La agenda del momento desalojó a los legisladores de la "zona de confort". El tema que quema es el del aborto. Si hoy se votara el proyecto que entró esta semana, no pasaría Diputados. No son pocos los que sostienen, tanto en el oficialismo como en la oposición, que no es un tema de mayorías, que solo genera interés entre los sectores urbanos de clase media "progre" y que en ningún caso traspasa hacia los sectores de clase media baja o vulnerable.
Graciela Camaño, del Frente Renovador, está entre los que consideran que es imposible legislar a favor de la interrupción del embarazo en el marco de fuerte tutela a la vida que asegura nuestra Constitución. Para ella no hay alternativa, se está a favor o en contra. El que aborta, mata. Y ella está absolutamente en contra. En su bloque, salvo dos diputados, el resto duda o no acompaña. En los bloques provinciales y el PRO domina la negativa a dejar pasar el aborto legal y el FpV está dividido pero hay quienes están reconsiderando su posición migrando hacia la positiva.
Un conjunto transversal de diputados asegura estar trabajando en un proyecto alternativo. Se definen por un recorte generacional y multipartidario para enfrentar el tema que más les pesa. Diego Bossio, del PJ, Luciano Laspina, del PRO, Marco Lavagna que revista en el Frente Renovador y Nicolás Massot, también oficialista, coinciden en la existencia de vida desde el momento mismo de la concepción, sostienen que la secuencia de ADN es única desde ese instante y diferente a la de la madre, razón por la cual no van a votar por el aborto en ningún caso. Proponen despenalizar a la mujer pero no a los médicos intervinientes. Hablan de cambios profundos de la Ley de Adopción, no descartan incluir la adopción pre-natal, y pretenden políticas de acompañamiento a la madre gestante y partidas económicas fuertes para prevenir embarazos no deseados. Van por ahí.
Aseguran que el planteo se inspira en que el problema no son "los pobres" sino "la pobreza". Justamente el argumento que mueve a los que están a favor del aborto legal, que sostienen que su aprobación terminará con la brecha que hace que algunas mujeres con acceso aborten en una clandestinidad segura y garantizada y las más vulnerables mueran o terminen irreversiblemente lesionadas en el intento.
Un tema inquietante, que no puede ni debe soslayarse, es el crecimiento sostenido del embarazo adolescente que, el caso de algunas provincias, ha trepado de manera alarmante. Según UNICEF, la tasa de fecundidad adolescentes es de 68/1000, muy por encima de la tasa promedio internacional de 44/1000. Una gran cantidad de estos embarazos no es producto de relaciones consentidas, sino de abuso y violaciones en el ámbito intrafamiliar. La Ley de Educación Sexual sigue generando en muchos lugares del país una enorme resistencia.
En cualquier caso, la iniciativa del Gobierno de plantear un tema que en sus mismas filas se considera revulsivo ha metido a todos en un brete.
A más tardar en mayo el debate llegará al recinto. El tema se moverá sí o sí antes de junio. Los más ácidos de la oposición atribuyen al Gobierno la intención de sostener estas cuestiones encendidas hasta el Mundial, después vendrán los goles y a partir de allí el segundo semestre del que se espera traiga buenas noticias de la economía. En estos cálculos no entra que costo político tendrá la expectativa defraudada. Por el momento, no parece ser un tema.
Mal momento para ser machista
Uno menos. El caso del fiscal Daniel Zornitta es emblemático. Pocas horas después de su fatídico posteo tuvo que renunciar, irse, que dar un paso al costado, recoger sus juguetes y volver a casa. Si el tuit que levantó alegremente al ciberespacio fue una humorada, una mera picardía, la movida le salió cara. Carísima. Zornitta tuvo que embolsar la sorna y retirarse a sus aposentos.
