Ricardo Alfonsín: "La UCR tiene miedo, pero Lousteau le puede ganar a Macri y tendríamos un presidente radical"

De vacaciones en Valeria del Mar, el dirigente es crítico con la gestión de Mauricio Macri y también con la actitud del radicalismo en los tres años de gobierno de Cambiemos. "Nunca vi a un partido tan alejado de sus idearios", asegura

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Ricardo Alfonsín pasa las vacaciones
Ricardo Alfonsín pasa las vacaciones con su familia en Valeria del Mar (Diego Medina)

Las vacaciones son un agente extraño en el cuerpo de Ricardo Alfonsín. Hacía muchos años que no se tomaba días de descanso lejos de Buenos Aires -donde vive- o de Chascomús -su pueblo natal-, pero esta vez, empujado por sus hijos, el dirigente radical, de 67 años, se internó en el bosque de Valeria del Mar, donde aprovecha los días desde fines de diciembre para leer, escribir y caminar.

La desconexión es parcial. En la cabeza de Alfonsín no hay espacio que no esté colonizado por la vocación política y por los destinos de la Unión Cívica Radical. De modo que aunque los médicos le recomiendan descanso y vida sana tras haber sido operado del corazón, la coyuntura del año electoral lo tiene atado a pensar de qué forma su partido podría volver a gobernar.

Crítico de la posición que tomó la mayoría de sus correligionarios en el frente Cambiemos, Alfonsín cree que la UCR debe volver a ser leal con sus bases y encuentra en él mismo -aunque lo dirá con modestia- pero sobre todo en la figura joven de Martín Lousteau una opción para vencer en las internas de la alianza y cambiar el rumbo"La UCR tiene miedo, pero Lousteau le puede ganar a Macri y tendríamos un presidente radical", dice Alfonsín.

Horas antes de esta charla, planteó en un posteo en sus redes sociales que "Cambiemos no tiene un candidato natural", en referencia a que Macri sea la única alternativa del espacio.

En diálogo con Infobae amplía: "Creo que Martín Lousteau es un buen candidato para el partido, que le puede ganar a Macri en las PASO y que en 2019 podemos tener un Presidente radical", sostiene, con esa forma de enunciar sus convicciones que recuerda a la que tenía su padre.

—Usted es un poco como un paria dentro del radicalismo que integra el frente Cambiemos. Es la voz más crítica.

—Sí, claro. Incluso muchos de los que habían dicho antes que si el PRO ganaba las PASO iban a tener actitud vigiladora de lo que hicieran, que estarían activos para evitar que se tomaran decisiones equivocadas, no lo hicieron. Decir a todo que sí no es la mejor manera de ayudar, ni a un amigo, ni a un hijo, ni a un gobierno. Nunca vi a un partido tan alejado de sus idearios, tan acrítico, ni siquiera cuando gobernaba Alfonsín o De la Rúa la UCR fue tan acrítica, tan afín, tan apocada.

—¿Y por qué cree que se da?

—Porque creyeron que hacer lo que habíamos dicho que íbamos a hacer era algo que podía generar más problemas que soluciones. ¡Pero era debatir! Yo no le tengo miedo a la discrepancia si uno actúa de manera responsable en una alianza. Era necesario que hubiera diálogo dentro de Cambiemos para que saldáramos las diferencias. No hubo un acuerdo programático. Eso es muy difícil de explicar. Y yo lo reclamo y me miran como algo impropio, inadecuado. Pero es lo más natural pedirlo.

—¿Siente que tal vez el radicalismo haya sido usado para acceder al Gobierno y dejado afuera para gobernar? Si no hubo acuerdo programático para 2015-2019, ¿por qué lo habría en la próxima gestión, en un eventual triunfo, en una más que probable decisión de la UCR de volver a competir dentro de Cambiemos?

—El radicalismo no fue usado. Se autocolocó en esta posición. Nunca nadie le dijo "ustedes no pueden opinar". Probablemente el partido creyó que no señalar diferencias era lo mejor para el país. Pero a mí nadie me puede convencer de que acompañar decisiones que no son buenas para el país es lo mejor para el país. Y la UCR no reclamó el acuerdo programático. Es más, tendría que haber sido condición para el acuerdo del frente electoral.  Teníamos el derecho y la obligación de tratar de evitar que cometieran errores. Y la única manera era opinar antes de que se tomaran las decisiones.

—¿Y cree que el radicalismo intentará ir a internas con el PRO o acatará en este caso también la decisión de Macri de ser "el candidato natural"?

—El PRO debe de haber aprendido que ese radicalismo condescendiente no le sirvió.

—Está siendo políticamente correcto.

—Dicen que Cicerón (filósofo y político del imperio Romano) estaba hablando una vez con otra persona sobre cuestiones polémicas y al cabo de 20 minutos de hablar él mientras el otro asentía, le dijo: "Por favor, dime algo no para que sepa que somos dos" (risas). Se necesita un Cicerón en el PRO, que les diga "muchachos avísenme antes de equivocarme, que me tengo que enterar por la reacción popular o por los resultados". Creo que la UCR oficial actuó como si no tuviera derecho a opinar, como si solo pudiera decir que sí.

—¿Y por qué actuaría diferente en las elecciones?

—Cuando los representados sienten que no los representan empiezan a exigir. Y esto pasará en la UCR. Los propios radicales de base exigirán comportamientos más representativos. Primero hay que discutir si se ratifica el acuerdo que se decidió en Gualeguaychú y en 2017. Ahora hay que ver si se vuelve a acordar para la elección de 2019.

—¿Si se ratifica la política de alianza, los radicales de base quieren un candidato propio?

—La inmensa mayoría dice que sí. Y si se ratifica el acuerdo después hay que decir quién será el candidato. Y si los tres (PRO, ARI y UCR) quieren poner candidato que decidan los electores de Cambiemos cuál ofrece el mejor candidato.

—¿Usted cree que Lousteau le ganaría a Macri en esa interna?

—Yo quiero ser respetuoso porque Martín no ha dicho que quiere ser candidato. Me hacés una pregunta y no ponés la pregunta y parece que yo dije Lousteau va a ganar. Yo creo que el acuerdo se va a ratificar y creo que Lousteau y yo queremos que se amplíe Cambiemos. Esa era la mejor propuesta. Creo que Martín es un buen candidato para el partido. Me he sentido más acompañado por sus posiciones que por el radicalismo de mi propia provincia. Él manifiesta sus discrepancias y elabora propuestas para enfrentar problemas de manera diferente a lo que lo hace el PRO.

—¿Y por qué cree que le ganaría?

—Porque los resultados están a la vista de lo que hizo el PRO. Ya pasaron tres años. Mucha gente todavía quiere que Cambiemos le gane a Unidad Ciudadana. No quiere que vuelva Cristina y el instrumento que encuentra esa gente es Cambiemos. Ahora muy bien, pasaron tres años de gestión, los indicadores son iguales o peores que los de 2015 y si le damos la oportunidad en Cambiemos de votar a alguien que seguirá con estas políticas o de votar a alguien que va a tratar de mejorar los problemas y cambiar, seguramente votará al radicalismo. Claro, tendremos que persuadir a la sociedad de que lo podemos hacer. Si gana el radicalismo gobernará la UCR, no el PRO. Como hoy gobierna el PRO.

Para Alfonsín se trata de plantear las posiciones internas de manera transparente. Él quiere que sus electores sepan qué pueden esperar de cada uno de los candidatos. "Que no sea algo para retener votos", remarca sobre las decisiones de los próximos meses, y advierte: "Y algunos en el PRO tienen temor de que puede ganar una alternativa en Cambiemos, porque si Martín le gana a Macri, gana la general. Y Lousteau puede ganar".

—¿O podría ser usted?

—Jaja. Vamos a ver. Yo peleo. En política a veces hay que perder, las peleas son para darlas, no para ganarlas. Tiene que darse la discusión en el partido. Si Martín le gana a Macri es Presidente de la República. Fijate qué evolución extraña podría dar la política argentina que en 2019 podría tener un presidente radical. Estamos dispuestos a buscar consenso más allá de Cambiemos porque la sociedad está harta de vernos pelear. Martín es uno de los pocos tipos que junto con quien habla dice que la grieta es un problema serio que hay que superar.

—Pero la grieta no es nueva, tiene la edad de la Patria.

—Sí, unitarios y federales, peronistas y antiperonistas, radicales y anti-radicales, conservadores, bueh. La grieta es larguísima y está bien que haya diferencias. Pero en gran medida el subdesarrollo del país tiene que ver con esos desencuentros. Terminar con la grieta no es terminar con las diferencias y caer en la ilusión del consenso. Es terminar con la incapacidad para procesar ciertas diferencias en relación a problemas graves y complejos.

—¿Por qué cree que Macri no quiere una interna?

—Creerán que puede complicar sus chances electorales. Porque algunos pensarán que puede haber sorpresas y es preferible suponer que se va a ganar y para qué hacer la interna. Y es preferible creer que hay un candidato natural antes que enfrentar proyectos diferentes pero constructivos.

—¿Macri tiene miedo de perder?

—Es natural. Uno prefiere que no se metan en tu competencia. Nunca uno tiene certeza de la victoria ni de nada. Entiendo que el PRO diga eso. Ahora lo que no puedo entender es que los radicales asuman que no tienen derecho a poner candidato. Los radicales tienen miedo. ¿Miedo a qué? La carrera política tiene sentido si está al servicio de ideas.

—¿Los radicales le tienen miedo a Macri?

—Han salido algunos a decir que el candidato lo tiene que poner el PRO. ¿Por qué razón? Si hubo PASO en 2015. No hay candidatos naturales. La democracia es rendir cuentas y someterse a competencias.

—¿Qué oferta distintiva podría darle Lousteau, o usted, o los dos juntos al votante de Cambiemos a diferencia de lo que puede dar Macri en otra gestión ya con tres años encima?

