El presidente Mauricio Macri arribó a la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica, para participar como invitado en la décima Cumbre del BRICS, el grupo de países con las economías emergentes más poderosas del mundo.
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) integran un bloque geopolítico que representa el 43% de la población mundial, el 26% del PBI planetario y el 18% del comercio global. Su poder es clave para balancear la decisión de Donald Trump, que desató una crisis económica para fortalecer la influencia de Estados Unidos alrededor del mundo. Macri fue invitado a la Cumbre como presidente del G20 y aprovechará la ocasión para interactuar con este poderoso bloque global y mantener encuentros con los líderes de Rusia, China e India, tres países con miradas diferentes frente a la guerra comercial que lidera Donald Trump desde la Casa Blanca.
Macri está a favor del libre comercio y repudia el proteccionismo empujado por Trump para rediseñar el orden global y fortalecer su poder político adentro de los Estados Unidos. Sin embargo, su rol en el G20 lo coloca como ¨negociador honesto" (honest broker), ante un conflicto económico político con final abierto. En Sudáfrica, Macri se morderá la lengua y respetará su guión de país organizador del G20, aunque no coincida con las acciones que está desplegando Trump contra Europa, China, México y Canadá.
El presidente norteamericano enfrenta elecciones de medio término en noviembre, y allí se juega su reelección. La economía funciona a su favor, pero sus escándalos políticos y su relación con los medios más influyentes abren un interrogante acerca de su futuro institucional en Washington. Macri aterriza en Johannesburgo con la tarea de evitar que la crisis global entierre al G20 de Buenos Aires y con la pretensión de profundizar los lazos económicos con Rusia, China y la India. El presidente argentino propone que las deliberaciones del G20 se utilicen para atenuar las tensiones globales y sostiene que las diferencias bilaterales deberían resolverse en sus propios ámbitos diplomáticos. De esta manera, se preserva al G20 como un escenario multilateral que pueda contener los intereses de los principales protagonistas mundiales.
El Mercosur es clave para Macri y su presencia en la cumbre de los BRICS permitirá acercar posiciones entre dos bloques comerciales que se necesitan mutuamente. Brasil funciona como puente político natural –integra ambas coaliciones–, pero la intención del presidente argentino es profundizar la presencia regional y sumar en este sentido a México y Chile, que están convocados a la reunión del G20 en Buenos Aires.
Tras arribar al aeropuerto de Johannesburgo, acompañado por una mínima comitiva, Macri iniciará su ronda de encuentros bilaterales con Vladimir Putin, Xi Jinping y Narendra Modi. Se trata de reuniones de Estado, adonde el presidente argentino tratará con sus colegas de la Federación Rusa, China e India, la situación global y la relación bilateral. Putin, Xi y Modi integran el G20 y tienen distinta posición respecto a la guerra comercial que está librando Trump desde el Salón Oval.
Putin no es un entusiasta del libre comercio y se siente cercano al proteccionismo versión siglo XXI que diseñó Trump. Xi está al frente de los países que rechazan la nueva ideología americana y propone fortalecer el libre comercio mundial. Se trata de una paradoja geopolítica si se piensa en el pasado reciente de Estados Unidos y China, pero esa paradoja preocupa a los principales centros de poder del mundo. Y Modi pretende que la India crezca y sea influyente a nivel global, dos objetivos que intenta coronar en las próximos años.
Macri llega a la cumbre de los BRICS para demostrar que Argentina inició un nuevo período institucional. Su gobierno está en jaque por la crisis económica, pero su imagen internacional se ha mantenido intacta. No es habitual que en la histeria de una cumbre multilateral los jefes de Estado de Rusia, China e India se muestren dispuestos a recibir a un presidente de América Latina.
Macri en Johannesburgo tiene una agenda concreta y ambiciosa: preservar al G20 de Buenos Aires frente a la guerra comercial y demostrar que Argentina aprendió de los errores y respetará todos sus compromisos internacionales. Una misión compleja, de resultado incierto.