Ningún protagonista de esta historia de la interna peronista podía imaginar que la imagen de ayer en el camping del Smata podía cambiar bruscamente de sentido. Hace más de un mes, Cristina Fernández de Kirchner se reunió de manera reservada con Ricardo Pignanelli y en la charla quedó prácticamente acordada la participación de la ex presidente en un seminario del gremio de los mecánicos. Con los días, se tejió también la presencia de Hugo Moyano. Ayer, finalmente hubo foto. Las circunstancias fueron diferentes a las previstas y tiñeron la postal: apareció como un gesto fuerte en medio de las complicaciones judiciales que enfrentan cada uno.
El contexto fue marcado por el oleaje que producen los cuadernos de las coimas. Aunque en lo formal, la conferencia de la ex presidente en el camping de Cañuelas nada tuvo que ver con la causa judicial que a los nombres de ex funcionarios añade apellidos sonoros de empresarios, contraparte privada de tales manejos –en este caso, importantes miembros del llamado "club de la obra pública", antes "patria contratista"-, además de insinuar el blindaje judicial de la impunidad. Un mecanismo delictivo sistémico, expuesto como nunca antes.
Fernández de Kirchner fue la principal figura de un ciclo de seminarios para delegados y otros dirigentes del Smata. Y de acuerdo con la convocatoria, su tema fue el impacto del cuadro internacional en la Argentina. Hubo aplausos al final y preguntas vinculadas con el rubro en cuestión. La charla no fue abierta, tampoco para la prensa. Sí se vieron algunos invitados, referentes partidarios especialmente de la provincia, entre ellos Gustavo Menéndez, intendente de Merlo –y titular del PJ bonaerense, en base a un equilibrio doméstico nunca fácil- y Julián Domínguez, además de jefes de otros gremios y el intendente local, Gustavo Arrieta.
Todo eso, en el plano formal. Antes de la charla, la ex presidente compartió almuerzo y prolongada sobremesa con Pignanelli. Fueron, dicen, más de dos horas. Se coronaba así una dilatada sucesión de contactos directos e indirectos entre las partes, no necesariamente entre ellos, que además allanó el camino a la fotografía con Moyano, distribuida por Unidad Ciudadana, esto último un dato político en sí mismo.
La imagen, compartida obviamente por el jefe del Smata y otros asistentes, incluye a Omar Plaini. Dicen que el dirigente de los canillitas fue pieza central para articular la confluencia con Moyano. Además, es mencionado como uno de los operadores que buscan coronar un acercamiento más amplio en el tablero sindical, con otro protagonista de peso: la UOM. Hugo y Pablo Moyano vienen trabajando para acercarse a los grandes gremios industriales, ausentes en el armado que puso en macha hace meses y que tiene un costado más cerrado fuera del sindicalismo tradicional, con las CTA y movimientos sociales.
El jefe de los camioneros también venía acercando posiciones con el kirchnerismo, en función de la confrontación creciente con el Gobierno y frente a un inquietante cuadro judicial propio. Había que desandar un distanciamiento de más de siete años con la ex presidente. Algunos gestos se vieron ya en el acto del 21 de febrero: no compartió el palco pero sí la calle con los principales referentes de La Cámpora, empezando por Máximo Kirchner y Andrés Larroque.
La confluencia, está claro, exhibe una foto acordada después de no pocas gestiones y motorizada también por una coincidencia "táctica", necesidades en paralelo, aunque suena arriesgado proyectar los alcances a futuro. Las crónicas recuerdan que el enfrentamiento cruzó todo la segunda gestión de Fernández de Kirchner y sus estribaciones aún generan recelos.
La ex presidente apunta a un tipo de armado electoral –Moyano habló ayer de frente que reúna al peronismo- que dejó atrás el paraguas de la "unidad". Por supuesto, el eje sigue siendo mantener a su núcleo y aliados como eje, pero más abiertamente con su sello propio. Y sobre todo, en competencia directa con el PJ de los gobernadores.
Eso explica, en parte, la decisión de ordenar a su sector la instalación o afirmación de Unidad Ciudadana en todo el país. También, el impulso al acto nacional del kirchnerismo duro –ya no las citas itinerantes bajo el lema "Encuentro por la Unidad"-, previsto para el sábado que viene en el polideportivo de Ensenada.
Con ese cortinado de fondo, el encuentro en el Smata y la decisión de sumar a Moyano fueron asimilados por la ex presidente como parte del combustible necesario para acelerar frente a los jefes territoriales del peronismo, que ampliaron su tejido de alianzas internas –también fuera de los límites formales del PJ- pero aún no han definido candidaturas para la disputa del año que viene.
En esa línea, el añadido de sectores sindicales parece tener sustento en términos de estructuras, incluso nacionales. Y mirando ese costado de la pelea más amplia, dentro y fuera del peronismo, camioneros es un jugador nada desdeñable: lo saben también otros dirigentes peronistas que compitieron con la ex presidente. Más difícil es suponer un aporte en términos de imagen.
Como todo, los hechos no se limitan a lo imaginado en el escritorio político. Y por supuesto, juegan las circunstancias, visiblemente alteradas desde principios de esta semana por el impacto de los cuadernos sobre el circuito de las coimas. La imagen de ayer perdió efecto si era imaginada en base a una valoración de costo-beneficio que privilegiaba el gesto hacia el interior del peronismo. También, pensada algo más allá de esos límites, como una decisión de encarnar de manera casi excluyente las posiciones de dureza frente al Gobierno.
A la salida del camping, Moyano dijo poco frente a los micrófonos de los periodistas. No faltó, claro, el tema de la causa sobre corrupción en la obra pública. Y la respuesta buscó ironizar sobre la causa para descalificarla. Nadie diría que esas pocas declaraciones connotaron la cita en Cañuelas. Pero la puesta en escena no escapa al contexto: la ex presidente y el jefe del gremio camionero enfrentan situaciones judiciales que cada tanto marcan la agenda. Los dos coinciden en decir –y lo habrían hablado ayer antes de mostrarse juntos- que todo es una maniobra político-judicial-mediática.
Nadie pensó en suspender la cita de ayer, aunque sugiera un frente judicial único. Lo que ocurría estaba a la vista y en algún circuito peronista ya circulaban desde hace días indicios de la impactante novedad judicial de esta semana. La foto quiso decir lo que finalmente dijo.
SEGUÍ LEYENDO: