El misterioso acuerdo de China y Argentina por la construcción de una nueva central nuclear

Macri y Xi Jinping se encuentran negociando un acuerdo para la instalación de Atucha V con tecnología completamente china; hay objeciones y dudas

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El presidente Macri, junto a su par chino, Xi Jinping (Foto:Reuters)
El presidente Macri, junto a su par chino, Xi Jinping (Foto:Reuters)

El 2 de diciembre próximo, cuando haya concluido la cumbre del G20 en Buenos Aires y todos los jefes de Estado se hayan ido de Buenos Aires, el presidente de China Xi Jinping mantendrá una visita oficial a Mauricio Macri en la Casa Rosada para intentar abordar los temas más sensibles que le interesan al régimen comunista en su política de penetración en América Latina: los acuerdos por la construcción de una central nuclear, el desarrollo de inversiones en litio, el control del espacio aéreo y la persistencia de un fuerte financiamiento en swaps que podría condicionar a la Argentina en el futuro inmediato.

Se trata de una agenda ambiciosa de China en la Argentina, como lo es todo el avance que está desarrollando el todopoderoso Xi Jinping en la región y que tanto preocupa a los Estados Unidos y a varios países de la Unión Europea.

Si bien en los acuerdos que firmarán Macri y Xi hay un amplio listado de buenas intenciones y deseos mutuos, el tratado que más interesa en estos momentos a Beijing es aquel que tiene que ver con concretar cuanto antes el acuerdo para la construcción de la central nuclear Atucha V en Argentina con tecnología completamente china y con la firme intención de empezar a construirse en el 2022.

El tema resulta por demás sensible por un motivo irrevocable: la Argentina abandonó hace cuatro meses el proyecto de construcción de la central Atucha IV que había previsto con tecnología y aporte de Canadá y China por "problemas presupuestarios", como dijo a Infobae el canciller Jorge Faurie.

Así, la tecnología CANDU que supo forjar la Argentina a lo largo de su historia quedó en el pasado y ahora el Gobierno optó por adoptar a  futuro equipamientos completamente chinos. 

A mitad de mayo pasado el canciller Jorge Faurie se reunió en Buenos Aires con su par chino Wang Yi donde le anunció la interrupción del proyecto de Atucha IV por problemas presupuestarios. Con este cambio de planes en la política exterior la Argentina se ahorró de pagar a China USD 7.500 millones de deuda que afectan el programa monetario. Es que si bien el financiamiento de esa central lo ponía China, en el presupuesto pesaba como deuda.

En cambio, Faurie le llevó una noticia más prometedora a Wang. Le anunció que el Gobierno se embarcó ahora en un proyecto de mayor envergadura con tecnología sólo china y que implicará el pago de un crédito flexible de 9.000 millones de dólares.

Las negociaciones reservadas que se están llevando adelante entre Buenos Aires y Beijing por la construcción de Atucha V resultan ser hasta ahora todo un misterio.

El embajador argentino en China Diego Guelar se entusiasmó en diálogo con Infobae sobre el proyecto de los chinos para la central nuclear Atucha V que se iba a instalar en Neuquén pero ahora se proyecta para el complejo Lima de Zarate-Campana.

"China no tiene operaciones especulativas de corto plazo, sino que, por el contrario, todos sus proyectos en Argentina son de largo plazo. No sólo no se preocupa por la tormenta económica del corto plazo sino que sigue apostando con total confianza en el futuro", dijo Guelar.

Sin embargo, el optimismo de Guelar colisiona bastante con la prudencia que hay en la Secretaría de Energía que conduce Javier Iguacel y en ámbitos diplomáticos que manejan la temática. El acuerdo no está cerrado y se encuentra en plena etapa de negociación con Beijing.

"Vamos a ir con pie de plomo. La idea es revisar bien el contrato para que en el futuro no dependamos enteramente de la tecnología china", explicó a Infobae un allegado al secretario de Energía a cargo de la firma final del proyecto entre Macri y Xi.

En la práctica, esa idea de ir con "pie de plomo" sobre el proyecto de Atucha V implicará para el Gobierno que la central nuclear tenga al menos un 50% con tecnología argentina y que toda la mano de obra sea local. Es decir, que la producción de uranio enriquecido en esa central no quede sujeta a cualquier concesión futura que haga un gobierno en los próximos años.

