos no tienen nada. Todo lo que se está haciendo es una farsa.
Fernández menciona una avalancha de leyes, artículos e incisos para explicar lo que para él es la inconstitucionalidad de la figura del arrepentido. Los dice casi sin tomarse una pausa para respirar.
—Se acuerda de todos los artículos, Aníbal, qué memoria.
—No te olvides que soy contador, me es fácil recordar números. Y se me hace fácil la explicación.
—¿Su mnemotécnica es a través de números?
—Todos, hasta la quiniela, que nunca jugué en mi vida, me sirve para memorizar.
—Y también le otorga poder argumental. ¿Quién le va a discutir si lo que dice está bien o mal? Hay que salir a buscar el Código Penal.
—En el Senado algunos amigos de otros partidos me anotaban las leyes y los números para corroborar. Y nunca me pescaron, ¿eh?
—Volviendo a la cuestión electoral, ¿está de acuerdo con la frase de Gioja que habla de unir al peronismo hasta que duela?
—Sí, sí. Hay que tragarse los sapos que vengan. Seguramente un sapo seré yo. Y yo deberé tragarme los míos, pero unidad hasta que duela. Todo el arco peronista. Y las posibilidades de sumar fuerzas de otro color político que no estén dispuestas a soportar la catástrofe a la que están sumiendo al pueblo argentino.
—¿Por ejemplo?
—Hay gente del radicalismo, otros sectores están trabajando para buscar un formato. Yo no tengo dudas de que no me separa nada del radicalismo. No puedo dudar que el radicalismo no sea un partido nacional y popular. Nada me separa.
—Ricardo Alfonsín critica a la UCR por estar en Cambiemos, pero discute internas.
—No te olvides que debe ser difícil para él. No creo que haya que romper el radicalismo. La UCR que forma parte del Gobierno no es la que Raúl Alfonsín quería. Él decía que si la sociedad argentina se derechizaba tenían que acostumbrarse a perder elecciones, porque nunca jugarían con la derecha y menos con Macri, y mirá dónde están ahora. Hay tipos que los mirás y pareciera que fueran más fachos que Macri, que es muy difícil.
—¿Cuál le parece a usted el esquema imbatible del peronismo para las elecciones?
—El ideal es el que mejor da. Vos tenés al Chivo Rossi, a Coqui Capitanich, a Felipe Solá, que están caminando. Alberto Rodríguez Saa y Miguel Ángel Pichetto, también. Todos tienen derecho a serlo. Cristina, por supuesto. "La yegua" va a trotar. ¿No va a trotar la yegua?
—No menciona a Massa.
—Sí, pero Massa tiene su espacio político. Tengo que respetárselo. Ahora, ¿qué va a hacer él? Si acuerda y en el marco de alianzas forma parte, bienvenido sea. Yo soy amigo, no coincido en algunas cosas, pero en lo personal no tengo problemas con él. Si acordara sería bárbaro. Pero dentro del peronismo que corran todos y a ver a quién le da. Cuando llegue el momento y midan, la única que va a medir es "la yegua".
—¿A Cristina le conviene salir a hablar o esperar hasta último momento?
—Mirá, a esta altura Cristina ha demostrado ser una estadista. Porque sin decir una sola palabra les marca la cancha todos los días. Todos los días. Lo que está haciendo es demostrar que las políticas que llevó a la práctica fueron lo que fueron. ¿La querés mostrar como una corrupta? No lo es. Quiero que me muestres al tipo con los huevos más grandes del mundo que se le plante a Cristina y le ofrezca el 1% de algo para cerrar un negocio. La patada en los huevos que le da, no te lo imaginás. No le podés encajar el sayo.
—¿Y qué autocrítica hace de la gestión kirchnerista?
—Yo no hago autocríticas. Ustedes hagan las críticas. Las autocríticas son autoflagelos. Me dedico a defender a mi gobierno. Porque se supone que, cada vez que nos equivocamos, que fueron muchísimas veces, lo corregimos. Seguramente nos quedaron cosas para corregir.
