El encuentro de López Rega con Galimberti y un pedido increíble: "Perdoname, Lopecito"

María Elena Cisneros, la viuda del "monje negro" de Perón, contó a Infobae cómo fue el encuentro casual entre el "Brujo" y el dirigente de Montoneros, dos históricos enemigos

José López Rega. Rodolfo Galimberti. Nombres esenciales para entender el pasado reciente de la Argentina, uno por ser un influyente ministro durante el último gobierno de Juan Domingo Perón y el de su mujer Isabelita (con una leyenda oscura que incluye, entre delitos varios y prácticas ocultistas, su presunta responsabilidad en la creación de la temible Triple A), y el otro por ser uno de los dirigentes más implacables de la agrupación Montoneros. La derecha peronista y la izquierda revolucionaria (también peronista). Dos enemigos que históricamente se disputaron la atención del General y el liderazgo del "movimiento". Pero, según relató María Elena Cisneros a Infobae, también dos viejos conocidos dispuestos a dejar sus diferencias atrás, al menos durante un par de minutos durante un encuentro casual por las calles suizas al comienzo de la década del 80.

—En los trece años en los que estuvo con López Rega, usted habrá sido testigo de encuentros de él con mucha gente importante, ¿recuerda alguno en especial?
—Él se encontró con mucha gente importante pero no me permito dar nombres. Eso invade el terreno de lo privado, hay gente que todavía vive. Pero hubo uno en la vía pública del que nadie sabe.

—Cuéntemelo.
—Caminábamos un día por Montreux, en Suiza, durante el famoso festival de jazz. Era al comienzo de los años 80 y hacía mucho frió. De repente mi esposo me dice: "Te voy a pedir un favor, da la vuelta y andate a casa". "¿Qué pasó?", le pregunté. "No quiero que me preguntes, solo quiero que te vayas.". Le dije que no lo iba a hacer. "Ese que viene con boina es Galimberti", me dice. Galimberti había dicho públicamente que lo mataría a López Rega si se lo cruzaba…. Seguimos caminando, hasta que él se detiene y Galimberti también. Mi esposo abre los brazos y le dice: "Acá estoy… ¿no era que me ibas a matar? Acá me tenés". Galimberti se saca la boina, agacha la cabeza, y le dice: "Perdoname, Lopecito". "¿Perdoname? Son unos desvergonzados. Decir que mandé a matar a Mugica, a Rucci, ¿qué tenían en la cabeza, por qué esa maldad, ¿por qué decir eso?" Galimberti se agarró de la baranda y le dijo: "Vos sabés como son los muchachos, sabés cómo hinchaban las pelotas desde Puerta de Hierro porque no les dejaste hacer lo que querían. Te buscaron para joderte la vida, te la junaron". "Claro que me jodieron la vida, soy una paria, soy considerado un maldito" le contestó López Rega a Galimberti, que le replicó: "Pero viste que ellos querían manejar al Viejo y vos no los dejabas…"

—¿Y cómo termina la charla?
—Galimberti le preguntó a mi marido que quería que hiciese. "¡Qué digan la verdad!", le gritó. "Pero vos sabés que después se la agarrarán conmigo. Sabés como son" fue su respuesta.

—¿Galimberti tenía miedo que lo liquidaran sus propios compañeros?
—Sí, porque es lo que hicieron con Carlos Mugica, alguien con quien mi marido hablaba mucho, que es algo que la gente no sabe.

¿Víctima de la Triple A o de Montoneros? El padre Mugica

—¿Usted cree que el Padre Mugica fue asesinado por Montoneros?
—Mugica estaba decidido a salir [de Montoneros]. Pero de ahí entrabas y no salías, te sacaban con los pies para adelante. Eso le pasó. Él quería irse porque ya no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo Montoneros. Sus propios compañeros lo mataron y e hicieron pasar como que lo había matado la Triple A. Pero seamos honestos, eran los montoneros los que salían a matar. Mataban cualquier cosa que les molestara.