"Nadie nos va a apurar. La Argentina no va a firmar cualquier acuerdo por presiones de China", se sinceró ante Infobae un funcionario de alta jerarquía de la Secretaría de Energía. La aclaración tiene una explicación de calendario: la diplomacia de ambos países quiere que el 2 de diciembre cuando se reúnan Macri y XI en Buenos Aires este todo listo para la firma del acuerdo nuclear y de otros proyectos para ratificar la "alianza estratégica integral" que tienen ambos países.

Una calificada fuente de la Cancillería que se encarga de este tema sensible del acuerdo nuclear dijo a Infobae que "la Argentina y China vienen negociando hace varios años la posible adquisición de centrales nucleares. Y está claro que la administración de Xi Jinping quiere asegurarse presencia y tecnología en Argentina".

El acuerdo que se está negociando entre Beijing y Buenos Aires contempla un cómodo financiamiento de los chinos a largo plazo por los 9.000 millones de dólares que demandará la obra pero como la Argentina no puede registrar ningún adelanto como deuda pública todo esto se podría hacer con dinero efectivo.

¿Qué pedirá a cambio el régimen comunista chino? Esta es la pregunta que deambula por los pasillos del Palacio San Martín y en la Casa Rosada. Nadie se anima a responder.

"Tampoco está resuelto el tema combustibles de la planta. Eso es más técnico y podría llegar a haber un entendimiento. Pero ya hubo algunas advertencias de Estados Unidos y la Unión Europea en clave diplomática que alertaron al Gobierno", admitió un diplomático argentino que se encuentra en una capital europea.

Para Irma Arguello, directora de la Fundación No Proliferación para la Seguridad Global (NPSGlobal), "está muy clara la intención de China de ganar terreno en América el Sur, tanto desde el punto de vista estratégico como comercial".

Esto se vio reflejado recientemente en los recientes acuerdos de China con Brasil y la adquisición de una parte de la petrolera PDVSA de Venezuela. China es el mayor acreedor del Venezuela con 28.000 millones de deuda y el mayor comprador de petróleo con un 40% de las exportaciones venezolanas. Arguello argumenta que ante la incapacidad de pago del régimen chavista, es esperable que en el corto plazo haya cesión de activos a China.

El gobierno de Macri revisó los acuerdos nucleares, de energía eléctrica para la construcción de dos represas y los proyectos de espacio aéreo que venían de la etapa de Cristina Kirchner. Finalmente avanzó con esos acuerdos "corregidos". China aceptó todos los cambios. Al parecer, el pragmatismo chino por avanzar en América Latina puede más que cualquier letra chica de un acuerdo diplomático.

Arguello explicó a Infobae que el caso de la central Atucha V resultará muy sensible por un motivo: "La decisión de optar por un proyecto de tecnología desconocida, frente a uno de tecnología conocida, ha generado controversias en el ámbito nuclear argentino, ya que se abre el interrogante respecto de que grado de aporte podrá realizar la industria argentina a este proyecto. Esperemos que pueda ser manejado para maximizar la participación de la industria nacional".

Tanto para Arguello como para analistas en temas nucleares consultados por Infobae que prefirieron hablar en reserva "la Argentina debería tomarse en un marco de análisis profundo de ventajas y desventajas, más que por razones políticas, o para privilegiar la relación estratégica con un país extranjero".

Para Ricardo Vanela, especialista en Estrategia y Fundador de la Red Argentino-Americana para el Liderazgo (REAL) "está claro que China busca asegurarse recursos naturales, eso es lo que tiene Argentina, como así también Venezuela. En el escenario actual y sobre todo en el futuro muy inmediato, los recursos naturales hacen parte del capital más estratégico con el que puede contar un país en este planeta. En ese contexto, Argentina, me refiero a sus líderes, debe saber exactamente qué entrega y qué obtiene a cambio. Y debe elegir muy claramente con quién desea cerrar transacciones de alto impacto geopolítico".

La polémica estación espacial

Otro de los temas de la relación de China y la Argentina que hace mucho ruido es la instalación de la estación espacial de los chinos en la localidad de Bajada del Agrio en Neuquén. Se trata de un acuerdo que firmó Cristina Kirchner por 50 años de exención impositiva en un área de 200 hectáreas que desde abril pasado está manejado completamente por una agencia china que depende del Ejercito Popular Chino.

Macri logró una addenda a ese acuerdo para que China aclare que se trata de una estación espacial de "uso pacífico". Pero la gigante antena instalada por los chinos en Neuquén empieza a generar malestar tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea por su eventual uso dual y la posibilidad potencial de interceptar satélites.

