"Al final son todos iguales", "cómo nos va a hacer esto el Presidente", "nunca pensé algo así de Macri y de su gente", "esto no cambia más", "al final la fiesta la disfrutan siempre otros y los que terminan pagando los mismos", son algunos de los comentarios que circularon por whatsapps de productores de campo en la semana que terminó, a los que tuvo acceso Infobae. Las cooperativas del interior, conectadas a los que venden insumos para la producción, estuvieron al rojo vivo, algunos suspendiendo pedidos hasta que aclare el panorama, otros buscando información en torno a la sorpresiva noticia de que se venía un cambio en las reglas de juego para el campo: la suspensión a la reducción paulatina de las retenciones a la soja, que podría ser el inicio del regreso -¿triunfal?- del peor de todos los impuestos posibles.
El desconcierto se había instalado entre la fenomenal red del campo argentino que, finalmente, es la única capaz de producir a gran escala dólares genuinos, productos donde nuestro país es altamente competitivo, que se venden en el exterior e ingresan inmediatamente, para ser nuevamente reinvertidos para producir más. El campo, otra vez, incomprendido, como si los durísimos años en los que el poder político creyó que la soja era un yuyo no hubieran servido para que los argentinos comprendieran nada.
Mauricio Macri sabe de esa decepción que se produjo. Nunca llegó a dar el OK para que se suspendiera la rebaja gradual de retenciones, pero el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, lo tuvo en carpeta, anticipó la posibilidad de esa medida en la recientemente lanzada mesa de coordinación de gabinete económico y muchos, en el Gobierno, dieron por saldada una discusión que recién comenzaba.
Claro. Ponerle retenciones a la exportación es lo más fácil que hay. El fisco te espera en el puerto y, si querés exportar, tenés que dejar antes un porcentaje del precio de venta acordado antes de embarcar. No importa que hayas pagado antes el inmobiliario rural, el impuesto a las ganancias, al cheque, al combustible, IVA, ingresos brutos, tasas municipales y otras, de las más diversas para los más variados asuntos, como todo el mundo. Si sos tan eficiente como para poder exportar sin ayuda del Estado, tenés que dejar todavía más.
Según un estudio presentado a fines de 2017 por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), la participación de los impuestos sobre la renta agrícola en la provincia de Buenos Aires es del 65,7%, es decir, de cada 100 pesos de renta que genera una hectárea agrícola en la provincia de Buenos Aires, 65,70 se los lleva el Estado. Por cierto, esa carga impositiva es menor a la que tenía el campo a fines del 2015, que llegó a ser del 90%, pero igual sigue siendo altísima en relación a cualquier otro sector económico del país.
Ante la eliminación de las retenciones al trigo y el maíz el campo respondió en forma automática, alcanzando cosechas récord. Pero la sequía del 2017 fue durísima, la más importante en los últimos 70 años, afectando a la población rural y a las arcas nacionales, que dejarán de recibir 7.500 millones de dólares, un 1% menos del PBI. Se suponía que este año, con mejores precios internacionales y una mayor competitividad del dólar, el campo recuperaría su liderazgo y su fenomenal capacidad de poner en marcha la máquina del crecimiento nacional.
Pero parece que cuando las papas queman, la única receta que se les ocurre a los economistas es sacarle más plata al campo. Se empezó a hablar de la suspensión de la rebaja mensual de 0,5% a las retenciones a la soja que comenzó en enero, hoy está en 27,5%, y llegaría a fin de año a 24% y a 18% al concluir el 2019. Los rumores cundieron cuando trascendió que esa eliminación no continuaría y aventuraron que también se reimplantarían derechos de exportación para el trigo y el maíz, que hoy están en 0%, y podrían llegar a 10%. La usina de rumores fue de tal magnitud que hasta se empezó a temer que volverían las retenciones a la exportación de carne.
Dujovne estrenó su mesa de coordinación de gabinete económico proponiendo esta medida, que el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, saldó de un modo sencillo. Fue, habló con el Presidente, y le dio sus razones y Macri le explicó que jamás había avalado una medida de esas características.
Envalentonado, el ex presidente de la Sociedad Rural Argentina salió públicamente a bajarle el precio al encuentro que presidió el ministro de Hacienda. "Hay 20 mesas coordinadoras de ese tipo", dijo. Al otro día, el propio Dujovne salió a enfriar esa posibilidad, y explicó que no habrá ninguna modificación al respecto.
Sin embargo, para el ingeniero agrónomo Héctor Huergo, editor de Clarín Rural, "el daño está hecho". "Se perdió, en un ratito, el momentum que se había alcanzado en las últimas dos semanas", escribió el ex presidente del INTA, dando cuenta del fervor que se vivía en el campo, lanzado a recuperar el año perdido. "Con un dólar de 25 pesos y tasas de interés del 40%, que encarecen los insumos, hace falta el mismo dólar para lo que se compra y para lo que se vende. Con el fantasma de las retenciones, no podemos pensar en más de 130 millones de toneladas. Caerá un 10% la superficie y quizás 20% el rinde de tendencia. Están en juego 6.000 millones de dólares", concluyó.
Una alta fuente le aseguró a Infobae que el Presidente no va a avalar un cambio en el esquema de las retenciones. "Macri está convencido de que la recuperación de la Argentina viene por el sector privado, y no hay privados con más empuje para invertir que el campo, por lo tanto es capaz de hacer cualquier sacrificio con tal de no repetir lo que hicieron los gobiernos anteriores", se explicó.
Como sea, no deja de llamar la atención la dificultad que tiene la Argentina para evitar los caminos que ya mostraron su fracaso, apelando a las recetas fáciles que, desde hace 70 años, solo hundieron en la irrelevancia a nuestro país. Agobiado por el descreimiento, un productor del sur de Santa Fe se lamentó diciendo que "aunque ahora digan que todo sigue igual, quedó un recelo, una sensación de alerta y desconfianza, acá todavía se cree mucho en la palabra empeñada y a Macri le creíamos. Hoy, por las dudas, ya miramos para atrás a ver si viene la puñalada trapera".