En medio de la furia del dólar, con un ministro de Hacienda que tuvo que volver de apuro al país para ser parte de una salida que un equipo indefinido urdió a último momento (sí, el fin de semana XL Nicolás Dujovne estaba en París, ya que el miércoles tenía reunión con el titular de la OCDE, y adelantó su viaje para aprovechar esos días con su familia en la Ciudad Luz), Argentina volvió a liderar el estratégico Comité Interamericano Contra el Terrorismo (CICTE). Fue el jueves 3 de mayo, un día muy complicado en Buenos Aires.
Se trata de un foro que se reúne anualmente, dependiente de la OEA, donde se discuten y deciden las medidas de cooperación contra el terrorismo en la región, un espacio donde nuestro país tuvo gran protagonismo, ya que impulsó su creación. En efecto, fue en la Segunda Conferencia Especializada en Terrorismo que se celebró en Mar del Plata, en 1998, cuando se adoptó un compromiso "para el establecimiento urgente" de este Comité.
Ese impulso, obviamente, se perdió en la larga década K. Que Argentina recupere credibilidad en la comunidad internacional para presidir el CICTE, retomando la tradición de cooperación con socios, amigos, no tan amigos, facilitando el diálogo entre intereses y culturas distintas, para proteger al conjunto, es bienvenido en todos los ámbitos diplomáticos.
En Washington, al inaugurar la presidencia del CICTE que Argentina tiene por primera vez, la embajadora ante la OEA, Paula Bertol, definió al terrorismo como "un fenómeno que ha mutado en estos últimos años, valiéndose de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, aprovechando las nuevas herramientas a disposición para llevar a cabo ataques contra infraestructuras críticas o empresas privadas, financiar actividades terroristas o reclutar adeptos y radiculizar individuos para llevarlos a cometer actos terrorismo". También dijo que nuestro país espera tener un rol activo y articulador en este año y que "para la Argentina es sumamente importante unir esfuerzos a escala mundial, dado que la motivación del terrorismo no sólo es sembrar pánico, sino también debilitar las instituciones y los lazos entre los países".
Bertol habló frente al ex presidente de la CICTE, el ministro de Seguridad de Panamá, Alexis Bethancourt, y los más grandes expertos en lucha contra el terrorismo como Peter Neumann, director del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR), del King's College (Londres), y el director ejecutivo del Comité contra el Terrorismo de Naciones Unidas (CTED, Javier Martínez. Nuestro país alcanzó, en poco tiempo, un notable salto de credibilidad en el mundo de las relaciones diplomáticas internacionales, aún en los asuntos más ríspidos de la agenda global.
Como se probó esta semana, Argentina está todavía lejos de recuperar la confianza en su economía. La decisión que tomó Mauricio Macri de dejar la gestión económica en las manos inexpertas de funcionarios como Dujovne y Mario Quintana, le está saliendo muy cara. Quizás, pecó de optimista, y no cambió sus políticas cada vez que volvía a comprobarse que los pronósticos fracasaban. Solo estiró las soluciones. Si la inflación no alcanzaba al 12, sería del 15, si no bajaba en marzo, lo haría en mayo, en el segundo semestre, y así. Llama la atención la manera en que persistió en lo que tenía planificado, aunque tuvo infinitos llamados de atención.
¿Habrá un Macri sujetado por un entorno que no quiere dar el brazo a torcer? ¿O será Macri el que no quiere aceptar su fracaso, el de organizar un sistema de gestión donde él está cómodo, pero es incomprensible para la mayoría de los actores económicos, los que toman las decisiones de invertir o no, de traer sus dinero de afuera o no, de apostar al largo plazo o fugarse en el corto?
Mientras los alrededores al Presidente son un mar de intrigas y calumnias de unos contra otros por el que circulan toda clase de maquinaciones para culpabilizar a este o al de más allá de los dramáticos desmanejos de los últimos meses, el electorado de Cambiemos asiste atónico a lo que creía imposible. A saber, que ese pasado tan temido de corralitos y corralones se hiciera presente, rompiendo la última esperanza de que un Gobierno donde hay tantos empresarios tenga la capacidad de manejar el país.
En paralelo, la sangría de funcionarios continúa. El viernes se conoció la partida de Miguel De Godoy del ENACOM, un funcionario que nunca estuvo muy conforme con el lugar que le tocó, pero que reaccionó -como tantos otros- cuando vio que querían colonizarle el área. ¿Por qué ese método centralizado? ¿Por qué tanta dificultad en la delegación de responsabilidades? ¿Qué quieren probar? ¿Por qué parece imposible convivir con lo diverso? ¿De dónde viene esa vocación adictiva de dominarlo todo, tenerlo todo? ¿Siempre fue Macri así?
Un amigo del Presidente que hace un tiempo no lo ve dice que "Mauricio siempre quiso reinar, pero nunca quiso dominar, siempre le gustó que lo contradijeran, y aprendió más de los que le discutían que de los que le daban la razón en todo". También "es cierto que el poder lo tiene abrumado, y es probable que se haya rodeado ahora de gente que le dice que está todo bien, salvo los que ponen palos en la rueda para que esté todo mal".
¿Hay un Macri que, apurado porque la Argentina llegue a ese paraíso que prometió y creyó posible, se está volviendo autoritario, buscando imponer un pensamiento unánime entre sus colaboradores? ¿O siempre fue autoritario y lo disimuló para llegar al poder y, ahora, está apareciendo su verdadera personalidad?
Las opiniones entre quienes lo conocen hace tiempo son divergentes. Están los que dicen que el Presidente decidió manejar la angustia que le produce la situación mirando solamente hacia adelante, sin escuchar a nadie para no distraerse, y seguir en el rumbo. Hay quien opina que, siendo ingeniero, piensa como ingeniero y, seguro del camino, no va a dar marcha atrás, hasta que le muestren que su modelo está equivocado, lo que juzga imposible.
Una cosa es segura: puesto contra la espada y la pared es capaz de volver sobre sus pasos y profundizar el rumbo, aún a costa de perder imagen y capital político. Lo que no pudo, todavía, es hacer de su modelo de gestión un dispositivo dinámico y eficiente. Más bien luce como un aparato en desarrollo, que quiere empezar a caminar y cae una y otra vez, se rompe un pedazo y el otro, y la solución que le encuentra es volverlo más rígido y no más flexible.
Bueno o malo, mañana lunes los mercados le darán otro mensaje. Nadie duda de que Macri lo va a escuchar. La pregunta es si sabrá interpretarlo y actuar en consecuencia.