La Conferencia Episcopal Argentina realizó por primera vez una autocrítica sobre el rol que ha mantenido con respecto a las mujeres que realizaron abortos en condiciones inseguras.
En el punto 5 de un documento en el que se vuelve a rechazar el proyecto de despenalización que se discute en el Congreso, los obispos de todo el país reconocieron que "tanto la Iglesia como la sociedad no hemos acompañado de la mejor manera a las mujeres que han abortado en medio de sufrimientos y límites, y padecen en soledad las consecuencias de esta decisión".
En un video difundido por el Episcopado, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, explicó que este "mea culpa" surge en virtud de palabras del papa Francisco: "Queremos decir que hemos hecho poco por la protección de la mujer que atraviesa esta situación, somos conscientes de que podemos hacer mucho más".
El mensaje, difundido este viernes en la Asamblea Plenaria que se realiza en Pilar, tomó además las recientes palabras del Pontífice en su última exhortación apostólica, donde aseguró que "la defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada".
Los obispos convocaron además a los legisladores a proponer "leyes innovadoras que tutelen tanto la vida y los derechos de la madre como la vida y la dignidad del hijo". "Nos duele que algo tan grande y esencial como defender la vida nos haga enfrentar o dividir todavía más", resaltaron.
El escrito completo
1. Los Obispos reunidos en la 115 Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, hacemos nuestra la Declaración de la Comisión Ejecutiva "Respetuosos de la Vida", del 23 de febrero pasado.
2. En esta preocupación nos unimos a todos los argentinos, sean o no creyentes, que defienden la vida humana desde la concepción. Agradecemos de corazón a tantas ciudadanas y ciudadanos que con sus testimonios, argumentos y acciones se han destacado en estas últimas semanas como apasionados defensores de toda vida humana. Ellos son los grandes protagonistas.
3. Una Nación democrática, moderna y progresista, debe tener la capacidad, el ingenio y la creatividad, de buscar soluciones nuevas que resuelvan los problemas, sin necesidad de matar o "interrumpir" vidas de seres humanos.
4. ¡Ojalá podamos defender hasta tal punto los derechos humanos, que no se los neguemos a los más débiles y vulnerables! Vale toda vida. Aún hay mucho por hacer para acompañar y ayudar a las mujeres que viven un embarazo inesperado, en malas condiciones (desnutrición, diabetes, otras dificultades obstétricas no controladas debidamente, situaciones de violencia, etc.). Muchas de estas realidades tienen que ver con la pobreza no resuelta.
5. Esperamos que este debate nos permita dirigir la mirada de manera amplia a diversas situaciones que no deberíamos separar: la defensa del niño por nacer, el respeto a la mujer y el cuidado de su vida, el inmenso valor de la familia y la vida amenazada de tantos argentinos que se debaten en la pobreza y la miseria. Tanto la Iglesia como la sociedad no hemos hecho lo suficiente al respecto. Tampoco hemos acompañado de la mejor manera a las mujeres que han abortado en medio de sufrimientos y límites, y padecen en soledad las consecuencias de esta decisión.
6. Es indispensable recordar la síntesis que nos propone el Papa Francisco, quien nos invita a mirar a todos desde los más pequeños: "La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente." (Gaudete et Exsultate 101)
7. Alentamos a nuestros legisladores a que se atrevan a soñar una Argentina más grande, superadora de recetas de cuarenta años atrás y a que sean capaces de proponer leyes innovadoras que tutelen tanto la vida y los derechos de la madre como la vida y la dignidad del hijo. Nos duele que algo tan grande y esencial como defender la vida nos pueda enfrentar o dividir todavía más. Este momento histórico nos exige luchar codo a codo por los más frágiles de nuestra querida Argentina.