Pablo Iglesias se convirtió en un referente opositor de la política española en enero del 2014 cuando juntos a un grupo de jóvenes dirigentes presentó como un "método participativo" en el Teatro del Barrio (Lavapiés) al movimiento Podemos. A partir de ese momento se viralizó por las redes sociales sobre el caldo de cultivo y el tejido social generado por los indignados del 15-M, la protesta masiva que sorprendió a todos en la primavera de 2011 con un grito unánime contra la clase política: "No nos representan".
Cuatro meses más tarde Podemos, con Iglesias a la cabeza de la lista, logró 5 diputados en las elecciones al Parlamento Europeo, convirtiéndose en una sorpresa debido a los 1.245.948 votos (casi el 8%) que recibió y a su corta carrera de actividad política. Hoy es uno de los opositores más duro frente al gobierno de Mariano Rajoy y pretender ser candidato presidencial en las próximas elecciones.
En diálogo con Infobae, Iglesias también habló del debate por la despenalización del aborto y analizó el 8M que, según su opinión, es la revolución política más importante del siglo XXI en España. Además, se declaró como aspirante a feminista porque "es demasiado arrogante que un hombre se defina como feminista" y aseguró que la brecha salarial entre hombres y mujeres es una "vergüenza en términos democráticos".
—¿Con qué te encontraste en este primer viaje a la Argentina?
—El choque emocional con la marcha del 24 de marzo ha sido probablemente la experiencia política más emocionante de mi vida. Había momentos en los que tenía el corazón en la garganta. Es enormemente hermoso para un español ver una manifestación de dignidad política y de conciencia en la recuperación de la memoria histórica tan hermosa.
—Seguramente venís siguiendo esta etapa en la que entró la Argentina desde 2015. ¿Qué te encontraste distinto de lo que seguís a través de los medios de comunicación?
—Creo que Macri ha ocupado un espacio fundamental en la nueva derecha latinoamericana. Y es evidente que es una derecha diferente a la de los años 90, mucho más hábil en el manejo de los medios de comunicación y en el uso de significantes extremadamente útiles haciendo política. Creo que también eso es consecuencia de que la política cambia las correlaciones de fuerza; me sorprendía mucho el contraste entre los resultados económicos de la Argentina con la gestión de Macri que no son buenos y unos niveles de valoración del Presidente más altos de lo que cabría esperar a la vista de los resultados económicos.
—¿Y por qué creés que pasa eso?
—Es difícil ensayar una respuesta a la realidad política argentina, probablemente sea una de las más complejas y de las más inaprensibles políticamente del mundo. Para nosotros Argentina ha sido una escuela y una universidad pero nos cuesta mucho desentrañar complejidades de la política argentina. Sería muy arrogante que un español ensayara una respuesta sobre cuál es la clave de Macri y sus fracasos y de sus éxitos. Pero creo que hay una nueva ola de la derecha latinoamericana de la que Macri es un exponente, que va a obligar a las fuerzas progresistas a innovar también las estrategias para recuperar el poder político y tratar de que no se pierdan los avances sociales de los últimos quince años, que fueron notables -con contradicciones, pero en general positivos, a mi juicio.
—Leía que habías dicho que la derecha logró reinventarse, que sería lo que logró de alguna manera Cambiemos con Mauricio Macri a la cabeza. ¿Creés que los movimientos populares en Argentina y en la región deberían reinventarse también?
—A partir de lo que ocurrió a finales de los años noventa e inicios del siglo XXI, una reemergencia de un nuevo tipo de izquierda, con todas las comillas que se le puede poner esto en América Latina, que tiene que ver con el empoderamiento popular, con procesos nacionales de características distintos, pero todos ellos con una conciencia de lo que tenía que significar la patria grande. Con un enorme contraste en los estilos y en las formas respecto a la izquierda latinoamericana de los años ochenta y de los setenta, muy alejados en el estilo de las experiencias de lucha armada y de los discursos de aquel tiempo. Aquello fue revulsivo, generó ilusiones en todo el planeta y América Latina se convirtió en una referencia de la izquierda a nivel mundial. Es lógico que los procesos se puedan desgastar a pesar de que la situación de cada país es distinto y los estilos y las claves de hace quince años no sean exactamente los que funcionan ahora. Tiene que haber renovación en los liderazgos, tiene que haber renovación en los estilos y tenemos que ser siempre conscientes de que la política nunca muere. Y que el hecho de ganar implica que tarde o temprano se tiene que perder, y uno tiene que rearmarse para poder volver a ganar otra vez, eso forma parte de la lucha política.
—¿Qué rol creés que cumplen en esto los medios de comunicación?
—Son el actor político crucial en la batalla ideológica, desde hace mucho tiempo sabemos que la clave para entender la política es eso que Gramsci llamaba "trincheras de la sociedad civil". El escenario de la batalla ideológica más importante son los medios de comunicación. La generación del relato es todavía más importante que las noticias que aparecen en los informativos. Los medios de comunicación enseñan a pensar a la gente.
—Cuándo te referís a medios de comunicación hablás de gráfica, radio, tele, porque cumplen distintos roles y cada vez tienen un rol más importante las redes.
