El Gobierno condiciona su agenda a frenar la suba del dólar mientras se profundizan las diferencias en el gabinete

En la Casa Rosada se vivió otra jornada cargada de tensión

Rogelio Frigerio al ingresar a Casa Rosada (Matías Baglietto)

Mauricio Macri dejó la Casa Rosada alrededor de las 6 de la tarde a bordo del auto oficial -y no del helicóptero presidencial- como lo hace solo en contadas ocasiones. Fue después de una jornada plagada de versiones, de tensión y de incertidumbre económica y política como nunca antes desde que es Presidente.

Poco más de una hora después, el ministro Nicolás Dujovne volvió a utilizar el mismo formato que a última hora del miércoles: durante ocho minutos y medio -utilizó 30 segundos más que la noche anterior-, dirigió en una improvisada conferencia de prensa un mensaje a los mercados, que volvieron a mostrar desconfianza hacia el Gobierno con una devaluación de la moneda del 15%, casi cinco puntos más que el martes.

El ministro de Hacienda se pasó casi todo el día en Casa Rosada. Primero en reuniones con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en las oficinas de este último en la planta baja.

Después subió al primer piso, a verlo al jefe de Estado. Se había especulado más temprano con una conferencia de prensa del propio Presidente. Pero al final decidieron que el lunes anunciarían medidas, que Dujovne viajaría luego a Washington a negociar retoques en el acuerdo con el FMI y que el programa económico vigente "es el único rumbo", como subrayó un rato más tarde el funcionario en el Salón Sur ante la prensa acreditada. Minutos antes había sonado el himno nacional en la marcha universitaria, en Plaza de Mayo.

La intensidad de los rumores se incrementó durante el día con la suba del dólar. "La economía se mueve y afecta a la política. Todo el equipo trabaja codo a codo. Todos estamos a disposición de lo que él (Macri) requiera", cerró Dujovne su conferencia. Minutos antes, en un evento organizado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, Peña había abundado en ese sentido: "Los cambios son una definición del Presidente, todos somos prescindibles, pero hoy no lo piensa".

Las internas en el elenco oficial se agudizaron en las últimas horas. Y tuvieron al jefe de ministros, el funcionario más influyente y preciado de Macri, en el ojo de la tormenta.

Nada indica que en las próximas horas puedan no haber novedades en torno a posibles anuncios vinculados al staff de gobierno. "El Presidente decidirá quiénes lo acompañen", le dijo Frigerio pasadas las 19 al canal América 24. Sí hay algo evidente: Macri no quiere desprenderse de su jefe de Gabinete. "Resiste MM", decía a última hora un dirigente de la mesa chica del PRO en referencia al mandatario.

Marcos Peña habló temprano en el Council de las Américas (NA)
Vidal habló en un evento organizado por el Colegio de Abogados (Guille Llamos)

La ratificación del rumbo del Gobierno acrecienta los cortocircuitos. El malhumor interno está a la vista. En especial en la mesa de decisiones que rodea al jefe de Estado. María Eugenia Vidal, que había quedado fastidiada por lo que consideró una defensa débil de la Casa Rosada en torno a la causa de los aportes de la campaña que la tuvo como protagonista, volvió a mostrar su descontento.

"Uno nunca escucha suficiente, el poder a veces te encierra un poco, a mí también me ha pasado. La soberbia es un error al que todos estamos expuestos", dijo primero en alusión al círculo íntimo que rodea al Presidente. "Me preocupa cómo va a impactar en inflación y alimentos", aseguró horas después en el mismo encuentro que luego cerraría Peña, del Colegio de Abogados, en relación a la suba del dólar.

Según su entorno, la gobernadora bonaerense se enteró por televisión del mensaje de Macri de 102 segundos en la mañana del miércoles. Los reproches entre Casa Rosada y la Gobernación son cada vez menos silenciosos. La situación social en la provincia de Buenos Aires preocupa a Vidal y a su entorno. Pero hay un dato político aún más complejo: el macrismo en su versión bonaerense no sabe qué tiene en mente el jefe de Estado para sortear la "tormenta".

Durante todo el día, la Casa Rosada fue una romería. Los gobernadores Alicia Kirchner, Gildo Insfrán, Sergio Casas y Alfredo Cornejo desfilaron por las oficinas del Ministerio del Interior por la discusión del Presupuesto 2019. Lo mismo que Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción. Francisco Cabrera, ex ministro de Producción y flamante asesor presidencial, dio vueltas por el despacho presidencial. La última en irse fue Ana Moschini, histórica secretaria de Macri, a las 19.57. A las 7 de la tarde salió Gustavo Lopetegui, solo. Un minuto después hizo lo propio Mario Quintana. También en soledad.

La crisis del programa económico del Gobierno alteró la agenda oficial. Para este viernes solo estaba prevista la tradicional reunión de coordinación, a las 11. El almuerzo del mediodía previsto en Olivos con legisladores y dirigentes del oficialismo por la polémica en torno a las asignaciones familiares en la Patagonia fue suspendido. La convocatoria a la reunión de gabinete ampliado del próximo martes también quedó en stand-by. Desde estas horas, el cronograma de actividades está atado a la tensión cambiaria. Jaime Durán Barba, el principal consultor del Gobierno, llega al país en las próximas horas.

Ante ese escenario, hubo catarsis en el desayuno que en la mañana del miércoles compartieron Frigerio, Dujovne y Guillermo Dietrich con un puñado de colaboradores y los intendentes de Cambiemos Ramón Mestre, Raúl "Chuli" Jorge y José del Corral. Fue en Selquet, en Figueroa Alcorta y La Pampa, en el barrio porteño de Núñez.

"Estamos complicados", se descargó Dietrich, que este jueves se lo vio contrariado por los pasillos de Casa Rosada.

"El mercado descuenta que vamos a aprobar el presupuesto y que vamos a cumplir la meta de 1,3% del déficit fiscal, y aún así no nos creen", lo siguió Dujovne.

Mestre quiso avanzar sobre las elecciones del próximo año y la estrategia de la coalición de gobierno. Frigerio, que la noche anterior se había reunido hasta tarde con legisladores del PJ por la discusión del presupuesto y que se confesó desbordado -"no puedo más", dijo-, lo cortó en seco: "Para eso falta una eternidad, después vemos".