Carrió y Vidal se mostraron juntas el día en que el Gobierno tomó una bocanada de aire fresco

"La jugada de (Luis) Caputo fue extraordinaria. Conseguir que fondos externos nos presten en pesos con tasa fija a ocho años…", se alegró Elisa Carrió.

A pesar del optimismo, una constante durante toda la tarde del martes en los principales despachos del poder, Carrió pidió prudencia. "Flujos cambiarios vamos a tener, y no saben lo que va a hacer de agosto a octubre. Cuando vean a la vieja Unión Industrial no tengan duda de que hay un golpe en marcha", alertó. E insistió: "Sostener a (Mauricio) Macri es sostener la República, acá hay objetivos y cosas que se van a corregir".

Abajo del escenario, decenas de asistentes, en su mayoría entradas en años, festejaban cada ocurrencia de la diputada. Entre ellos, diputados de la coalición de gobierno como Pablo Torello, Paula Oliveto, Carmen Polledo, Juan Manuel López y Javier Campos.

Unos minutos antes, pasadas las 20, la gobernadora María Eugenia Vidal había dejado el salón principal del hotel Tribeca, sobre la calle Bartolomé Mitre -a unas cuadras del Obelisco-, por la puerta de atrás. Fue la invitada estelar a la inauguración del ciclo lectivo del Instituto Hannah Arendt y la primera entrevistada por la propia Carrió en un formato que la diputada aspira a replicar mensualmente.

La líder de la Coalición Cívica y la gobernadora se mostraron juntas el día en que el Gobierno volvió a codearse con la calma. La renovación del total de las Lebac y el alivio cambiario tras dos semanas de agitación económica en las que el liderazgo de Macri crujió como nunca antes, un oasis en medio del desierto que "Lilita" invitó a transitar durante su exposición, se notaron en los rostros desahogados de las dos dirigentes más relevantes de Cambiemos.

En horas en las que la Casa Rosada siguió con satisfacción la respuesta del "círculo rojo" a los cambios -¿simulados?- en las mesas de decisiones que rodean a Macri. Vidal reconoció más de una vez, en privado, que el PRO funcionaba como una "mueblería", "por la cantidad de mesas", según se desprende de su entorno más íntimo.

(Gustavo Gavotti)

"Las crisis o te matan o te fortalecen. La última crisis nos fortaleció. En los últimos meses varios dirigentes y editorialistas venían jugando a que yo rompiera. Me hago la loca para pasarla bien porque hay unos sustos terribles. Los presidentes tienen demasiados que les dicen 'todo está divino' y muy pocos que les dicen la verdad. Hay que acercar el Gobierno a los diputados de Cambiemos. Ese es mi objetivo este año", abundó la diputada.

La frase -es una de las pocas dirigentes del oficialismo que en público habla de "crisis"- retumbó horas después de que la Casa Rosada dejara trascender retoques en el esquema de poder del Gobierno. En especial el desembarco de Emilio Monzó en los encuentros que Marcos Peña, Vidal y Horacio Rodríguez Larreta –la "mesa chica" de Macri– mantienen con frecuencia, y desde hace mucho tiempo. Por un lapso indeterminado, los convites entre el jefe de Gabinete, el jefe de Gobierno y la mandataria -que cada tanto sumaban a Diego Santilli, Fernando de Andreis y Federico Salvai- pasarán a la clandestinidad. Por lo pronto, el grupo de WhatsApp entre los seis continúa activo.

Una señal al "círculo rojo" -coincidió con dos visitas recientes de Nicolás Caputo, el más íntimo de los amigos de Macri, un enemigo declarado del equipo de comunicación del oficialismo-, que en informes privados de consultoras internacionales que en los despachos del poder consumen con voracidad habían alertado de esos cortocircuitos en la coalición oficialista. Uno de esos informes había alarmado por la salida anticipada del titular de la Cámara de Diputados, por el planteo de Alfredo Cornejo relacionado a los aumentos en las tarifas de los servicios públicos y por la venta de las acciones que posee el Estado en Transener, cuestionada en duros términos por la UCR.

Un dato de las inquietudes en torno a los eventuales cambios en la toma de decisiones de la Casa Rosada es que Fernando Sánchez -que en teoría va a participar en las tradicionales reuniones de coordinación de gobierno junto a Ernesto Sanz- se enteró de la noticia por la prensa, después de aterrizar en Colombia, ya entrado el martes.

"Hay que romper la Omertá, el código de silencio. Todo Cambiemos, todos los dirigentes, tienen que salir a defender lo que se ha hecho y para eso hay que comunicar lo que se hizo. Dejen de enseñar cómo se gobierna, hay que empezar a explicar el norte de una nación, todo lo que se hace", volvió a insistir Carrió en alusión a la política de comunicación del Gobierno.

Y machacó, de nuevo, en la figura de Jaime Durán Barba: "Callar lo que hace el Gobierno es perjudicar al Presidente, no importa lo que opine Durán Barba, pido perdón por haberlo mandado a matar, solo quiero que se tiña de otro color". Una rara disquisición en su discurso: Carrió trabó una estrecha vinculación con Santiago Nieto, el principal socio del asesor ecuatoriano.

Un rato antes, la líder de la CC había resaltado algunas de las políticas bonaerenses de Vidal, como los cambios en la Policía y la puja con los gremios de la Educación, y la "invitó" a discutir "una rebaja sustantiva de impuestos". La gobernadora aprovechó la pregunta para volver a respaldar el gradualismo aplicado por Macri: "El camino fue lo más gradual posible, pero no por eso menos duro. Quiero transmitirles a las familias que se sienten agobiadas por las tarifas que conocemos lo que pesa esa factura, y decirles que esto no va a ser para siempre así", dijo, y defendió los aumentos de tarifas mientras criticaba a la anterior gestión.

La gobernadora bonaerense había reaparecido ayer en una entrevista radial. Vidal ensayó, en ese sentido, una especie de autocrítica, que por estos días no abundó en los principales despachos de Cambiemos. "El que crea que lo sabe todo tiene un problema grave. Claro que vamos a cometer errores, y claro que tenemos que tener autocrítica", reconoció.

Según los estudios que consumen en la Casa Rosada, Carrió y Vidal son las únicas dos dirigentes que por estos días conservan una imagen positiva superior al 50%. Un podio del que Macri se bajó en estas semanas por la tensión en la economía y la crisis cambiaria, que recién en la tarde del martes pudo contener por primera vez después de días aciagos. Una oportunidad que la líder de la CC y la gobernadora aprovecharon para transmitir optimismo en medio de tanta zozobra.