Según confirmaron a Infobae tres fuentes calificadas del Ministerio de Defensa, durante la visita que hace un mes realizó a Buenos Aires el jefe del Pentágono James Mattis advirtió tanto al ministro Oscar Aguad como a los jefes del Estado Mayor Conjunto sobre los "peligros eventuales" que implicará tener una base espacial en Neuquén controlada enteramente por China.

A partir de allí, hubo un pedido informal de Aguad a la Comisión Nacional de Actividad Espacial, que es la que hizo el acuerdo con China, para que haya un mayor control de la Argentina en este tema sensible.

Un detalle: un día antes de arribar a la Argentina el jefe del Pentágono emitió un discurso en el Colegio de Guerra del Ejército en Brasil, donde alertó: "Los países pueden comprar material en donde lo deseen, nosotros respetamos eso. Nuestro país no busca hacer dinero fácil, sino ganar y mantener amistades".

Al finalizar su discurso, Mattis respondió preguntas de la audiencia y un oficial brasilero le preguntó si la creación de una sexta rama militar estadounidense equivaldría a militarizar el espacio. Mattis dijo que China ya había desarrollado un arma que podía destruir satélites. La respuesta parecía tener nombre y apellido.

Desde la embajada de China en Buenos Aires negaron reiteradas veces que la estación espacial de Neuquén tenga un uso militar. "Se trata de una agencia espacial igual a la de la estación de avistaje espacial que tiene la Unión Europea en Mendoza", dicen. Sin embargo, hay un detalle: esa agencia europea no depende de ningún ejército y es completamente de administración civil.

Hay otro proyecto que también genera dudas en el ambiente diplomático y militar. La instalación de un radio telescopio de China en San Juan en acuerdo con el gobierno de Sergio Uñac y la Universidad Nacional de San Juan.

Se trata de un radiotelescopio CART (Chinese Argentine Radiotelescope) situado en el centro espacial de Leoncito. El reflector primario es de 40 m de diámetro; el reflector secundarios 4.2 m y hay un presupuesto estimado obra civil de $100 millones de pesos más el costo del radiotelescopio y receptores por $240 millones de pesos.

Si bien los encargados de este proyecto aseguran que sólo será de uso pacífico y con fines de investigación, en el ámbito militar de Estados Unidos y de la Argentina ponen en dudas su eventual uso dual.

El gobernador Uñac se encargó de desmentir categóricamente a Infobae esas versiones y destacó: "la ciencia y la tecnología son áreas centrales para el gobierno de San Juan pensando en un desarrollo académico profundo para las presentes y futuras generaciones". Así, destacó el proyecto innovador que se realiza en el municipio de Calingasta con el aporte fundamental de China.

Sin embargo, se sabe: China también piensa a gran escala para las futuras generaciones en su proyecto de avanzada en América latina.

Las polémicas represas

Cuando Macri llegó al poder en el 2016 tuvo que revisar los contratos con China por la construcción de dos represas en Santa Cruz. Así, se le redujeron niveles de potencia a las centrales, se alertó sobre presuntos sobrecostos que había en los contratos firmados por el ex ministro de Planificación Julio De Vido y se redujo el monto de financiamiento de las obras.

Una vez más, como en el caso de los cambios impuestos en el contrato por la estación espacial de Neuquén, los chinos aceptaron las adendas de nuevos contratos por las represas, imperó el pragmatismo y la administración de Xi dejó en claro que quiere poner un pie en el sector de hidroeléctricas cualquiera sea el costo político que tenga que asumir.

Recientemente, cuando estalló el escándalo de los cuadernos de la era K el Gobierno también alertó a China que seguir el contrato por las represas con una empresa como Electroingeniería implicaba un problema ya que estaba mencionada en la causa de coimas.

Iguacel pidió a los chinos que se desprendan de sus socios de Electroingeniería, la empresa cordobesa cuyo vicepresidente, Gerardo Ferreyra, junto a su director comercial, Jorge Neira, están presos e imputados por el presunto pago de unos USD 11 millones en sobornos a la cúpula kirchnerista.

Fuentes calificadas de la diplomacia argentina aseguraron a Infobae que para compensar los fondos de este socio faltante en la construcción de las represas la gigante estatal china Gezhouba se hará cargo de comprar Electroingeniería y al parecer no habrá demanda alguna de por medio. Una vez mas, el pragmatismo de la china comunista se impone para cumplir su sueño de desembarcar a pleno en América latina.

 
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