El gobierno de Mauricio Macri sorteó su primer gran desafío como presidente del G20, el foro económico más importante del que forma parte y que, además, este año también preside.
39 líderes económicos llegaron a la Ciudad de Buenos Aires y participaron de las sesiones de debate. Sin riesgos para la seguridad (ni marchas, ni escraches, ni incidentes en las calles), el Centro de Exposiciones y Convenciones vivió su propio combate, pero puertas adentro: la posibilidad de una guerra comercial.
Aun cuando el ministro Nicolás Dujovne aseguró que no se ha llegado a ese punto, las delegaciones desembarcaron en la cita en estado de alerta. El hombre más buscado era el secretario del Tesoro de Donald Trump, Steven Mnuchin, que recibió a cerca de 15 delegaciones en reuniones bilaterales. Todas, le pedían lo mismo: quedar fuera de los aranceles al acero y al aluminio impuestos por el gobierno norteamericano.
Mnuchin, que repitió cada vez que pudo que "EEUU no le tiene miedo a ninguna guerra comercial", sí calificó de productivas esas reuniones bilaterales y adelantó que Donald Trump tomará una decisión en los próximos días.
El ministro Dujovne fue uno de los que se reunió en privado con el norteamericano para reiterar el deseo que ya le había transmitido el presidente Macri por teléfono al republicano. El argumento es la poca participación de la Argentina en el comercio de estos productos específicos: la importación de acero argentino por parte de Estados Unidos es apenas el 0,6% y en el caso de aluminio llega a 2,3 por ciento.
Argentina ya tenía abierto el canal bilateral con los EEUU para debatir este tema antes de la cumbre, por lo que insistió en no ponerlo en la agenda formal. De hecho, en el comunicado oficial consensuado, no se habla de proteccionismo ni de guerras comerciales.
Francia tomó la posta europea y fue más duro. Exigió que se le retiren los aranceles a todo el bloque y amenazó con represalias. "Las guerras comerciales nunca son civilizadas", advirtió el ministro Bruno Le Maire.
La cumbre, también fue el escenario de otros dos objetivos del gobierno de Macri: el acuerdo Mercosur-UE y el acceso argentino a la OCDE.
Las negociaciones sobre el primer tópico fueron intensas y pese a los obstáculos de Francia –el más reticente por las exigencias de sus propios agricultores– hay optimismo.
El ministro español de Finanzas, el recién asumido Román Escolano, se mostró muy confiado, dijo que su "principal labor" durante la cumbre era impulsar el acuerdo. "Las dificultades pueden ser limadas", se aventuró.
Es que un acuerdo Mercosur-Unión Europea podría ser un símbolo del triunfo del multilateralismo frente a la amenaza proteccionista norteamericana. "Discutimos el tema (por los aranceles) y muchos de los participantes compartimos la idea de que el proteccionismo es un gran error histórico", afirmó Escolano, que aboga por la rápida culminación de las negociaciones entre los bloques. El temor es que los aranceles al acero y al aluminio se vuelvan un patrón.
Argentina, además, recibió el respaldo de varias delegaciones para su acceso a la OCDE, el club de 35 países cuya misión es "promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo". El ingreso es una de las metas del gobierno de Macri y el ministro francés prometió apoyar "personalmente" el deseo. En este terreno, Francia es mucho más comprensiva. Además, recibió buenas calificaciones en la aplicación de las cinco recomendaciones que le formuló el año pasado.
El gobierno de Macri también logró avanzar en sus dos prioridades: el futuro del trabajo y la infraestructura para el desarrollo. Los dos temas fueron incluidos en el comunicado oficial consensuado e, incluso, se aprobó la hoja de ruta propuesta por Argentina para crear una clase nueva de activo para financiar obras.
En el comunicado, sí aparece una voz de alerta sobre los criptomonedas y los ministros se comprometieron a "implementar los estándares que el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) establece para cripto-activos". Además, solicitaron que el GAFI, un organismo internacional, revise esos estándares y que avance "en su implementación global". En julio, habrá una nueva reunión de Finanzas, y habrá propuestas para una regulación global.
El gobierno de Macri se estrenó como el anfitrión -o "mediador honesto", como le gusta decir al propio mandatario- de la mesa económica más importante del mundo. El 30 de noviembre llegarán los líderes de Estado y los desafíos se multiplicarán en un escenario geopolítico mucho más intenso desde la llegada de Donald Trump al poder.
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