—Es cierto y todos son muy importantes. Creo que el papel de los periódicos, el papel de la televisión, de la radio; los medios de comunicación audiovisual tienen un papel enorme, son cruciales y no solamente los informativos, las series de televisión por ejemplo tienen una enorme influencia a la hora de condicionar, incluso planteamientos políticos, y la manera en que la gente entiende las cosas, hay series que se han hecho en los últimos años en donde hay una consciencia feminista que sería inimaginable en series del pasado. Y al mismo tiempo las redes sociales y la televisión por internet han democratizado hasta cierto punto la relación entre emisores y receptores. Ese campo de batalla es cada vez más complejo y en el que evidentemente hay una intervención del sector privado enorme en todos los países del mundo establecen en buena medida las condiciones de la política y determinan las estrategias de todos los actores.
—¿Es suficiente con las redes sociales o sí o sí hay que ir a ocupar los pequeños espacios que surgen?
—A mi entender hay que ocuparlo absolutamente todo. Las redes sociales son importante pero todavía no pueden competir con la televisión. Creo que es importantísimo para los movimientos, asumir que tienen que haber medios de comunicación no de partidos, sino medios de comunicación que puedan tener que ver con las organizaciones de la sociedad civil, y al mismo tiempo los medios de comunicación públicos/estatales y los medios de comunicación privados. Aprovechar todos los espacios que sean posible. Hay algunos compañeros que se empeñan en criticar a los medios como se critica a los árbitros de un partido de fútbol y aunque muchas veces digan la verdad, creo que el partido hay que ganarlo incluso aunque el árbitro esté comprado, y no por repetir que el árbitro esté comprado nos acercamos más a la victoria en el partido. Nosotros tenemos que estar acostumbrados a competir siempre con un brazo atado en la espalda y aún así tener la obligación de ganar.
—¿Cómo ves la instalación del debate por la despenalización de la aborto que llevó a Congreso nacional el gobierno del presidente Mauricio Macri?
—Creo que es un elemento que debe ser transversal, creo que es una de las grandes reivindicaciones del movimiento feminista y creo que puede representar un avance incluso para los sectores que se han situado en el pasado en contra de los derechos de las mujeres, pueden en este caso asumir que esa reivindicación es una reivindicación justa. No se me escapan los elementos de coyuntura y de momento político y como ciertas cuestiones pueden crear división entre diferentes sectores populares, no se me escapan esos elementos pero como defensor de los derechos de las mujeres, el derecho a interrumpir el embarazo, no puede ser una mala noticia.
—¿Vos te definís como un feminista?
—Como un "aspirante a". Creo que es demasiado arrogante que un hombre se defina como feminista. Creo que tenemos que definirnos como aspirantes a serlo. Tenemos que ser capaces de corregir elementos que muchas veces están en el inconsciente, que forma parte de nuestra educación, todos los hombres hemos tenido en algún momento comportamientos que derivan de una estructura patriarcal y tenemos que estar dispuestos a escuchar a las compañeras, a corregir comportamientos y estilos y a aprender siempre de ellas, pero en una posición digamos subalterna. Si los hombres vamos a las manifestaciones de las mujeres, tenemos que ir detrás, escuchar y aprender, no a tener protagonismo.
—¿Cómo analizás el movimiento del 8M?
—En el caso de España, es probablemente la revolución política más importante del siglo XXI y creo que en Argentina está teniendo un peso enorme también. Creo que las mujeres representan en este momento la vanguardia de la transformación social, no solo en términos de exigir sus propios derechos sino exigir derechos para todos y creo que la feminización de la política marca un futuro de emancipación para hombres y mujeres que es enormemente positivo, eso tiene que ver con la visualización de más liderazgos femeninos pero también con estilos más feministas en la propia forma de configuración de lo político que históricamente está marcada por patrones y dinámicas patriarcales.
—Sin embargo todavía la presencia femenina en lugares de poder real, no solamente en la política, estoy hablando a nivel empresarial, en cualquier de esos espacios todavía es realmente mucho menor y no se llega tampoco ni siquiera tener la igualdad en los salarios. Cuando se habla de violencia, también es violencia de género no cobrar lo mismo que un hombre por la misma tarea.
—Absolutamente, la brecha salarial es una de las grandes vergüenzas en términos democráticos de nuestras sociedades. Nosotros en España exigimos además los permisos de maternidad y paternidad, iguales e intransferibles, señalamos una realidad terrible para las mujeres. Cuando una pareja tiene hijos y el permiso de maternidad lo tiene que ejercer la mujer, y además, como ella tiene un salario menor, si alguno de los dos tiene que dejar de trabajar y renunciar a su carrera profesional, es la mujer. Eso es una vergüenza en términos democráticos por eso el movimiento feminista tiene que estar protagonizando cambios sociales que no van sólo en la dirección de beneficiar a las mujeres sino al conjunto de la sociedad.
—¿Qué te quedó pendiente de hacer en estos días que estuviste acá? ¿Sentiste, "voy a tener que volver para algo"?
—Miles de cosas, creo que me ha quedado pendiente vivir unos cuentos meses en Argentina. Y cuando termine con mis responsabilidades políticas, es algo que tengo pendiente. A mí en general me satisfacen poco los viajes breves, incluso los viajes en general para conocer como un turista. Me gustaría alguna vez en un futuro poder pasar aquí unos cuantos meses, o incluso algún año porque este país me fascina. Me gustan como son los países viviendo en ellos. Me temo que no va a ser posible en los próximos años en los que espero ser presidente de mi país, pero cuando deje de serlo dejo esa tarea pendiente.
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