"Durante mucho tiempo se han hecho las cosas mal. Muchos funcionarios han olvidado que se trata de un servicio público y que por lo tanto hay que consagrar la vida laboral a los demás". Así explicó el fiscal federal Federico Delgado la falta de confianza en el sistema judicial argentino por parte de la sociedad, al inicio de un reportaje televisivo en el que expuso por qué la Justicia se encuentra, según sus palabras, en estado de descomposición.
"La Justicia se ha transformado en un trampolín para buscar fama, estar cómodo, trabajar poco y ganar bien", dijo en diálogo con Luis Novaresio en A24, y señaló que como consecuencia de ese proceso "se olvidó que detrás de una denuncia, una demanda y una querella hay dolor y emociones". "Se empezó a aplicar la ley de manera crítica, rutinizándola, casi de manera burocrática se expiden sentencias sin intentar comprender el entramado moral y el dolor que hay detrás de eso", añadió.
"La Justicia está en un estado terminal", resumió el fiscal al observar que tanto la víctima, como el imputado y la sociedad desconfían del sistema. "Cuanto más famoso es el imputado más dura la causa y cuanto más pobre es el acusado es probable que esté en prisión preventiva", describió entre otras irregularidades que percibe.
En ese marco, consideró que en la Argentina "la prisión preventiva sustituyó lo que debería ser la sentencia, (…) sale a veces como pan caliente y de lugares inesperados". "Los que pueden dictarla en principio son los jueces de primera instancia, todo lo que viene después son instancias de revisión —indicó—. Sin embargo, uno empieza a ver quién toma las decisiones en las causas que están en los diarios y, si comparamos con el código de procedimiento, prácticamente hay que ir a la facultad de nuevo".
Al ser consultado sobre la decisión de la Sala 1 de la Cámara Federal de Casación de detener a Cristóbal López en el marco de la investigación por la millonaria evasión de Oil Combustibles, Delgado respondió: "Me parece que ninguna persona en prisión preventiva está del todo bien detenida, salvo en circunstancias excepcionalísimas". "Lo que hay que hacer es juzgar, pero la Justicia argentina se ha desplazado y somete a proceso, no juzga", expresó.
En otro tramo de la entrevista, el funcionario judicial opinó que desde que Alejandra Gils Carbó abandonó la Procuración General "bajó la intensidad de los grupos foquistas, del fanatismo". "Nunca había consecuencias, era una intensidad discursiva, todo el tiempo era nosotros contra ellos, el bien contra el mal. Ahora bajó: hay más calma y se ve más pluralidad", evaluó.
También habló sobre una de las causas más importantes que tiene a cargo, el expediente que investiga el supuesto pago de sobornos de Odebrecht a funcionarios argentinos, y recordó que pidió la indagatoria de Julio De Vido por primera vez en 2007, cuando se desempeñaba como ministro de Planificación Federal. Se la concedieron diez años después.
"Odebrecht era un pequeño hijo del caso Skanska que había descubierto el fiscal Stornelli. Pedimos la indagatoria de De Vido y compañía. Hubo pericias, una duró siete años… Hasta que de golpe estalló el Lava Jato, primero en Estados Unidos en 2016, y después el derrame en otros países —relató—. La causa se reactivó y hoy De Vido está procesado por ese expediente".
Tras remarcar que "la Argentina es el único lugar donde la causa no avanzó", Delgado señaló que quienes declararon como testigos en México, Brasil, Perú y Colombia en el país fueron imputados. "Todos esos países resolvieron un dilema ético: ¿los Estados deben pactar con delincuentes para conseguir información? Como la corrupción penetra tan fuerte y tiene consecuencias tan grandes, tomaron esa decisión. Argentina no lo hizo".
"La escala, la magnitud y el nivel de organización y perfeccionamiento de Odebrecht para trabajar en toda la región es realmente una obra que si un se despoja de cualquier tipo de prejuicio moral es admirable", dijo.