Actualmente Ségolène Royal es embajadora de Francia para las regiones polares y es en esa calidad que vino a Buenos Aires para participar de la 41a reunión consultiva del Tratado Antártico. Royal reivindica la visión de quienes hace 50 años consagraron el Continente Antártico a la paz y al medio ambiente. "En el fondo, fue un pequeño Acuerdo de París antes de tiempo sobre esta parte del globo tan frágil; este Tratado es un tesoro".
Madre de cuatro hijos, hoy ya adultos, y dueña de una larga y rica trayectoria política -fue la primera y única mujer en llegar al balotaje en las elecciones presidenciales en Francia-, Ségolène Royal reivindica una forma femenina de hacer política pero también desafía el espíritu antinatalista hoy en boga y defiende el derecho de la mujer de tener tantos hijos como desee.
En octubre próximo, presentará sus memorias para contar "cómo se sobrevive en un mundo de hombres".
Royal fue ministra de Medio Ambiente y Energía (2014-2017), presidió la COP 21 (la Conferencia sobre Cambio Climático que tuvo lugar en París en 2016 y de la que surgió el Acuerdo de París que ella se ocupó personalmente de hacer ratificar por los países firmantes. También ocupó la cartera de Asuntos Familiares (2000-2002) y de Educación (1997-2000) y fue legisladora por el Partido Socialista durante cuatro mandatos. Ese mismo partido la nominó a la presidencia en 2007.
Ségolène Royal recibió a Infobae en el Palacio Basualdo, sede de la Embajada de Francia en Argentina.
—¿Qué está en juego en esta nueva Reunión Consultiva del Tratado Antártico?
—Lo que está en juego es la carrera desatada entre los efectos catastróficos del desajuste climático y del retroceso de la biodiversidad, incluso por razones de sobreexplotación y de contaminación, esta carrera y la necesidad de tomar decisiones rápidas y urgentes.
Había que ser verdaderamente visionario para hacer este acuerdo de protección para esta parte del globo tan frágil
— ¿Existe una verdadera voluntad de frenar esta degradación en la región entre los países signatarios del Tratado?
— Sí, la hay, porque este Tratado, que data de hace 50 años, fue una cosa realmente premonitoria en la época; había que ser verdaderamente visionario para hacer este acuerdo de protección, para consagrar la Antártida a la paz y al medio ambiente. En el fondo, era un pequeño Acuerdo de París antes de hora sobre esta parte del globo tan frágil, y como dije en la reunión es un tesoro este Tratado Antártico y ustedes tienen la responsabilidad de hacerlo vivir pero sobre todo de acelerar los procedimientos porque el calentamiento climático no espera y por ejemplo un estudio reciente acaba de mostrar que 90 por ciento de los pingüinos reales están en riesgo de desaparecer antes de fin de siglo, que se observa también un derretimiento acelerado de los glaciares que provoca un alza del nivel del mar, la acidificación del océano, un recalentamiento del océano, la desaparición de la cubierta vegetal sobre las islas del Mar Antártico. Todas cosas sobre las que los científicos nos hacen tomar conciencia pero que requieren de una aceleración de la cooperación científica.
— Este Tratado, que ya tiene 50 años, ¿ha tenido efectos tangibles?
— Sí, tuvo efectos, la prueba es que cada vez que viene una nueva base científica, hace falta la aprobación del organismo. Lo vimos recientemente con la demanda china de instalar una nueva base; se les dijo por qué no, pero también que debíamos ver si la cooperación científica podía ser puesta en marcha para evitar nuevas construcciones. Creo que eso es muy bueno, porque la investigación científica cuesta cada vez más caro, hay que ir cada vez más rápido para probar las cosas, por lo que nos conviene unir nuestros esfuerzos cooperar para que cueste menos y para poder hacer más investigación. Es gracias a Argentina que esta reunión tuvo lugar porque debía realizarse en otro país que no pudo organizarla. El secretariado general de la organización del Tratado está en Buenos Aires y por lo tanto asumió esta responsabilidad la Argentina, que tiene una política antártica muy activa y donde tendrá lugar la próxima Cumbre del G20 donde espero que la cuestión climática esté en lo alto de su agenda.
— Ha incluido Ushuaia en su gira…
— Es natural que estando aquí me acerque al círculo antártico, que vaya a reunirme con los investigadores que están allá, que están encantados con mi visita. Soy la encargada para el Ártico y para la Antártida y habiendo sido también presidente de la Cop 21, manejo bien estos temas y puedo hacer la relación entre lo que pasa en los polos y lo que pasa en el resto del planeta.
La cosa de la cual me siento más orgullosa es haber logrado la ratificación del Acuerdo de París en sólo nueve meses
— Le he escuchado decir que la vida le ha dado la oportunidad de hacer cosas importantes, de interés nacional y también mundial. ¿De cuál de esas cosas se siente más orgullosa?