—¿Usted cree que la Triple A no existió?
—Sí, existió, pero no como se entiende hoy. Y sigue existiendo. Nunca dejará de existir mientras haya Fuerzas Armadas.

—¿Eran grupos de tareas?
—Hacen trabajos sucios. Pero no me malentienda. Yo también tengo compañeros y amigos brutalmente asesinados por la Dictadura. Es un dolor para mí. Está bien tener ideas diferentes, pero no está bien que te maten por eso. Pero el argentino no sirve para ser socialista. El argentino quiere tener casa propia, auto de alta gama, casa en el Delta, irse a Miami y tener tres mujeres. Eso no es ser socialista.

—En las charlas, ¿qué le contaba López Rega sobre lo que pensaba Perón acerca de Montoneros?
—Que eran una molestia. Perón arengó la violencia de Montoneros para vengarse de lo que le habían hecho sus camaradas en 1955. Pero eso lo deduzco yo, mi marido jamás habló mal de Perón. Pero esos muchachos no fueron los que Perón creía que serian. No eran igual que los trabajadores de 1945 y no los podía manejar como aquellos. Estos muchachos habían estudiado. El General pensó que los "imberbes" harían lo mismo que con los trabajadores de 1945, pero había una distancia llamada "estudio".

—¿Su marido tenía una mala relación con Héctor Cámpora?
—Mi esposo tenía un enorme respeto y cariño por el Doctor Cámpora. Siempre dijo que era el verdadero verticalista del movimiento.

—¿Perón se dejaba manejar por alguien, por su marido, por ejemplo?
—Cuando dicen que mi esposo lo manejaba… me doblo de la risa. Porque realmente no lo conocieron a Perón, ni una pela (sic) de cebolla se tiraba en la casa si Perón no daba la orden. Él sabía todo, decidía todo. Tenía el entrenamiento de los militares de antes, era un estratega completo, no permitía que ni el pasto de la casa se cortara sin su autorización. Perón era un militar tiránico, en todo momento lo fue. Hasta el final de su vida.

Un mensaje para Mirtha Legrand

Luego de la muerte de Juan Domingo Perón, López Rega sumó más poder. La viuda del General, Isabelita, confiaba ciegamente en "El Brujo", como lo habían apodado sus detractores. Por esa razón, el Ministro de Bienestar Social sumaba gente de su confianza en el gabinete de Isabelita. José María Villone pasó a controlar las comunicaciones al quedar al frente de la Secretaría de Prensa y Difusión, con el objetivo de "impedir la propaganda de grupos marxistas, máxime cuando se presentan como si fueran peronistas". Los funcionarios del gobierno no podían ser criticados. El humor político desapareció de la pantalla de los canales. Tato Bores se quedó sin aire al igual que la popular Mirtha Legrand.

Pero "Chiquita" no se quedaría en silencio. Pidió ser recibida por Isabelita. La Presidenta accedió y tomaron un té en Olivos. Villone no cambió su opinión. El fantasma de López Rega asomaba. Pero ¿qué sabía el influyente ministro? ¿Y qué rol había jugado en esa decisión? Cisneros asegura que la verdad no es la que se cree y le prometió a su marido que algún día se lo contaría a Legrand.

"Mi esposo le dejó un mensaje que debo entregarle en persona. No quiero que me invite al programa, solo tenerla como ahora a usted y transmitirle ese mensaje. Él no tuvo nada que ver con su salida del aire. Legrand siempre lo pensó. Fue a hablar con la Presidenta, y él estaba presente, pero no le podía decir, en ese momento, cómo era la situación. La persona que fue la responsable aún estaba en actividad. López Rega me pidió que le dijese a Mirtha Legrand que le encantaba como actriz y como persona, que era culta. Por favor, quiero que lo sepa".

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Colaboró en la producción de la entrevista: Omar Pintos