Salarios y empleo: la difícil negociación que arranca en medio de dos crisis

La inflación en alza y las señales de recesión empujan una renovación de paritarias más cortas y en continuado. El Gobierno insiste con su idea de negociaciones sectoriales. Y la interna sindical también complica el terreno para explorar acuerdos más amplios

Crisis sobre crisis. Un factor de peso: la crisis que arrancó hace poco más de cinco meses con el dólar y sacude a toda la economía. Un factor de tensiones domésticas: la crisis del sindicalismo que complica el panorama para una negociación a tono con ese cuadro. La combinación de los dos componentes no es la mejor y el resultado hasta ahora es la reapertura de paritarias en continuado. Un camino con estaciones sector por sector, que ya empezó y se extenderá por lo menos hasta entrado el verano. Y que comenzó añadir preocupación seria por el cuidado del empleo.

Como síntoma de ese cambio de clima -en particular, el punto sensible de las fuentes de trabajo-, en medios oficiales vuelve a hablarse en estos días, con intensidad, de los Repro. Esos programas de Recuperación Productiva, o sus alcances, sufrieron varias pulseadas durante la gestión macrista. El frío económico reactualizó el tema. Y algunas provincias –las últimas habrían sido Chubut y Catamarca- han mantenido contactos con el Gobierno para ampliar o mantener esa asistencia.

Fuentes del fusionado ministerio de Producción y Trabajo señalan que ese punto ya integra la agenda de conversaciones regulares entre Dante Sica y Jorge Triaca. Las estadísticas que manejan, con registro de los primeros meses golpeados de lleno por la crisis, exponen caídas de empleo en varios rubros de la producción industrial. "No es una catástrofe, pero inquietan", dicen, y agregan que la preocupación y las primeras respuestas apuntan a las empresas de menor porte.

Se verá cuál es el impacto de las medidas, por ejemplo de los programas referidos, pero el otro dato saliente es que la cuestión del empleo empezó a asomar en los aprontes para reabrir las discusiones salariales. Las paritarias perfilan así una nueva y persistente tanda de negociaciones, con el agregado de los puestos de trabajo en riesgo. ¿Eso actúa como un inhibidor de los reclamos de subas frente a la inflación disparada? "Sector por sector", dicen en el área de trabajo. Los gremios, en tanto, se aprestan para una pulseada dura por partida doble.

NA

La idea de negociar "sector por sector" no es novedosa en la lógica oficialista. En rigor, aún en momentos menos críticos, desde el Gobierno fueron descartados los planteos o insinuaciones sobre la necesidad de un acuerdo marco productivo. Los reclamos llegaban no sólo desde fuera del oficialismo, sino también desde el interior, casi como reflejo de la insistencia del "ala política" sobre la búsqueda de entendimientos generales no sólo en el terreno político. No funcionó, en primer lugar por el rechazo presidencial.

Ahora, además, existen datos externos que alimentan la defensa de los acuerdos sectoriales: el estado de internas irresueltas –con picos de tensión- entre los jefes sindicales que se mantienen en la CGT y los que se agrupan alrededor de Hugo Moyano, entre ellos gremios que cuestionaron y tomaron distancia de la salida de compromiso que representó la instalación de un triunvirato de conducción avalado por el jefe de los camioneros, junto o a los gordos, los independientes, el barrionuevismo y otros grupos.

La batalla interna sigue siendo dura. El triunvirato pasó a ser dupla. Quedaron Héctor Daer y Carlos Acuña; se alejó por "razones de salud", reales y políticas, Juan Carlos Schmid. Moyano ensayó aprovechar este capítulo para empujar la salida de un grupo numeroso de integrantes del Consejo Directivo de la CGT. Por ahora, quedó en suspenso. Moyano no juega solo esta partida: los gordos de grandes gremios, los independientes de siempre (estatales de UPCN, construcción y aguas) y algunos menos alineados, entre ellos colectiveros y parte de los ferroviarios, han logrado hasta ahora articular negociaciones para evitar deserciones de peso. No pudieron frenar el acercamiento del Smata al frente que lidera el camionero. Evitaron sí la partida de la UOM.

(Nicolás Stulberg)

Esas son apenas pinturas de una disputa mayor que combina política y otros elementos. Moyano logró afirmar su frente sindical -pensando además en las complicaciones judiciales- y allí conviven sectores que tienen objetivos y estrategias propias para tensar la cuerda: desde la corriente que encabeza el gremio de los bancarios hasta las dos CTA. Ahora, como complemento de peso, coinciden además en la zona de acuerdo con el kirchnerismo. Para unos es coyuntural o táctico, como ocurre con Moyano; para los otros hace a un proyecto que extraña el poder.

Esa divergencia también reconoce al entramado que sostiene la conducción cegetista, más inclinado al juego con el peronismo de los gobernadores. No es un dato menor. Dicho de manera más o menos lineal: este sector entiende la relación con el Gobierno de manera parecida a los jefes provinciales del PJ. Tensar y acordar no son elementos necesariamente contrapuestos.

Desde las oficinas de Trabajo, contemplan el panorama y tratan de manejarse con cautela. Siguen de cerca cada movida. Las conversaciones con jefes sindicales pasan por una etapa de reactivación –en rigor, nunca fueron cerrados por completo los celulares-, pero por precaución o por conveniencia adjudican también a ese cuadro sindical la imposibilidad de citas colectivas y formales con la dirigencia sindical.

Como sea, el Gobierno no desatiende este panorama: la lectura más realista de la economía refuerza la necesidad de distender y contener el conjunto que genéricamente es definido como frente social. En buena medida, eso explica el abandono de rigidices en el tratamiento de las paritarias. Y la sucesión de negociaciones que se avecinan.