Con el reloj de los aranceles al acero y el aluminio en plena cuenta regresiva, el secretario de Comercio, Miguel Braun, inició en esta capital urgentes gestiones para intentar que la Argentina sea exceptuada de la medida de Donald Trump, que avanza con su agenda proteccionista embanderado en el lema de America first.
Todavía no hay resultados concretos. Es decir, las tarifas todavía podrían afectar las ventas argentinas a Estados Unidos. Pero el funcionario de Mauricio Macri estableció los primeros contactos y cree que hay buenos argumentos para lograr que el país no sea alcanzado finalmente por los aranceles, disparador de lo que podría convertirae en una guerra comercial a escala global.
"La situación es complicada, pero creo que hay posibilidades de lograr una excepción, la Argentina tiene buenos argumentos", dijo Braun a los medios argentinos en Washington, entre ellos Infobae.
Más temprano, Braun había mantenido encuentros técnicos con el equipo del representante de Comercio norteamericano, Robert Lighthizer, y pudo tener una primera impresión de primera mano.
Una agenda común
Los argumentos que mencionó el funcionario de Macri fueron esencialmente dos: en primer lugar, el volumen de la producción nacional de acero y aluminio, y la porción de esos metales que se exporta al mercado norteamericano, "no representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos", y además ambos países comparten una amplia agenda de cooperación en temas de seguridad.
Según el embajador argentino en Estados Unidos, Fernando Oris de Roa, este último argumento "es muy poderoso, porque la agenda de colaboración en la materia es muy importante y se afianza cada vez más". Pero más importante, señaló, es resaltar "que la Argentina tiene con Estados Unidos una balanza comercial deficitaria".
Mañana Braun tendrá una idea más clara del curso que pueden tener las intensas gestiones que desde hace días lleva adelante el gobierno de Macri, incluido el diálogo telefónico entre los dos presidentes, ya que el secretario de Comercio se reunirá por la tarde con su par norteamericano, Wilbur Ross.
En ese encuentro Braun expondrá los datos de las ventas de acero y aluminio a Estados Unidos, que totalizan algo más de 700 millones de dólares (220 millones de acero y 490 millones de aluminio, principalmente se las empresas Aluar y Techint) y la escasa incidencia que tienen en las compras estadounidenses de esos metales: apenas 0,6% en acero y 2,6% en aluminio.
El objetivo central del viaje, dijo Braun a los periodistas en la sede de la embajada argentina, es exponer estos argumentos y conocer mejor la hoja de ruta de la decisión que deberá adoptar Trump dentro de los próximos diez días. "Estados Unidos todavía no decidió el proceso formal para tomar la decisión sobre las tarifas, por eso vinimos a tener reuniones del más alto nivel, para entender este proceso y trazar una estrategia que sirva para defender la producción nacional y el trabajo de los argentinos."
Braun llegó a Washington para una reunión del Foro Estratégico Argentina-Estados Unidos, organizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), pero su agenda quedó dominada por el tema arancelario. Braun permanecerá en Washington hasta pasado mañana, pero la decisión de la Casa Blanca sobre las tarifas se conocerá después y depende exclusivamente de Trump.
Además, el funcionario va a aprovechar su reunión con Ross, uno de los colaboradores más estrechos del presidente norteamericano, para poner sobre la mesa los otros temas de la agenda comercial bilateral, sobre todo biocombustibles y carne. "Pero claramente la prioridad ahora es el tema aranceles", subrayó Braun.
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