Hubo un "clic" en la cabeza del ex juez federal Norberto Oyarbide entre las 10:15 de la mañana y las 12:30. Es el tiempo que transcurrió entre las dos entrevistas que le brindó al periodista Baby Etchecopar en Radio 10.
En la primera intervención, el ex magistrado dijo muy poco. Casi nada. Solo se animó a esbozar que los servicios de inteligencia tienen manejos similares a los de la mafia, pero no los vinculó a sus dichos ante Claudio Bonadio por el escándalo de las coimas.
En la segunda entrevista explotó. Estalló en llanto. Y habló. "Yo mencioné que para la obtención de aquella famosa resolución de enriquecimiento ilícito hablé con Javier Fernández y con Jaime Stiuso", reconoció.
Y avanzó: "En realidad ellos eran empleados de una persona que era sí de quien emanaban todas las responsabilidades y es la persona que falleció, el esposo de la Presidenta (SIC)".
"Yo sobreseí en base a todo lo que me dijeron. Había que hacerlo. Y así fue que transcurrió. Esa era la pura verdad. Fue el mismo fin de semana que él se murió, ¡mirá qué desgracia!", completó.
Oyarbide se refiere al expediente por enriquecimiento ilícito que investigaba el patrimonio de la familia presidencial y que cerró –según dice ahora– porque recibió fuertes presiones.
El ex magistrado tiene miedo. Es por eso que le pidió entre lágrimas al juez federal Claudio Bonadio que le asigne una custodia. Se comprometió a ampliar su declaración indagatoria e incluso adelantó que podría convertirse en otro arrepentido de la investigación.
Su nueva estrategia comenzó a plasmarse poco tiempo después. Apenas cuando había pasado una hora de su segunda entrevista radial, el ex magistrado apareció en los tribunales para declarar como arrepentido.
En la imputación realizada por Bonadio, se repasan registros del chofer de Roberto Baratta de encuentros con el entonces juez federal. No menciona sobres ni bolsos con dinero. Pero igualmente fue citado a defenderse en indagatoria.
En tren de confesión, Oyarbide apuntó también contra el ex presidente Eduardo Duhalde. Dijo que públicamente lo criticó cuando le tocó intervenir en una causa contra el sindicalista Gerónimo "Momo" Venegas y un día después su despacho apareció prendido fuego.