Gabinete: descartan más cambios fuertes, pero nadie tiene asegurado el sillón

El recambio de ministros indica que ni siquiera las relaciones personales con el Presidente son un blindaje. Pesarían los resultados. Y en esa línea, la evaluación política en el interior del Gobierno. Menos explícita o explotada es la señal que se pretende dar a la sociedad

Dicen en el Gobierno y en el circuito más estrecho del oficialismo que en lo inmediato no habría más cambios fuertes, de nivel ministerial. Puede haber sí modificaciones en el escalón de las secretarías, según admiten los mismos voceros. De todos modos, entre las varias señales emitidas por los desplazamientos y ascensos, el principal mensaje fue hacia el interior del gabinete: el respeto y hasta el afecto de Mauricio Macri no es blindaje para nadie.

"Pragmatismo puro", resume un hombre de la primera línea del oficialismo bonaerense. Algo parecido dice un legislador destacado y admiten con otras palabras en el Gobierno. Eso significaría que la valoración quedará restringida a los resultados, los aciertos y los costos. No se trataría únicamente de consideraciones atadas a datos técnicos, como si fuese un boletín de calificaciones –o una planilla de Excel, según la frase repetida-, sino de la evaluación más amplia que se haga en el ámbito político del Gobierno.

En esa línea, se reconoce sin rodeos que los cambios de los últimos días responden a una realidad delicada, costosa para el Gobierno, y que fueron precipitados por el elemento más electrizante del cuadro económico: la crisis cambiaria. En espejo, entienden además -y aún con matices- que la recomposición parcial del elenco de ministros es fruto de una evaluación política que habla sobre errores a corregir. No se trata sólo de nombres, aunque en el sistema político y desde siempre, el Presidente paga costos y los ministros los pagan además con sus cargos.

Javier Iguacel, ex titular de Vialidad y nuevo ministro de Energía

Pero con todo, asoma un primer dato que expresaría una modificación de criterios, si se toman como acertadas –además de un tanto lineales- las consideraciones según las cuales las primeras y forzadas salidas de funcionarios constituían una señal de que se premiaba a los fieles y no había espacio para las voces internas críticas; tampoco para los egos.

Según tal visión, a ese patrón se habrían ajustado los casos de Alfonso Prat-Gay, primer ministro de Hacienda de la gestión Macri, y Carlos Melconian, ex presidente del Banco de la Nación. Ahora, en cambio, fue el turno de Federico Stuzenegger, Juan José Aranguren y Francisco Cabrera, de perfiles diferentes, pero muy respetados e incluso algunos considerados amigos por el Presidente. Está claro que el común denominador habría variado.

En paralelo, asoma otro dato interno, quizá el más significativo políticamente. Distintas fuentes de primer nivel coinciden en que los cambios últimos atendieron también a los análisis y posiciones de quienes, a su modo, ponen en crisis la idea de un "equipo" acrítico. Es decir, el debate político interno habría ganado un escalón por lo menos como ejercicio repetido.

Desde antes de la reconstitución de la mesa política del oficialismo, y a pesar de la reserva impuesta casi como disciplina, venían filtrando señales de que las conversaciones en la primera línea oficialista y con el propio Presidente sobrepasaban los límites de la formalidad o, más aún, trascendían el carácter casi informativo sobre medidas y estrategias de gestión que se les daba a algunos de esos encuentros.

Dante Sica, nuevo ministro de Producción (Adrián Escandar)

Las voces de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo, nunca fueron de segundo orden. Pero la gobernadora y el jefe de Gobierno porteño comenzaron a expresar más crudamente puntos de vista críticos incluso sobre áreas específicas cuyos jefes fueron removidos en los últimos días. Tarifas, mayor cuidado sobre formadores de precios y el efecto de algunas decisiones monetarias no habrían escapado a tales exposiciones.

Por supuesto, algunas de esas mismas cuestiones eran evaluadas a veces con tono crítico y otras con cierta pesadumbre por los socios del macrismo. Elisa Carrió, por lo general de modo más sonoro, y también los radicales expresaban inquietudes y cuestionamientos en algunos puntos. En el caso de la UCR, sobre todo a partir de la asunción del gobernador Alfredo Cornejo al frente de su conducción y también con la vuelta de Ernesto Sanz a las primeras líneas. Lo saben entre otros los salientes ministros Aranguren y Cabrera.

Hasta aquí, algunas de los ingredientes internos, que no dejan de ser una señal hacia fuera, al menos para las franjas interesadas en la política. Pero, ¿cuál sería el mensaje más amplio a la sociedad, en medio de días y días de tensiones atadas últimamente al dólar? Eso es más difuso.

Nicolás Dujovne (Manuel Cortina)

Una nueva referencia es Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda que acaba de absorber funciones de Finanzas con el nombramiento de Luis Caputo al frente del Banco Central, y que ya desde antes venía adquiriendo mayor volumen como pieza central del acuerdo con el FMI y como responsable de la etapa más difícil para reducir el déficit. Es más parecido a la figura de un jefe de Economía, aunque no lo sea, pero no sólo hacia adentro sino también hacia fuera: entró a la categoría de fusible en el área más sensible de gobierno.

¿Qué quiere expresar Macri con la designación de Javier Iguacel en reemplazo de Aranguren? Eso no ha sido expresado.

Iguacel viene de ocupar la jefatura de Vialidad: es valorado su trabajo para reactivar fuertemente obras de infraestructura a escala nacional y también por haber motorizado investigaciones en su área que permitieron aportar a la Justicia datos sustantivos sobre la corrupción con la obra pública en la era kirchnerista. Conoce además el rubro energético por su andar previo en la actividad privada. ¿Su ascenso a ministro significa un cambio para atemperar el ajuste de tarifas? No está dicho, aunque sea imaginable.

Más notorio, por su trayectoria, es el caso de Dante Sica. Es un consultor reconocido en el medio económico y mantiene buenos vínculos con la política, con el peronismo y con referentes de otras fuerzas, desde el actual oficialismo hasta la gobernación socialista de Santa Fe y fuerzas locales. Es un experto en temas de la producción, con pasado en la función pública: fue secretario de Industria en la presidencia de Eduardo Duhalde. Se supone que le dará a la gestión un sentido acorde con su perfil, de sintonía con los sectores productivos y de manejo con mayor cintura política. Tampoco ha sido dicho.

Habrá que verlos caminar a todos, los nuevos y los que vienen de la primera hora, en un terreno difícil, con la necesidad en común de salir del agobio del dólar y tratar de exhibir gestión. Los resultados se estarían imponiendo en estos tiempos a cualquier otra consideración.

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