Si ahora dedicará su tiempo a "limpiar, cocinar y planchar", tareas a las que mandó al común de las mujeres en el más caliente de los #8M, es absolutamente irrelevante. El punto es otro. Quedó claro que el hombre vivió, al menos hasta hace un rato, ausente de toda comprensión del contexto en el que le toca vivir y ejercer su cargo, un tiempo en el que todo está cambiando y muy rápido. Algo grave para un fiscal que entre tantas otras cuestiones tiene que evaluar casos relacionados con la violencia de género.
Las redes funcionan como una verdadera trampa para los desfasados. Esto de dejar el inconsciente a la intemperie está produciendo efectos demoledores en el buen nombre, prestigio y honor de los que se distraen de los tiempos que corren. Los prejuicios machistas y de cualquier tipo son inmediatamente detectados y señalados con una andanada que deviene viral en cuestión de segundos. Basta un momento de distracción para caer en un abismo.
Hay que tomar nota de estas novedades si es que uno no quiere terminar arrastrado por el tsunami. Todos los procesos de cambio están acelerados. El ritmo de crecimiento y transformación exponencial que hoy alcanza a todas las áreas del conocimiento y la ciencia parece también estar impactando de lleno en el mundo de los valores, de los consensos de época.
Lo que hasta hace muy poco tiempo era tolerado, admitido, naturalizado o banalizado, hoy no admite contemplación alguna. Los que no puedan o quieran darse por enterados corren riesgo de ser arrasados como bien se puede ver casi a diario. La vertiginosa interactividad en redes sostiene una "conversación pública", una agenda de temas, que se retroalimenta con los medios tradicionales y que está acelerando todos los escenarios. Se pensó hasta aquí que los cambios culturales se producían de manera muy lenta, que suelen consumir el tiempo de varias generaciones. Ese paradigma también está mutando. Estamos asistiendo un proceso de aceleración de todas las variables.
Un día histórico
El #8M del 2018 puede ser hoy ya evaluado como un día histórico. En todo el mundo las mujeres ganaron las plazas, el espacio público, habilitaron un sitio de encuentro para dar visibilidad a un reclamo desoído y postergado, con sus matices, en casi todas las culturas: la paridad de género.
En nuestro país la movilización fue multitudinaria, masiva y cursó en perfecto orden. Con múltiples convocantes, consignas y ejes diversos, no necesariamente compartidos, y sin reconocer liderazgo político alguno, pero sostenida por un contexto de disconformidad, demandas insatisfechas apremiantes y malestar admitido. Un fenómeno de expresión social masiva que parece llegó para quedarse y está indisolublemente atado a los cambios en los modos de comunicación.
La política debe decodificar el sentido de esta marcha, debe trabajar para entenderla en todos sus mensajes, debe explorar la forma y el fondo de lo que movilizó ayer. Fue una marcha de alto voltaje político por fuera de el documento que se leyó sobre el escenario. Entre los reclamos hay urgencias. Seguramente el más unificador es el de la violencia. Una mujer muerta cada 30 horas por un femicida, 49 en lo que va del años es un dato duro insoportable para una sociedad que se pretende democrática. El 20 % de las víctimas había realizado denuncias previas, el 17% contaba con medidas de protección y en el 86 % de los casos los agresores pertenecían al círculo íntimo. Durmiendo con el enemigo. Hay una demanda de políticas activas que incluye destinar partidas para invertir en la protección de las mujeres en riesgo. Eso es concretamente dinero público para proteger a las más vulnerables. Toda una decisión. No bastan las buenas intenciones.
Los diez días corridos de licencia por año para las mujeres que padecen violencia de género ayuda pero para quedarse en casa hay que tener dónde. No hay de casas de alojamiento suficientes ni disponibles para resguardar a las mujeres y niños que están en peligro.
La "paridad salarial estricta" es compleja de lograr. Pesa mucho la brecha entre los trabajadores precarizados, en la cual se desempeña una inmensa mayoría de féminas gana en promedio un 40% menos. Otro dato es que algunas tareas que desempeñan mayoritariamente las mujeres, el caso de la docencia, se encuentran entre las peor remuneradas.
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