Daniel Arroyo no titubeó.
—Quiero ser candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires —afirmó levantando la voz.
El diputado siempre alentó esa posibilidad mientras militó con Sergio Massa. Pero ante su reciente ruptura con el Frente Renovador se vio en la necesidad de una aclaración.
—Quiero ser el candidato a gobernador de Cristina en la Provincia —precisó.
Arroyo no es un advenedizo en el espacio. En 2003 secundó a Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social y cuatro años después tomó el control de esa misma cartera, pero en el distrito bonaerense, bajo la gobernación de Daniel Scioli.
Se había alejado del kirchnerismo al final de la administración de CFK sin hacer mucho ruido, acaso respetando el bajo perfil que signó su carrera. Pero el año pasado se convenció de que una oposición dividida terminaría favoreciendo las posibilidades de una reelección de Cambiemos. Y comenzó una cruzada por la unidad.
"Tenemos que armar una gran unidad opositora con el conjunto del peronismo en sus distintas variantes, más los movimientos sociales y otros sectores críticos", aseguró a Infobae.
Su prédica tuvo un costo enorme. Massa lo desautorizó a hablar en nombre del Frente Renovador. Y Arroyo rompió lanzas.
"Tengo la mejor opinión de Sergio. Tiene una calidad de dirigente alta. Pero hay que armar algo para terminar con un modelo que excluye a 20 millones de personas del sistema", afirmó, diplomático.
—¿Y cuál fue la diferencia con Massa?
—No es el camino del medio lo que va a construir la Argentina sino una gran oposición unida. Esa ha sido en esencia mi diferencia, y la vengo planteando desde la discusión de la reforma previsional de fin de año pasado.
—¿O sea que Massa, definitivamente, no quiere la unidad?
—La verdad es que creo que al final vamos a terminar todos unidos.
—¿Cree o es información?
—No tengo información. Pero estoy convencido de que lo social define lo político. Y el nivel de conflicto social va a ser muy grande y eso va a construir una gran unidad.
—¿Habló con Cristina Kirchner de su candidatura?
—Lo sabe. Y es la sociedad, a través de las PASO, la que tiene que definir entre dos o tres candidatos. Yo quiero ser uno de ellos.
—Midieron a Kicillof, Insaurralde y Magario. ¿También a usted?
—Sí. Analogías. Tenía el 28% de conocimiento y el 57% de imagen positiva. La verdad que es muy buena la imagen. Y tengo un conocimiento bajo comparado con los otros. Pero esa encuesta dice que una de cada tres personas que me conocían está dispuesta a votarme.
—¿Qué haría en la Provincia?
—Hay tres cuestiones urgentes a resolver. La primera: hay que cortar la venta de droga. Claramente el que vende droga gana más que el que trabaja. Hay un nuevo sujeto social en un barrio. Está el maestro, el gasista y el que vende droga. Y la venta de droga no se corta con la policía sino con una fuerza especial.
—Dijo tres cosas. ¿Cuáles son las otras dos?
—Daría vuelta la escuela secundaria, que no nos está generando chicos del siglo XXI, y el sistema de salud.
—Si es candidato su competidora va a ser María Eugenia Vidal.
—La conozco de antes, de cuando ella era ministra en la Ciudad y yo en la Provincia. Es una persona buena y sensible, a diferencia de gran parte del macrismo. Pero su política no dio resultado.
—¿A qué se refiere?
—La pobreza del conurbano la excede porque tiene que ver con la política económica nacional. Pero lo que falla en materia de salud, educación y seguridad son responsabilidad de ella. Yo no entiendo cómo la gobernadora va contra los docentes.
—Ella dice que no tiene más plata para ofrecer.
—No. Yo creo que hay una estrategia de comunicación de mostrarse como la contracara de Baradel. Pero hay que resolver las paritarias y después dar vuelta la educación.
—¿Qué es "dar vuelta la educación"?
—La escuela secundaria tiene 14 materias. Es enciclopedista. Aprenden un montón de cosas de memoria que no tienen sentido. Ese pibe, que está sentado viendo lo que se escribe en el pizarrón, cuando sale del aula se pone a chatear con cinco personas de cinco continentes distintos. Hay que integrar la escuela al trabajo, a la realidad.
—¿Puede haber estallido social en este diciembre que comienza?
—Si bien la situación está muy mal, no creo. No estamos como en el 2001 pero sí es cierto que se corrió el Estado, que la política no está.
–¿El conflicto social y la situación económica eclipsan los casos de corrupción?
—La corrupción es un tema central para la sociedad, que distingue muy bien quiénes son corruptos. Hubo un sistema de corrupción en la obra pública y tenemos que bregar por mayor transparencia.
—¿Y Cristina no sabía? ¿No es parte de esa corrupción? Tiene varias causas abiertas.
—No. Yo creo que hubo un sistema de corrupción muy disperso por todos lados. Pero para mí Cristina no es corrupta.
—Usted quiere ser candidato a gobernador de Cristina. Pero Felipe Solá, con quien comparte un nuevo espacio luego de que ambos se fueran del massismo, también quiere ser presidente.
—Felipe es una de las pocas personas con capacidad para gobernar este país. Pero podría ir a una gran interna con Cristina.
—¿El Papa es kirchnerista?
—Ni es kirchnerista ni es antimacrista. Sencillamente no cree en la política del derrame. No cree en el neoliberalismo. Vive como dice que hay que vivir.
—El Papa está en contra de la despenalización del aborto. Usted es una persona de formación religiosa y, sin embargo, votó a favor. ¿Por qué?
—Me pasaron muchas cosas por la cabeza pero entendí que era un tema de salud pública y eso iba más allá de mis creencias. Entendí que las personas que deciden abortar por la razón que fuere tienen que hacerlo en las mejores condiciones de salud posible, y con el acompañamiento del Estado.
—El Gobierno se jacta de haber mejorado la inversión en ayuda social. Y que la ayuda externa también se usará para mejorar la red de contención.
—Cuando termine este gobierno va a haber más pobreza, más desocupación y más desigualdad. Esto no es una tormenta, es un largo período recesivo. En los libros de historia se va a recordar este período como el de un gobierno que endeudó en 157 mil millones de dólares a la Argentina, que dolarizó las tarifas, liberó el precio del combustible y que generó todas las condiciones para la desigualdad social.