El "atentado" contra su hijo y las "traiciones" de Duhalde y Kirchner: dos temas de la autobiografía de Carlos Menem

Esta tarde, el ex presidente presentará "Mi vida y mi historia política" en el Senado

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Zulemita Menem le insistió a Carlos Menem para que escribiera su propia versión de su historia política. Y así lo hizo. Esta tarde, en una edición de autor, el ex presidente presentará "Mi vida y mi historia política" en el salón Illia del Senado junto a Miguel Ángel Pichetto. En la autobiografía Menem se defiende de las causas penales, justifica decisiones polémicas y señala apenas unas pocas traiciones: Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner los dos primeros. Y lo hace sin autocrítica y con un prólogo edípico escrito por su hija.

A los 87 años, sorprenden sus amorosas palabras para con su ex esposa, Zulema Yoma, con quien finalmente mantiene un buen y asiduo vínculo. "Ella es la mujer más importante de mi vida", sostiene en palabras y con las fotos que acompañan la edición. En cambio no hay foto de su matrimonio con la chilena Cecilia Bolocco aunque sí del hijo que tuvo con ella, Máximo, y de Nair, nacido en Formosa durante el tiempo que pasó detenido durante la dictadura militar.

Menem resumió su vida en sólo 140 páginas en las que defiende su gestión y habla de la herencia que recibió, especialmente respecto a las empresas públicas.  "Llegué con la realidad a mis espaldas", señala en un discurso que suena actual, al tiempo que sobre la economía remarca que "el saneamiento de las finanzas me puso frente a la necesidad ineludible de racionalizar el gasto".

Reconciliación nacional

"No todos han comprendido mis gestos de acercamiento y mi criterio respecto del pasado, y algunos han cambiado su discurso con el tiempo. Adhiero firmemente a la idea de que el pasado no nos puede dividir, sino que nos debe enseñar. Hablo aquí en plural porque me refiero al pueblo argentino que, después de tanta violencia y dolor, debe mirar atrás sólo para aprender tanto de los aciertos como de los errores, y proyectar con grandeza y justicia pero sin odio".

"Los argentinos vivimos una brutal ola de violencia política, en la que vimos caer muertos a compatriotas en sangrientos enfrentamientos. Eran también momentos de grandes movilizaciones populares contra gobiernos de facto, de las que participaban estudiantes y trabajadores. Sin embargo, crecían también organizaciones armadas, que al margen de la ley aumentaban su poder y con ellos se generó un estado de beligerancia y descontrolada violencia que se adueño de la vida política nacional".

"…Amparado en mis atribuciones constitucionales, firmé los indultos que comprendían a los condenados tanto de los miembros de las Fuerzas Armadas como de los de las organizaciones guerrilleras. Lo hice en el convencimiento de la necesidad de vivir en un espíritu de concordia y de justicia, que permitiera de una vez por todas superar antinomias impropias de una comunidad nacional que aspira a alcanzar la paz".

Entre los "grandes momentos y decisiones presidenciales", el senador nacional por La Rioja y ex presidente menciona el alzamiento carapitanda de 1990, el asesinato de María Soledad en Catamarca y "la desgraciada historia del soldado Omar Carrasco, asesinado mientras cumplía con el servicio militar obligatorio" que lo llevó a decretar el fin del servicio. También marca como un hito el Pacto de Olivos con Raúl Alfonsín ("un gran hombre y un demócrata cabal") mientras asegura "con orgullo" que podría haber avanzado en la reforma constitucional sólo con el peronismo pero que prefirió "la búsqueda de una concertación".

Todo lo que le fuera cuestionado lo defiende. De las acusaciones por "relaciones carnales" con Estados Unidos, plantea que "Argentina necesitaba grandes apoyos que hicieran posible reiniciar el diálogo roto en el campo económico internacional". Sobre el acercamiento con el Reino Unido dice que quiso "ganar confianza en el núcleo duro del gobierno británico y los isleños" pero admite que "no se ablandaron lo suficiente como para sentarse a la mesa de negociación a tratar el tema de la soberanía" de las islas Malvinas.

El envío de tropas al Golfo Pérsico y contribuir al bloqueo a Irak, también fue un acierto desde su visión. "Esa decisión fue muy buena porque contribuyó a incrementar el prestigio del país entre las naciones desarrolladas", subraya al tiempo que elogia su vínculo con George Bush, Bill Clinton, Helmut Kohl, Nelson Mandela, Juan Pablo II y Fidel Castro.

