"Vivir en estado de precariedad existencial": el consejo filosófico que se escuchó en IDEA

Lo dio Darío Sztajnszajber en la conferencia que abrió el 54° Coloquio, "El valor de pensar"

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El filósofo Darío Sztajnszrajber
El filósofo Darío Sztajnszrajber

"Me siento un extranjero en este ambiente de empresarios, totalmente ajeno para mí", arrancó el filósofo Darío Sztajnszrajber ante 900 mujeres y hombres de empresa que llegaron bien temprano para escucharlo, ansiosos por escuchar alguien distinto a su mundo. Ensayista, hábil docente, experto en atraer la atención de grandes audiencias, el pensador de apellido imposible explicó que la filosofía es el tipo de pensamiento que hace nuevas preguntas, no para encontrar las respuestas, "no con un propósito resolutivo, sino para crear nuevos problemas".

La propuesta de este 54º Coloquio era arrancar el segundo día de reunión con una conferencia disruptiva, que mueva un poco el piso, para dejar el terreno fértil a nuevas maneras de pensar, sin presentación, sin moderación, sin preguntas posteriores. Quince minutos de pequeño terremoto para que los empresarios comprendan que hay otros sistemas de acción y pensamiento en el mundo que los rodea.

"Este día de extranjería tampoco me molesta, porque pasa por ahí la diferencia que se puede hacer si uno quiere repensarse a sí mismo", dijo el filósofo. Y se preguntó: "¿por qué la filosofía habla un lenguaje extranjero? Porque la filosofía se sale del sentido común, se hace un tipo de preguntas que no son las que en general circulan en nuestras actividades cotidianas, rompe con nuestra cotidianidad, rompe nuestros marcos. El tema es qué hago con eso".

Sztajnszrajber contó que cuando la presidenta del 54 Coloquio de IDEA, Rosario Altgelt lo convocó, se preguntaba hasta qué punto esta extrañeza del lenguaje filosófico podía ayudar a pensarse a nosotros mismos. "¿Qué hago con el extranjero, lo niego, lo extermino, me abro a él, lo soporto, lo tolero", se preguntó. Y pidió que se tomara conciencia de que tolerar supone, siempre, un lugar de poder, una incapacidad de contactarse con el otro en su otredad. "En la medida en que tolero al otro, soy yo el que impongo las reglas", dijo.

Darío sostuvo que la filosofía tiene un objetivo subversivo, que quiere decir una versión oculta, soterrada, que no cuaja en el sentido común. "Por eso las preguntas de la filosofía parecen raras, hasta ingenuas, se te dicen anda a lo concreto, resolvamos las cosas. Pero la filosofía no resuelve nada, problematiza la realidad porque somos seres contingentes, provisorios que no soportan la precariedad".

"No aferrarse a las certezas incólumnes  es el sistema que propuso Sztajnszrajber, "vivir en estado de precariedad existencial", "cuestionar el sentido común permanentemente", y salir "en búsqueda del extranjero, esa metáfora del otro, el que no me cierra, el que está fuera de toda posibilidad de derecho".

Contradiciendo el pensamiento de otro filósofo, el francés de origen argelino Jacques Derrida, para quien "el encuentro con el otro es imposible", nuestro obligación es "bancar la democracia aún con aquéllo que no me cierra" porque, en definitiva, "los hijos de la mixtura están adentro de cada uno de nosotros".

"Ese extranjero, en Argentina, son los negros", dijo Darío al cerrar su conferencia, "El valor de pensar". Y concluyó: "la justicia, si la hay, es para ellos".

 
 
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