La brutal sinceridad del filósofo Santiago Kovadloff dejó pensando a muchos de los que lo oyeron en el habitual almuerzo del Rotary Club Buenos Aires. Varias veces lo interrumpieron con aplausos. Su presentación arrancó con un análisis sobre lo que denominó el "avance creciente e inquietante del populismo" en Occidente y la "pérdida de vigencia del espíritu democrático republicano". Terminó pidiéndole al presidente Mauricio Macri que sea "implacable" con la Justicia y que no promueva la esperanza. "No debemos creer en la alegría", profetizó mientras servían el postre.
Kovadloff hizo todo lo contrario a un disertante que busca el aplauso fácil. Pidió no hacer promesas, ni graduales ni para próximos semestres. Enumeró críticas y logros del Gobierno. Entre los desaciertos mencionó a la educación. "Si uno gobierna desde el lugar de que sabe todo no puede enseñar a aprender", se molestó al marcar la educación primaria como deuda. También se refirió a la falta de "autocrítica madura de sí mismo y del contrario". A favor contabilizó la "expectativa extraordinaria" a nivel internacional respecto al gobierno de Macri.
Por las dudas al menos en dos o tres ocasiones Kovadloff aclaró que considera "imprescindible" a Cambiemos, que Macri (con quien habló siendo jefe de Gobierno) "es la persona que más escucha", además de elogiar a María Eugenia Vidal y a Elisa Carrió. De la diputada elogió "tener a la mayor crítica dentro" y de ambas elogió que sean verosímiles.
Verborrágico, sentenció que "somos un país enfermo" y aseguró que lo suyo no es pesimismo sino cansancio. "Estoy harto de que me acaricien el hombro y me digan que todo va a andar bien. Que me digan qué hacer para que ande todo bien", exhortó a sus escuchas, muchos de los cuales asentían desde sus respectivas mesas.
Apoyado en el atril sobre sus codos analizó una Argentina en la que "no debemos buscar consuelo sino verdad" para "un país hipotecado en su dignidad" con 25% de pobreza extendida, problemas económicos y, a su juicio, una deuda "primordial" con la ley.
El delito, la Justicia y la ley fueron conceptos que el filósofo repitió a lo largo de una alocución con la que terminó seduciendo a pesar de no dar buenas noticias.
Como otros han dicho, para el ensayista y poeta, Argentina "debe abrirse camino hacia su credibilidad democrática republicana" y el mayor error del Gobierno fue "no haber tenido la hombría de bien de decir la gravedad en la que estábamos". "No importa ganar una elección, se puede perder bien", cuestionó los discursos electorales que evitan mensajes negativos porque "la promesa de alegría venidera no es necesaria". "¿Tenemos apuro en que nos vaya bien? Vayámonos a algún lugar que nos permita soñar", devolvió a la realidad a los oyentes. Y señaló que "este gobierno es imprescindible pero debemos combatir en él todo lo que lo corrompe".
"La lucha aún no está encarada con la resolución que merece" admitió sobre lo que no ve aún en la gestión de Cambiemos. Lo atribuyó en parte a la falta de Justicia y de buenos ejemplos. "La esperanza se nutre de ejemplaridad y la Argentina es un país sin maestros. Hablo de la ejemplaridad de la política, corremos el riesgo de resignarnos a que las cosas son como son", consideró. Incluso arriesgó más: "Dicen algunos que por lo menos no estamos como hasta 2015" . Punto seguido se ocupó de romper esa premisa: "Basta mirar a la Justicia, todavía la victoria es del delito. Y se me dirá que es irrealizable … pues entonces sigamos simulando", desafió el profesor.
Después de 20 minutos de exposición, Clara Mariño entrevistó a Kovadloff y le preguntó sobre Jaime Durán Barba, a quien pareció cuestionar el ensayista. "La fe no viene del engaño" respondió y pidió "un discurso convaleciente" tras preguntarse "¿cuál es la vergüenza de reconocerse convaleciente?". Recién entonces mencionó al consultor ecuatoriano de quien dijo que "ha cumplido muy bien su función que es la de llegar al poder" pero advirtió que "el gobierno tiene que aprender a comunicar la hondura de los problemas para ser verosímil". Y contó una respuesta que le dio a Macri en una de sus charlas. En esa ocasión, preguntado sobre el rol de los intelectuales, dijo que el político quiere tener siempre la razón y "si el duranbarbismo es tener razón es necesario dejar de duranbarberizarnos" continuó porque "la idea del optimismo enferma al Gobierno".
Finalmente analizó al peronismo "enfrentado a un dilema primordial: si es capaz de reconstruir un partido sin liderazgo caudillesco". Su respuesta fue que "no tiene cultura para eso" aunque hay "sectores con enorme capacidad de negociación" (ahí mencionó a Miguel Ángel Pichetto en el Senado) y "figuras interesantes". Y vaticinó: "La cultura peronista está enfrentada a formar una coalición rica interna".
Lo que falta de ahora en más, según Kovadloff en el Ciclo "Cómo veo a la Argentina", es "capacidad de concebir el tiempo como tiempo de trabajo no de promesas" y que el Gobierno "aprenda a transmitir un mensaje en el esté privilegiado el esfuerzo de los otros y no el propio".
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