— Creo que la cosa de la cual me siento más orgullosa es la ratificación del Acuerdo de París, que todo el mundo decía que era imposible de obtener en un plazo tan corto. Para el Protocolo de Kioto hicieron falta seis o siete años y aquí yo logré que en 9 meses se ratificara el Acuerdo de París. Y felizmente porque luego llegó (Donald) Trump a la presidencia de Estados Unidos y declaró querer salir del acuerdo del clima. Pero, como está ratificado, no podrá hacerlo antes de dos años.
— ¿Y qué espera lograr hacia el futuro?
— Acabo de crear una fundación, "Deseo de porvenir para el planeta", y espero desde ahí contribuir a instalar a escala internacional los desafíos que plantea la preservación de nuestro medio ambiente.
— Está también escribiendo sus memorias…
— Sí, creo que es importante dar testimonio. Es un testimonio como mujer política que llegó a la segunda vuelta de la elección presidencial. Es importante tener esa mirada sobre un mundo dominantemente masculino, de tratar de comprender cuáles son las diferencias en las relaciones de fuerza y en las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Creo que este testimonio es muy importante para que la política cambie y quizás para que ciertos valores sean muchos más destacados de los que lo son hoy.
Rara vez vi a las mujeres en política perder el tiempo; en cambio vi a muchos hombres políticos perder el tiempo
— ¿Existe un modo femenino de hacer política diferente del de los hombres?
— Por supuesto que sí, es diferente, primero porque hay un enfoque diferente de la vida, un enfoque distinto de la jerarquía de lo que es importante, hay menos involucramiento personal en el sentido de la relación con el poder. Pienso que lo que interesa a las mujeres no es la relación de poder, sino actuar, ser eficaces en la acción. Pienso que hay una gestión distinta del tiempo, las mujeres tienen más sentido de la urgencia, porque están obligadas a hacer malabares en la conciliación de todas las tareas que les incumben y en consecuencia rara vez vi a las mujeres en política perder el tiempo. Vi a muchos hombres políticos perder el tiempo: reuniones a la noche, discusiones, etcétera, porque tienen tiempo y porque saben que en la casa hay una mujer que se ocupa de los hijos. Entonces ellos tienen todo el tiempo, mientras que una mujer debe asumir todo y entonces positivamente eso le da también la noción de urgencia del tiempo.
Las mujeres con hijos estamos obligadas a trabajar en equipo, a confiar, a delegar
— Su trayectoria es ejemplar en el sentido de que usted no sacrificó su familia a la política, y tiene un familia numerosa, sobre todo para los cánones actuales, cuatro hijos. ¿Fue difícil conciliar ambas cosas?
— Claro que es difícil, pero yo vengo de una familia de 8 hijos (ríe) yo solo tuve la mitad, estaba acostumbrada a la gestión de una gran fratría. Pero no es fácil, por supuesto, una tiene siempre mala conciencia, cuando se está en el trabajo una se dice debería estar con mis niños y cuando se está con los hijos una se dice voy a perder información… Por lo tanto es un equilibrio difícil de encontrar pero que también da fuerza y ventajas porque justamente uno no puede perder tiempo y estamos obligadas a trabajar en equipo, a confiar, a delegar y a ejercer de otra manera las responsabilidades.
— El hecho de tener hijos, ¿incide en el modo en que se participa en la lucha política?
— Claro que incide. Se mantiene reserva, no se puede decir todo, una se ve obligada a guardarse cosas para sí, y ahora llegó el momento de decir esas cosas, porque mis hijos están grandes, están realizados, y yo tengo cierta distancia ahora respecto de la vida política, los actores del momento cuando yo estaba en la vida política ya no están y entonces puedo serenamente decir algunas cosas, que pueden ser útiles para la historia y para la comprensión del momento.
— ¿Sus hijos jamás le reprocharon el haberse dedicado a la política?
— Nunca. Están orgullosos.
— ¿Volverá a presentarse a la presidencia?
— No me planteo el tema. No está en mi trayectoria actual.
— ¿Cuánto falta para que una mujer llegue a la presidencia de Francia?
— Espero que sea el caso alguna vez. No sucedió hasta ahora porque es mucho más difícil para las mujeres y porque no son realmente apoyadas en su propio campo. Los hombres piensan que les estamos ocupando su lugar. Es lo mismo en el mundo laboral y del management en general, es más duro para las mujeres.
— Usted ha dicho que una mujer debe permitirse traer al mundo todos los hijos que desee, porque actualmente hay una suerte de presión hacia las mujeres que aspiran a actuar en política o ser profesionales activas en el sentido de no tener hijos. ¿Usted no comparte eso?
— No, y es por eso que asumí mis maternidades siendo ministra, y eso a veces me ha sido reprochado Aparecieron fotos del momento en que yo salía de la maternidad con mi bebé cuando en esa época las mujeres ocultaban el hecho de tener niños bajo pretexto de que si no, no serían tomadas en serio. Yo por el contrario reivindiqué la conciliación entre ambas cosas y el hecho de que no había que sacrificar una a la otra.
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