—Tres años de un gobierno radical serían muy distintos a lo que tenemos con el PRO. Las políticas aplicadas serían distintas, en una visión ideológica diferente. No injurio, no acuso a alguien que piensa distinto. Describo un hecho. La primera idea diferente es que nosotros creemos que los problemas de la Argentina no los resuelve el mercado solo; al contrario, los puede complicar, no porque el mercado sea malo, sino porque la función es generar riqueza y lo que mueve el mercado es el ánimo de lucro, pero una Nación no se construye solo con eso. Sin el Estado es muy difícil. Nosotros queremos un país industrializado, qué tipo de industria, qué tipo de crecimiento necesitamos. Esto no lo puede resolver el mercado. La diferencia que hay entre el PRO y la UCR es la que hay entre un partido pro mercado y uno socialdemócrata, más de centroizquierda, que cree en la economía como actividad importante y no debe ausentarse el Estado. No aprobaría la reforma laboral ni la reprivatización de las jubilaciones, cuidaría la industria nacional.

—¿El candidato radical estaría de acuerdo con la baja en la edad de imputabilidad?

—Tendría mucho cuidado en no caer en populismo punitivo. Y tanto con los menores como con los extranjeros. Me preocupa que se pueda instalar o reproducir un discurso que termine fomentando posiciones en la sociedad que no son las más racionales y nos podemos arrepentir.

—De alguna manera el PRO toma una posición antagónica del populismo desde lo discursivo.

—Hubo una utilización populista del problema de los extranjeros y de la seguridad. Este gobierno lo usó de manera populista, no como Bolsonaro, pero cuidado porque podemos ir en esa dirección y nos vamos a agarrar la cabeza, como se la van a agarrar los brasileños. En Brasil creen que están mal por la democracia y no por el neoliberalismo y es al revés.

—Usted dijo que su padre fue un socialdemócrata. ¿Dónde ubica a Macri en esa cosmogonía?

—El PRO cree en concepciones liberales, más pro mercado. ¿Qué opinan los dirigentes del PRO de la década del 90, del gobierno del PP en España, de Thatcher? Es un partido liberal en lo económico. Eso no los hace malos, los hace diferentes. Nosotros creemos que eso no es lo mejor, aunque el radicalismo lo disimuló mucho en estos últimos tres años.

—¿Pero entonces por qué estar adentro y no afuera de esa alianza?

—Nosotros no ocultamos las diferencias. Cambiemos es un frente plural de fuerzas que piensan distinto. Dijimos que ese era un activo. Nos reunimos para aventar amenazas a valores fundamentales de la República. Durante los años del gobierno kirchnerista se registró un proceso de degradación de valores republicanos. Cambiemos se conformó para tratar de salvar la República y se garantizó la alternancia. Pero gobernar es mucho más que eso. Y ser radical es también pelear por la construcción de una sociedad justa y la distribución equitativa del ingreso. Y sin embargo nos olvidamos de todo eso. Nos olvidamos de las ideas. Y estos tres años el partido radical suspendió sus ideas. Fue casi un desierto de ideas.

—La PASO 2015, con Ernesto Sanz y Lucas Llach la UCR no parecía tan antagónica de las ideas de Macri.

—Lo que el radicalismo no hizo en ese momento fue ir a disputar las PASO con ideas radicales. La UCR se corrió a posiciones más afines al PRO y la gente votó el original. Yo competí contra Cristina y no la corrí por derecha y sacamos 3 millones de votos.

—¿Lousteau es la persona para recuperar esos votos?

—Yo creo que sí, pero no quiero repetirlo si él no lo dice.

(Fotos Diego Medina)
(Fotos Diego Medina)

—¿La fórmula podría ser Lousteau-Alfonsín?

—Yo no tengo interés en ser candidato y no tengo desinterés en serlo. Hoy la cultura valora mucho al joven.

Alfonsín resalta su capacidad de hablar con todos. Dice que ve buenos dirigentes en las figuras de Massa, Filmus, Lifschitz, Stolbizer, Felipe Solá, entre otros. También Lavagna, con quien estuvo reunido días atrás en Cariló.

—¿Se juntaron para pensar en algún frente electoral?

—Hablamos de economía. Yo me reúno con todo el mundo, pero todo se interpreta en clave electoral. Me reúno con empresarios, con sindicatos, con peronistas. Yo no soy gorila. La verdad que me tienen cansado los gorilas.

—¿El PRO es el cauce por el que discurre ese gorilismo?

—Cuando hablo de los gorilas hablo de la dirigencia. Los políticos, los periodistas, los que influyen en las percepciones. Entonces el gorilismo me parece difícil de defender en la dirigencia. Habrá que dar un día la discusión de con quién se junta el radicalismo. Ojalá volvamos al bipartidismo, porque es más fácil consensuar, y es más fácil consensuar cuando un partido es previsible y no anda cambiando de ideología cada dos años. Espero que en el radicalismo se dé esta discusión. Reunir en un frente fuerzas que piensan distinto no es lo más racional.

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