Macri, Rajoy y las dos hipotecas en la relación de Argentina y España

El Presidente y el jefe del gobierno español exhibieron buena sintonía política. Y le dieron ese marco a los encuentros con la nutrida delegación de empresarios. Es una señal fuerte. Con todo, las inversiones extranjeras siguen siendo una materia pendiente y más amplia para el país

Guardar

"Primer socio", dijo Mauricio Macri en referencia a España. "Plena sintonía", definió Mariano Rajoy al destacar el vínculo entre los dos gobiernos. Ese fue el tono de la visita del presidente del Gobierno español a Buenos Aires, en correspondencia con el viaje que hace poco más de un año hizo el presidente argentino a Madrid. Se va saldando así una de las dos hipotecas heredadas en la relación bilateral: la política. La económica, en términos de inversiones, asoma con un recorrido más largo y difícil.

La propia visita de Rajoy, que concluye hoy, es un gesto nada desdeñable, a juzgar no sólo por las declaraciones elogiosas que deja, sino además por algunas dificultades domésticas de España que podaron en parte su agenda internacional, entre ellas y en primer lugar la cuestión catalana. El viaje suma para Macri una nueva señal en su política exterior, aunque cosecha gestos por ahora módicos en materia de de promesas empresariales.

La calificación de "estratégica" –más allá de cierta devaluación del término- es adosada siempre a la relación con España. Y lo es sin dudas. Ocupa un lugar destacado a pesar del descenso en el nivel de inversiones, que la colocaron en el segundo escalón de ese registro en la Argentina. Es central, mirada también desde la óptica global de la política exterior, que privilegia además el objetivo, complejo, de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea.

Parece claro, según indica la lectura económica, que el referido problema para atraer capitales españoles se anota como parte de una debilidad más amplia del país, relejada en las dificultades para mejorar el cuadro general de inversión extranjera directa. También parece evidente que comenzar a revertir la situación resultaba más complicado sin una modificación sustancial y previa o paralela en el terreno político.

Ocurre que el deterioro en el vínculo entre los dos países se produjo en un contexto que expresaba la peor combinación posible: un enfriamiento alimentado desde el poder político y un marco de deterioro económico extendido, que en parte coincidió en los dos países. La explicación de las tensiones y hasta de algunas pinceladas de crisis no puede limitarse sólo al caso YPF, en 2012. La pendiente venía de antes: podría decirse que incluye y excede aquel episodio y sus consecuencias prácticas, con costo millonario en dólares para la Argentina.

La línea o evolución del nivel de inversiones españolas coincide en buena medida con otros factores políticos y económicos. Había dado síntomas positivos después de la crisis local de 2001 y el registro mejoró durante la gestión de Néstor Kirchner. Los números tendieron a una planicie durante la primera gestión de Cristina Fernández de Kirchner y fueron descendiendo en la segunda entrega de la ex presidente.

Por supuesto, no fueron hechos aislados o explicables por un único motivo. Pero en parte hubo una correspondencia con lo ocurrido en el plano económico más amplio. En el 2007-2008, España comenzó a transitar un período de marcado deterioro en su economía que se extendió durante seis años, con impacto fuerte en su sociedad y en la política. Desde entonces, primero de manera leve y luego más sostenida, registra una mejora que, de todos modos, es materia de discusión allí sobre sus alcances y la recuperación social.

Las cosas no fueron mejores en estas costas. A grandes trazos, lejos de los números iniciales de recuperación y crecimiento, y de holgura fiscal registrados con Néstor Kirchner, el final de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner fue con déficit creciente y una economía estancada o en descenso, según el rubro, con el agregado de una fuerte presión inflacionaria.

El tema de la herencia parece ahora lejano, más allá de sus reales y persistentes estribaciones. Pero con ese cortinado detrás, las inversiones fueron destacadas en general como un objetivo prioritario de Macri para reanimar la economía. Y en ese contexto, España volvió a ocupar un lugar central en los cálculos locales. La apertura no incluyó esa única página, aunque su viaje a España, el año pasado, y esta esperada visita de Rajoy asoman en un renglón destacado.

Además de los objetivos más declarados –el aporte a la trabajosa negociación Mercosur-UE y el ingreso de la Argentina a la OCDE-, en medios oficiales eran destacados el buen clima en las citas con empresarios españoles y el número y calidad de esa delegación, integrada por varias decenas de representantes de firmas con diferente grado interés en el mercado argentino. Dicen que ya no surgían tanto las alegadas inquietudes sobre "seguridad jurídica", aunque sí cuestiones estrictamente económicas como los registros inflacionarios.

Macri siente seguramente que ha levantado parte de la hipoteca con España, la política. Las inversiones, en todo caso, dependen de tiempos más largos y no sólo de gestos, siempre necesarios. Hacen a la evolución y solidez de los ciclos económicos.

Seguí leyendo:

Guardar