Hay que amar mucho a un perro para festejarle el cumple como si fuese una persona. En diciembre de 2016, Hilda Horovitz y Oscar Bernardo Centeno festejaron el de su perro Buddy en el patio del modesto chalet de dos plantas que compartían en Olivos, a pocas cuadras de la Panamericana, con una porción de torta de dulce de leche y una vela encima. La mujer le tomó la foto al ex chofer del secretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta, mientras hacía malabares con sus mascotas. "¡Mi gordo y mi chichichito!", escribió Horovitz como epígrafe en su perfil de Facebook, sin escatimar emoticones.
Buddy, por su parte, no se veía muy entusiasmado: no parecía ser de esos perros que aman el dulce de leche.
Horovitz y el chofer fueron pareja durante nueve años. Ella, oriunda de San Justo, hoy de 51 años de edad, doce más joven que Centeno, había trabajado como empleada en una empresa de motos y repuestos al comienzo de la relación, vivía en un pequeño departamento de planta baja con poca luz ambiente en un viejo edificio de Once que dejó hace cinco años.
Centeno, gracias a sus manos en el volante del poder kirchnerista, le consiguió trabajo a Horovitz en el Ministerio de Planificación a partir de una gestión de Baratta, más precisamente en el área al mando de los yacimientos carboníferos de Río Turbio, donde solía tomarse fotos con la cámara del monitor de su computadora, mateando con sus compañeras. Mientras, H.H llevaba a Centeno a los cumpleaños y asados de su familia, subía fotos de Néstor y Cristina para criticar a todos los que votaron a Macri "y ahora se quejan". Hasta posteaba mensajes sobre Baratta, comentando lo feliz que estaba de "conocer a Roberto". Centeno, dijo ella, le había conseguido entrar a una empresa de medicina prepaga para poder operarse.
Se separaron, dicen sus viejos vecinos en Olivos, "dos años atrás". Ayer por la mañana, mientras efectivos de Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA entraban en el chalet de dos plantas para detener a Centeno y llevarse documentos y dispositivos digitales, Horovitz declaraba como testigo en Comodoro Py en el Juzgado Federal N°11 del juez Claudio Bonadio. Declaró en contra de su ex: los cuadernos entregados a la Justicia por el periodista Diego Cabot de La Nación eran el tema.
Sobre los cuadernos que detallan supuestos viajes de bolsos con plata de coimas, aseguran voces en Comodoro Py, Horovitz dijo que sabía que existían, que había visto a Centeno escribirlos, que Centeno les contaba de ellos, que la letra en esas hojas es la letra del chofer.
Un día después, Centeno comparecería ya detenido en el Juzgado N°11 para ser indagado. Cambió a su abogado particular, Norberto Frontini, ex conjuez designado por el kirchnerismo en la Cámara de Casación Penal en 2014. En su lugar llegó por sorteo un histórico defensor oficial federal, Gustavo Kollmann.
¿Qué habrá llevado a Horovitz a declarar contra su ex? No era la primera vez que lo hacía: ya lo había hecho en noviembre del año pasado en una causa también a cargo de Bonadio, donde aseguró que había visto a Centeno llevar bolsos con dinero y comprar propiedades.
Al parecer, Horovitz ya no trabaja más en su vieja área, hoy en el Ministerio de Energía: su último pago de aportes, según registros comerciales, data de enero de este año. Mientras tanto, sus ex vecinos en Olivos dicen que hace "dos o tres años" que no la ven, hablan de la "nueva señora" de Centeno, del Toyota Corolla y el Toyota Etios que maneja el chofer, instalado hace unos diez años en la zona.
Siguen compartiendo una cosa a pesar de su separación: sus categorías de actividad comercial registradas en la AFIP, los rubros de servicio de transporte automotor, incluido el rubro de taxis y remises. Centeno, claramente, se dedica a manejar. Su ex mujer, al parecer no. Los registros comerciales de la ex de Centeno, por otra parte, tienen una paradoja: comienza a figurar en registros como empleada de Energía y Minería a partir de septiembre de 2017, dos meses antes de delatar a Centeno por primera vez en Comodoro Py.
Horovitz, a todo esto, ya tenía nueva casa, nueva vida, un departamento en un edificio de Once, más moderno y luminoso que el anterior, con SUM y parrilla. El departamento, según su declaración, habría sido un regalo de Centeno mismo. Infobae tocó su timbre una docena de veces en la tarde del miércoles y la mañana del jueves: nadie contestó. Hilda ni siquiera llamó a sus familiares más cercanos luego de que su ex pareja cayera detenido para arreglar como arrepentido. Lo cierto es que nunca fueron del todo cercanos.
"La adoptamos cuando era chica y le dimos el apellido", dice alguien de su familia, mortificada por si llegan a ligarla con el escándalo de las coimas. "Ella se fue de casa a los 16", continúa, "nos llevábamos bien pero nos veíamos poco, contadas veces, en cumpleaños", donde aparecía Centeno, un tipo que le caía más o menos simpático a la familia de su ex mujer aunque no hablaba mucho.
Centeno denunció a su ex mujer por el delito de extorsión en noviembre de 2017, según reveló Clarín, en una causa hoy radicada en el Juzgado N°21, delegada en la fiscal Silvana Russi, en donde declaró que Horovitz le había pedido plata a cambio de callar lo que sabía. Lo cierto es que no era la primera vez que Centeno denunciaba a una mujer. Ya lo había hecho en 2006, cuando acusó amenazas a una hoy pensionada de 67 años que tenía como domicilio la misma dirección que el chofer en la torre de Villa Lugano. La jugada no le resultó al hombre al volante del Corolla: el Juzgado N°8 sobreseyó a la acusada poco después.
Mientras tanto, Internet no olvida. Queda todavía una cuenta de Twitter que lleva el nombre de Horovitz, con un mensaje del 26 de enero de este año dirigido a la cuenta oficial de El Diario de Mariana, programa de El Trece, donde pregunta "cómo puedo hacer" "para que investiguen a Oscar Bernardo Centeno" que llevaba "a las cuevas" a su ex jefe Baratta.