—El escenario electoral planteado hoy lo tiene a Macri, a Alfonsín pidiéndole una interna con Lousteau, está Lavagna posicionado, y Massa. Excepto Macri todos en algún momento trabajaron para el gobierno de ustedes.
—Lavagna es una figura respetable, reconocida, no hablo desde lo intelectual, porque al lado de Macri Lavagna es Churchill por 6.000. Es un tipo serio, de estatura, responsable. Yo laburé cerca suyo, conviví. Pero creo que no es un tipo que llame la atención al electorado. El caso de Lousteau es una figura que se presenta interesante para la Ciudad. Ricardito lo viene planteando, lo he leído, pero el PRO ni en pedo le da la primaria que él plantea. Que la oposición haga lo que quiera. Me preocupa llevar una propuesta de unidad. Porque el que resuelve este quilombo es el peronismo.
—¿Se refiere a los pagos de la deuda para 2020 y después?
—Razoná un tema: en 2020 vencen 5.600 millones de dólares, en el 21, vencen 21.200 millones; en el 22, vencen USD 22.300 millones; en el 23, vencen 7.600 millones de dólares. ¿Cuánta guita te van a dar los bancos? Nada. ¿Qué te va dar el Fondo? Nada, si ya te lo dio. ¿Y con qué lo va a pagar? Con lo cual, la complicación es severa. No puede llegar al Gobierno alguien como Macri, que le gobiernan otros, y dudo que sepa leer. Por eso tiene que llegar el peronismo.
—¿Esos tres años usted los intuye peores que estos tres que pasaron?
—Totales. Peores que en 2003 cuando agarró Néstor. Él decía que había que salir del infierno. ¡Mamá! ¿Sabés en el infierno que vas a encontrarte ahora?
—¿Y usted dónde quiere jugar en las elecciones?
—No, yo quiero ayudar al peronismo. No estoy buscando nada. Solo quiero que el peronismo gane.
—¿Y qué sabor le dejó la derrota en la gobernación?
—Ninguno. En la guerra hubo fuego amigo. Pero no hago cuestión eterna. Hice mi duelo. A mí no solamente me perjudicó el programa que me hizo Lanata a una semana de la primaria. Nadie razona que compitió Felipe Solá, que era un muy buen candidato, y esos puntos tendrían que haber sido míos la mayoría. Ya está.
—Antes dijo que Macri era un "facho". ¿Le parece?
—¡Uf! No es más facho porque no entiende qué es. Es un libro sin tapa y sin hojas. Es un hombre sin formación, ni cultural, ni política, ni jurídica.
—Pero algún mérito debe tener.
—Ninguno, ninguno.
—¿Y cómo llegó a Presidente?
—Y bueno, cuando yo estaba en la secundaria teníamos una materia que se llamaba Educación Democrática, y te enseñaban que cualquiera en este país podía ser el Presidente. Macri es el ejemplo: cualquiera puede serlo.
—¿Ni siquiera le reconoce que sepa armar equipos, que es lo que siempre le elogian sus compañeros de gobierno?
—¡Ningún equipo! A ver, decime uno. ¿El ministro de Economía? Es un pibito…
—¿Marcos Peña?
—A ver, Marcos Peña. Empecemos por el principio, dejame terminar. Dujovne, cero, nimio es. Es un sinvergüenza que hizo su patrimonio haciendo sinvergüenzadas, no sé qué le podés ver de ministro de Economía de un país a ese tipo. Nada. Marcos Peña, ¿qué está haciendo? Si solo se dedica a agraviar o perseguir a la oposición y manejar los trolls y hacer las pantomimas de ir al Congreso. Nosotros laburábamos.
—¿Nada bueno le encuentra a esta gestión de Macri?
—Nada. Todo es una mentira. Repasemos: pobreza cero, no te tengo que explicar, mentiroso, él dice "va a haber 2 millones de puestos nuevos de trabajo", no para de caer el empleo, dice "habrá créditos para la vivienda", con los UVA les va bárbaro, yo avisé que no se metieran ahí, no pararon de hacer ajuste, control del peso, entraron con el dólar a 9 y está 40 mangos; el Estado en beneficio de la sociedad, mentira; Ganancias, hay 560 mil trabajadores más que pagan. ¿Querés que te cuente más? No hubo beneficios salvo para los tipos megarricos y amigos. Les va bien a los sinvergüenzas de sus amigotes.
—¿Qué sintió cuando lo vio llorar en el Colón?
—Me generó asco. No tiene sentimiento, le chupa un huevo la vida. ¡Fue un papelón! A Cavallo se le cayeron las lágrimas con los jubilados y yo le creí en su momento. A Macri no, es un farsante, un mentiroso.
—¿A Cavallo le creyó?
—Sí, me pareció que el gesto del tipo fue natural. Es un tipo muy duro que tiene más o menos la misma política que Macri. No estoy diciendo que Cavallo era bueno. En la política neoliberal la gente es un número.
Aníbal Fernández gesticula mientras habla. Está sentado bajo un gazebo verde, a la sombra, de frente al mar. Tiene puesta una chomba azul claro y en sus brazos luce, pequeños, dos tatuajes parecidos, que parecen soles. Son un homenaje a sus hijos, un varón y una mujer.
—Cuando mi analista un día me hizo un comentario, en 2012, me dice que para los analistas como ella, de muchos años, los soles… porque yo comenté que mi hijo tenía en el homóplato derecho tatuado un sol, y mi hija en la nuca otro sol, este (señala el de su brazo derecho). Entonces mi analista me dice "¿Usted sabe que el sol significa el padre?". Entonces cuando me dijo así les pedí a los dos, y pregunté si no les molestaba, y me los hice. También tengo un trébol que me lo hice con mi mujer.
—Sus tatuajes están relacionados con el amor y la familia.
—Nada, viste cómo dice Sinatra, "I've got you under my skin".
—¿Le dan ganas de tatuarse más?
—A mí me encantan. Si no tuviera 62 años tendría siete u ocho tatuajes más. Mi hijo creo que tiene 18. Es pediatra y tiene 34 años.
—¿Y qué se haría? ¿Se tatuaría a Perón o el escudo de Quilmes?
—No, no, pelotudeces no.
—¿Nunca se encontró con alguien que tenga tatuada su cara?
—No, hace poquito me mandaron una foto de una señora que tiene tatuado "Aníbal Fernández". ¿Pero está loca? ¿Qué le agarró a esta mina? (risas) Una cosa es tatuarte a un ídolo popular. Cristina es terrible, vi muchísima gente con tatuajes de ella, de Néstor, de sus frases.
—Usted es bastante fanático de Los Redondos. ¿Cuándo empezó a escucharlos?
—Hace 22 años. No recuerdo con qué disco. Pero sí por qué: me di cuenta que había pasado mucho tiempo y no tenía recuerdos de la infancia de mi hijo. Y me sentí un boludo, de vivir para la política, que me hizo llevarme un montón de momentos chiquititos. No hay que cometer el error de no hacerlo porque te arrepentís como yo. Y entonces me puse a buscar cómo conectar con él y me metí con Los Redondos. Y después las vueltas de la vida me hicieron conocerlo al Indio. Pero no hablo de él, respeto su culto a la vida privada.
—¿Cómo aprovecha el ocio en Cariló?
—Solo leo. Ahora estoy leyendo un libro que me trajeron de Barcelona sobre los juicios más importantes de la humanidad (Grandes juicios de la Historia, de José Antonio Vázquez Taín). Y si no leo, me quedo mirando el mar.
—¿Piensa cosas?
—Yo no paro de pensar. Cuando estoy en Buenos Aires juego al carta blanca o al buscaminas, son las dos cosas que me hacen pensar. Me deja la bocha libre y he sacado cosas importantísimas. Acá es igual, parece que mirás el mar y no hacés nada, pero el CPU te da vueltas y vueltas.
