Con un discurso que duró inéditos 20 minutos (normalmente habla mucho menos), Mauricio Macri realizó un homenaje especial a las mujeres que lucharon por la Independencia, invisibilizadas en el relato habitual de la historia argentina y con poco reconocimiento institucional. No las mencionó, no habló de Florencia Bazán, que cedió su casa para el Congreso de Tucumán, ni de Macacha Güemes, Martina de Céspedes o Juana Azurduy, tampoco de las 120 mujeres reclutadas por Manuel Belgrano para su ejército, pero descubrió una placa en la Casa Histórica que vino a reparar 202 de ausencia.
Rodeado por funcionarias de la Nación y la provincia, entre las que Infobae pudo reconocer a Laura Alonso, a cargo de la Oficina Anticorrupción, Gabriela Agosto, secretaria de coordinación de políticas sociales, Gabriela Villata, de Defensa, María Inés Bacqué, de Modernización, Elena Duró, de Educación y Josefa Rodríguez, de Salud, el Presidente agradeció el patriotismo de los hombres que trabajaron para alcanzar la independencia y la libertad, pero pidió que también haya una recordación igualitaria para las mujeres.
"No había ninguna placa que recordara a las mujeres que, de diferentes maneras, habían contribuido en las luchas por la independencia, y el Presidente se entusiasmó con incluir el tema en el discurso", dijo el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, de quien depende la Casa Histórica de Tucumán. Explicó que no se mencionó a ninguna en especial porque "siempre corrés el riesgo de omitir alguna y cada vez más la historiografía descubre algún nuevo caso".
El discurso que hoy pronunció Macri fue una pieza largamente meditada por su equipo de comunicación, el primero de peso que inicia la segunda etapa de su Gobierno, después de la crisis cambiaria. Denota un esfuerzo por salir del optimismo voluntarista que dominó hasta bien entradas las turbulencias, cuando los funcionarios repetían una fórmula hueca, sin equivalencia con la realidad.
Luego de una transición que en materia discursiva lucía sin rumbo, el reconocimiento de errores propios, el llamado a la responsabilidad de empresarios, sindicalistas y organizaciones sociales, de gobernadores y políticos opositores, la enfática reiteración de que "no habrá un mesías que pueda salvarnos", es un nuevo piso argumentativo para salir a enfrentar los próximos meses, que -reconocen en el Gobierno- serán difíciles. La metáfora que Macri utilizó de la "tormenta" que está viviendo la Argentina busca explicar que el mal momento pasará.
Macri resaltó logros concretos de sus más de dos años de gestión, buscando que se comprenda que no fueron en vano, como la reapertura del Frigorífico Mattievich en Carcarañá, Santa Fe, y el fortalecimiento de la red Belgrano de Cargas, en Chaco, ambos lugares visitados por él la semana pasada, como la recuperación de la exportación de limones y de carnes al mercado de los Estados Unidos. "El cambio empieza a producir resultados", dijo.
Antes, el gobernador Juan Manzur expresó que "el 9 de julio nos recuerda que la nuestra es una Argentina profundamente federal" y se ocupó decirle que "en esta provincia siempre será bienvenido", quizás recordando alguna vez que el Presidente llegó a Tucumán enojado y solo participó de actos con sus candidatos a la gobernación.
Macri evitó enfrentarse al arzobispo Carlos Sánchez, quizás el vocero más duro contra la legalización del aborto, fue directo a la Casa Histórica, donde después de los discursos pudo degustar unas empanadas tucumanas y desde allí partió al desfile militar. Llegó sin la compañía de Manzur, ya que quiso saludar antes a la militancia de Cambiemos que se acercó para asegurarle que "¡Sí, se puede!".
Según informaron voceros del gobierno tucumano, durante el tiempo que Macri estuvo en el desfile militar un grupo de 12 mujeres mantuvo carteles con consignas antiaborto como "no votamos políticos abortistas", dirigidas también a dos diputados que votaron a favor del proyecto que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados y que hoy está en debate en comisiones en el Senado.
El homenaje de Macri a las mujeres de la independencia no fue una respuesta del Presidente a las críticas del arzobispo Sánchez. "Era algo que estaba planeado con gran antelación", se aseguró en Presidencia. De todos modos, está claro que el Presidente prefirió no escuchar la homilía eclesial que, sabía de antemano, sería dura contra el Gobierno que facilitó el debate de la legalización del aborto en el Congreso.