"Es probable que la provincia todavía esté muy lejos de la provincia de la esperanza del 2015 y que el país esté muy lejos del país de la esperanza del 2015", admitió María Eugenia Vidal al hablar frente a los socios del Rotary Club Buenos Aires y al explicar por qué a dos años y medio del inicio del gobierno de Cambiemos aún no han solucionado problemas que debieron resolver en seis meses, con el "capital político" obtenido en las elecciones, confesó.
Reiteró, como otros funcionarios, que haber hecho todas las reformas en aquel momento "suponía aumentar tarifas de energía 200% y de gas 1.200%, recortar programas sociales y jubilaciones". "¡Qué momento para contestar la pregunta de cómo veo a la Argentina!", abrió el fuego ella misma con una sonrisa y un suspiro en una presentación que para muchos de los presentes fue la de alguien que reconoce los problemas. Y repitió, además, que si el Senado vota la ley de tarifas, "mañana o pasado" habrá veto presidencial.
Precisamente tras su balance de gestión, Vidal explicó por qué Argentina necesita pedirle ayuda al Fondo Monetario Internacional en un contexto que definió como de "dificultad". La primera pregunta que tuvo que contestar fue qué piensa de la votación en el Senado del proyecto para dar marcha atrás con la suba de tarifas. "Espero que el día de hoy si se sanciona la ley nos deje a todos una lección. No va a mejorar en nada la situación de los argentinos que no tienen los recursos para afrontarlas", subrayó, poniendo más firmeza en sus palabras. Incluso reprochó a los senadores que voten "desconociendo lo que se votó en el Presupuesto en el Congreso" y avisó que "mañana o pasado, cuando el Presidente vete la ley, nada va a cambiar para los argentinos en ese esfuerzo enorme que tienen que hacer para pagar las tarifas". Y otra vez reivindicó su gestión y la baja, a través de la quita de impuestos para electricidad, gas y agua en las boletas de los bonaerenses.
Después de almorzar con los rotarios, lo primero que hizo fue pedir disculpas. En un ámbito formal donde hubo más invitados de lo habitual y donde la corbata es un accesorio obligatorio, la gobernadora llegó impecablemente peinada y maquillada pero vestida de jean gastado azul, sweater largo gris y botas negras. "No es un desaire que haya venido de jean y botas. Era un día complicado y fui a barrios del Conurbano" se justificó, y agradeció a los rotarios que "ayudan mucho para que la provincia esté mejor". Más adelante contó que estuvo en barrios como Puerta de Hierro y 17 de Marzo en La Matanza "donde hace un año no podía entrar porque debe ser uno de los lugares donde más droga se vende". Y enumeró, como en gran parte de su exposición, lo que hizo allí Gendarmería y el Estado provincial y nacional.
Durante gran parte de la presentación en el ciclo que cada miércoles organiza el Rotary Club, la gobernadora comparó los objetivos de su gestión con la "herencia" recibida aunque no usó ni una sola vez esa palabra. "No es una discusión de recorte, es una discusión de equidad", dijo bajando la voz y pausando las sílabas. Fue el tono con el que explicó las medidas difíciles y que cambió por uno más enérgico hacia el final, como buscando generar el clima deseado frente a un auditorio que la acompañó con gestos y aplausos. De hecho, en los dos años que lleva el ciclo, esta fue la primera vez que los socios se pusieron de pie para dar la bienvenida con un sostenido aplauso en este caso a la invitada de honor.
En ese marco Vidal habló de un Estado ausente. Y dio ejemplos de las "prioridades equivocadas" que hubo en la anterior gestión. "¿Es justo que la mayor parte de los docentes vayan todos los días a enseñar y que una minoría se lleve $19.000 millones en licencias y abusos?", preguntó, y mientras tomaba respiro la aplaudían. Continuó con la misma lógica: "¿Y llenar la provincia de universidades públicas cuando todos sabemos que nadie que nace en la pobreza llega a la universidad?", volvió a preguntar, y contó que ella apuesta antes a la primera infancia y a dar "discusiones incómodas".
"Esta dificultad que atravesamos", concedió Vidal, "es una enorme oportunidad para que toda la dirigencia entienda que es un punto de inflexión, una oportunidad para ponernos de acuerdo y no echarnos la culpa o confrontar o poner excusas o poner parches demagógicos", instó a la oposición, pero también al oficialismo y a todos los sectores de la sociedad, incluidos los integrantes del círculo rojo muy presente en este lugar.
Varias de las frases fuertes de Vidal, por quien estuvo hoy colmado el primer piso del Sheraton Libertador, fueron muy bien recibidas por sus interlocutores. Recordó cuando siendo candidata le preguntaban si podría pelear contra los barones del Conurbano. Retrucó: "En 2023 no va a haber ninguno. Y lo que es mejor de todo es que no va a haber ninguno nunca más porque se terminó la reelección indefinida".
Finalmente hubo murmullo cuando Clara Mariño, periodista responsable del ciclo, le hizo a Vidal la última pregunta. "¿Si Mauricio Macri pidiera que fuera candidata a presidenta, qué respondería?". Vidal se rió, bromeó sobre la pregunta y se puso seria para responder: "Diría que no. Primero, no va a pasar, Mauricio va a reelegir y todos vamos a trabajar para que así sea, tiene mucho que hacer y vamos a contribuir. Y voy a romper con la lógica de que el gobernador es candidato a presidente. Ni soy candidata a presidenta ni él hizo lo que hicieron los demás que fue enfrentarse con el gobernador de la provincia, trabajamos como equipo y ese equipo no es una persona, es un equipo que va a sacar adelante a la Argentina".
Entonces sí recibió el por lo menos quinto contundente aplauso del día y se retiró avanzando despacio entre empresarios, médicos, embajadores, ex funcionarios, algún funcionario actual, consultores e incluso entre mujeres, algunas empresarias y otras esposas de rotarios, que para saludarla formaron un pasillo humano hasta la puerta por la que salió.