—¿No es tormentoso que la cabeza no pare un minuto?
—No, uno se acostumbra. A mí me gusta. Como la memoria, es como un músculo, lo tengo que laburar.
—¿Era buen alumno en la escuela?
—Sí, siempre lo fui. Solo me llevé una materia en la secundaria en tercer año: inglés a diciembre. Solamente una materia en cinco años. Tengo dos carreras universitarias, soy contador y abogado.
—¿Y arrancó joven con la política?
—A los 14. A mí siempre me gustó. En esa época tenía amigos que formaban parte de organizaciones armadas. Yo no, no era mi palo. Mi palo era más intelectual. Si yo tengo mala imagen en algunas cosas no las tengo por ser corrupto, que no lo soy, la tengo por defender a mi partido y me importa un carajo. Yo quise ser eso.
—Usted se construyó a sí mismo así, este personaje de la política es una idea suya.
—Claro, por supuesto, cada tanto aparece el personaje inevitablemente y el personaje te condiciona.
—¿Y con eso no cree que se va un poco de mambo? En Twitter es fuerte su participación. El otro día compartió un video donde cantaban contra Macri y molestaban a unas señoras que no lo hacían. Y usted dijo que era en Mar del Plata pero era un video viejo, tomado en Buenos Aires, en plena discusión por el aborto legal.
—Me importa un carajo. A nosotros nos lo pasan como que era de Mar del Plata. La persona que me lo pasó la respeto y bueno, se puede equivocar. Segundo: yo no hice mención a lo de las pobres señoras. Y rechazo enfáticamente que hayan puesto en una mala situación a esas señoras, y no lo promuevo. Yo dije contra Macri y Vidal.
—¿No se sintió mal?
—No. Pido las disculpas del caso. Y si es de marzo de 2018, ahora es peor. Pero no lo hice con mala fe. Y menos el agravio a las señoras. No me gusta eso. A mí me hicieron cagar la elección con un programa de Lanata donde todo era mentira, ¿y yo no me puedo equivocar con un tuit? Qué vas a hacer.
—Usted tuvo activa participación allá por 2009, cuando su Gobierno estuvo cerca de despenalizar la tenencia para consumo de marihuana. Finalmente esa ley no se votó…
—Siempre discutí que los que iban presos eran los perejiles. La discusión es esa. Hay que discutir una ley de drogas en serio, que en el caso de la marihuana la despenalice. La Corte ya lo dijo en varios fallos, basándose en el artículo 19 de la Constitución. Falta que las Cámaras del Congreso se pongan los pantalones largos y lo resuelvan.
—¿Está de acuerdo con el autocultivo legal?
—Sí, sí. Es una manera de combatir el narcotráfico. Y lo que viene de Paraguay tiene meo de perro, esas porquerías. Es una acción privada de los hombres y respetá que cultiven hasta un límite. Y la cosa puede que funcione. Mirar para otro costado es de estúpido.
—Usted estuvo en el cargo que hoy ocupa Patricia Bullrich, ¿le gusta la lucha contra el narcotráfico que plantea Cambiemos?
—Es mentirosa. Porque los únicos que detuvieron bandas de narcotráfico fue el Gobierno nuestro. Detuvimos a Marcos Estrada, a Ruti, de la 1-11-14, a la Banda de los Serbios. Acá volvemos a la misma: detienen a los camioneros, a los que los narcos te dejan detener, los eslabones bajos. A Bullrich no la respeto en nada. Alguien que viene de Montoneros y ahora se hace la Bolsonaro porque le da ventaja, es politiquería berreta. Siempre ha sido berreta.
—Quizás el año que viene nos volvamos a cruzar en esta playa de Cariló. Pero el país puede que sea otro. ¿Quién cree que ocupará la Casa Rosada el año que viene?
—Yo creo que Cristina. Es mi ilusión personal. Estoy convencido de que gana en primera vuelta. El pueblo argentino no puede ser suicida.
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