Carlitos Junior

Dos veces en el libro Carlos Menem hace referencia a su hijo mayor. "Me duele hasta traerlo a la memoria, y por más que me esfuerce, no logro encontrar un  modo adecuado para trasmitir mi sentimiento" dice y recuerda que llegó a Ramallo y "pude verlo y acariciarlo en sus últimos momentos". "No descubro cómo describir mi sentimiento de entonces, no he sentido nunca mayor dolor y desasosiego", continúa.

Sobre el final del libro, coincide finalmente (en una postura que cambió con los años) con Zulema Yoma, su ex mujer y madre de Carlitos: "Esta terrible tragedia debe considerarse como el tercer atentado a la nación argentina, según han demostrado las pericias realizadas por la Gendarmería Nacional, de cuyos trabajos, por su seriedad y capacitación, no pueden tenerse dudas…. Muchos han sido y siguen siendo los que callan, sea por temor, interés o cobardía, privando a la familia y al pueblo de la realidad de lo ocurrido con el hijo del presidente. A la fecha guardo la esperanza de ver el reconocimiento definitivo de la verdad".

Traiciones

"A prtir de 1995, Eduardo Duhalde, comenzó a alejarse y a poner palos en la rueda a las reformas que se llevaban adelante desde mi gobierno. (…) Para 1997, hoy no recuerdo en qué mes de ese año, Duhalde y algunos de sus seguidores comenzaron a presionar al gobierno y a buscar desacreditar la tarea realizada; mostrando una ambición de poder desmesurada, e intentando que mi gobierno actuase de la manera que ellos proponían y tomase el rumbo de su antojo".

Las frases están en el capítulo IV sobre su segunda presidencia: "El gobernador andaba por las provincias tejiendo alianzas con otros gobernadores, especialmente con los no justicialistas, pero se le acoplaron algunos que, aunque llegaron al poder provincial por vía del Justicialismo, finalmente iban a mostrar que bebían  mucho de otras vertientes de pensamiento y acción, poco cercanas a la nuestra. De este modo, Duhalde le fue abriendo y allanando el camino a Néstor Kirchner y su esposa".

"A mi segundo mandato le faltaban dos años para llegar a su fin, y era necesario mantener la gobernabilidad (…) Los grupos de presión se transforman entonces en grupos de tensión y el pueblo paga los platos rotos", denuncia. "La actitud de Duhalde había arrastrado a varios diputados y a algunos senadores, de los que mejor es no recordar sus nombres, que estaban decididos a frenar en el Congreso cualquier proyecto o intento de aprobar reformas estructurales necesarias. Duhalde y sus aliados parecían no comprender lo que estaba pasando a nivel nacional como internacional".

"Eduardo Duhalde siguió su camino, siendo finalmente elegido por el Congreso como presidente provisional, el 1° de enero de 2002, y fue desde ese cargo que le abrió las puertas a Néstor Kirchner en su camino a la presidencia, y que, según sus propias palabras, lo impulsó, más por oposición a mi persona que por convicción personal. Vaya cosa difícil de comprender, hacer una interna feroz, intentar frenar un proceso de transformación gigantesco para el país, para terminar luego dejando en el poder a aquellos que finalmente nos aislaron del mundo, nos dejaron una inflación galopante , un nivel de pobreza del 32,2%, y que crearon una grieta en la sociedad que nos llevó a una nueva forma de enfrenamiento desconocido entre los argentinos".

(NA)
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Néstor Kirchner

Zulemita pidió a Menem "no herir a nadie". Tal vez por eso hace pocos nombres propios. Pero no se priva del del ex presidente: "Cuando Néstor Carlos Kirchner ocupaba la gobernación de su provincia, siendo yo presidente de la Nación y en ocasión de una visita a Santa Cruz, uno de mis colaboradores me mencionó, en el viaje de regreso, la gran atención y loas personales y políticas que había recibido de parte del gobernador; esa persona siempre recuerda que mi respuesta fue una lacónica expresión: 'éste va a ser el primero que va a traicionar'". Agrega después una acusación sobre los 600 millones de dólares en concepto de devolución de regalías petroleras a Santa Cruz: "Con el tiempo supimos que habrían tenido un oscuro destino o al menos, no debidamente aclarado".

Ya sobre el final, escribe más como abogado que como político e intenta desarmar una a una las acusaciones en su contra en causas como AMIA, venta de armas a Croacia, sobresueldos, enriquecimiento ilícito: "mala fe", "engaño", "falsía" y "un sistema perverso de divulgación" son algunos de los sustantivos con los que menciona las denuncias que llevaron a que "la mención de mi nombre ha quedado registrada en la memoria de muchas personas con una carga de desaprobación que los conduce a emitir opiniones negativas, relacionadas especialmente con acciones corruptas, temerarias o irresponsables".

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