Chicha Mariani murió sin volver a abrazar a Clara Anahí, la nieta que buscó durante 42 años

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(NA)
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Se fue sin dar ese abrazo. Sin volver a encontrar a Clara Anahí, su nieta, que el último 12 debió cumplir 42 años. Este agosto Chicha no pudo acompañar la suelta de globos ni ver las mariposas que recuerdan a la niña secuestrada en la casa de la calle 30 entre 55 y 56, en las afueras de la ciudad de La Plata. Este último domingo 12, cuando a la suelta de globos se le agregó uno, Chicha estaba internada.

Las personas que más cerca estuvieron de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo creen que su salud se deterioró después de la ilusión y la frustración que sufrió al conocer a una chica que dijo ser su nieta y que no lo era. A esa joven cordobesa la abrazó y la alojó en su casa. Le creyó tal vez porque la noticia equivocada le llegó el día de Navidad.

Junto con Alicia "Licha" de la Cuadra, Chicha recorrió el mundo buscando a la pequeña y mientras tanto, cuando aún no estaba distanciada de Estela de Carlotto y de otras abuelas, buscó a los cerca de 400 nietos, o más, o menos, que nacieron en centros clandestinos de detención o fueron secuestrados junto con sus padres y criados por familias que no son las suyas. En algunos casos, pocos, aquellos bebés fueron dados en adopciones legales. La mayoría se trató de apropiaciones. No hay un número exacto. Hasta la fecha sólo se sabe con certeza que 128 hombres y mujeres recuperaron sus identidades.

Nunca nadie pudo convencer a Chicha de que dejara de buscar. Ni siquiera cuando le dijeron que Clara Anahí había muerto en los brazos de su madre que intentaba escapar o pasarla a la casa vecina a través de un paredón en el fondo de la casa de la calle 30. A Diana Teruggi la alcanzaron los balazos y cayó debajo del limonero del patio que después de muchos años volvió a plantar su suegra, cuando logró hacerse cargo de la propiedad y preservarla como sitio de memoria y fundación para la búsqueda de la pequeña.

Junto con Diana Teruggi murieron cuatro hombres, aunque el comando de la zona I informó que "resultaron muertos siete delincuentes subversivos" además de un policía de la Bonaerense. El papá de la niña, Daniel Mariani, no estaba en ese momento. Fue asesinado en 1977.

(Facebook)
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Tres meses y doce días tenía Clara Anahí cuando aquel 24 de noviembre de 1976 unos doscientos hombres bajo el mando del jefe del Primer Cuerpo del Ejército, Guillermo Suárez Mason; del jefe del Policía de Buenos Aires, general Ramón Camps y de su mano derecha, Miguel Etchecolatz, atacaron con armas de grueso calibre, granadas y hasta helicópteros la vivienda en la que un grupo de militantes de la organización armada Montoneros se escondía, vivía y trabajaba en la semiclandestinidad, bajo la fachada de una casa en la que supuestamente se criaban conejos. En el fondo, detrás de una pared todavía se puede entrar y ver el lugar donde escondían un mimeógrafo con el que imprimían ejemplares de la publicación Evita Montonera.

"Nunca me imaginé que iba a llegar a esta edad sin encontrarla", lamentó Chicha hace algunos años cuando todavía se sentía fuerte. Por lo menos un centenar de muñecas compró en sus viajes para reclamar por los niños robados y desaparecidos. Dejó de comprarlas cuando Clara Anahí ya no estaría en edad de jugar con muñecas y entonces empezó a comprar otros regalos para su nieta. Guardó además las mariposas de materiales diversos que una mujer le obsequiaba. Las mariposas son el símbolo de la Asociación Clara Anahí por aquello que dicen los aztecas de que cuando muere un combatiente se convierte en mariposa para seguir ayudando a sus compañeros. Muñecas, mariposas, regalos, recuerdos y cientos de cajas con cartas, mensajes, videos y papeles, están guardados para la nieta que no pudo volver a abrazar.

Los miércoles y sábados Chicha recibía a la bebé en aquel 1976 en que se inició la más cruenta dictadura en Argentina. La llevaba Diana, su nuera. La abuela la bañaba, la cuidaba, jugaban. Hasta el día del ataque de las fuerzas armadas que querían dar un golpe "ejemplar" para que Montoneros dejara las armas.

María Isabel Chorobik de Mariani murió este lunes. Como tantas veces temió, sin volver a abrazar a su nieta.

"Mientras te espero, seguiré buscándote", escribió en una de sus tantas cartas públicas la abuela Chicha.

Tal vez sin saberlo, su nieta haya leído ese mensaje. O lo esté leyendo en este momento.

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