Mauricio Macri negocia en secreto con Donald Trump para evitar que Argentina sufra la guerra del acero y el aluminio

El canciller y el ministro Cabrera trabajan contra reloj para buscar una solución

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Macri y Trump durante la
Macri y Trump durante la visita del presidente argentino a los Estados Unidos

Una task force liderada por los ministros Jorge Faurie y Francisco Cabrera trabaja contra reloj para evitar que la guerra del acero y el aluminio anunciada por Donald Trump, complique los términos de la balanza comercial y los niveles de empleo formal en la Argentina.

Trump amenaza con imponer aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio, una decisión geopolítica que ya fue repudiada por China, la Unión Europea, Canadá y México.

Mauricio Macri ordenó que los ministros de Producción y de Relaciones Exteriores se muevan con sigilo desde Buenos Aires, mientras que el embajador argentino en Washington, Fernando Oris de Roa, trajina las oficinas del Departamento de Comercio de Estados Unidos para encontrar un atajo político que permita al país escapar de una guerra comercial que pueda cambiar al mundo para siempre.

Si la Casa Rosada logra que la Casa Blanca considere una tregua para las exportaciones nacionales de acero y aluminio, Cabrera marcará el número de celular de Wilbur Ross, secretario de Comercio, para abrir una negociación de último minuto que sólo depende de la voluntad del presidente Trump.

Gary Cohn, el principal asesor
Gary Cohn, el principal asesor económico de Trump que renunció por sus diferencias sobre los aranceles al acero y el aluminio

La ofensiva americana para limitar las exportaciones de acero y aluminio causó un fuerte estruendo en Washington. La decisión de Trump –bajo su logo American First—provocó la súbita renuncia de su principal asesor económico, Gary Cohn, un tecnócrata de Goldman Sachs que diseñó la última reforma fiscal y que tenía suficiente poder interno para retar al Presidente y sus halcones del Ala Oeste.

Cohn se enfrentaba con Peter Navarro, que convenció a Trump de desatar la guerra comercial, y no tuvo otra alternativa que declinar su puesto en la Casa Blanca. Optó por su prestigio y su pertenencia al establishment de Wall Street.

La caída de Cohn demuestra que las gestiones emprendidas por Cabrera, Faurie y Oris de Roa pueden concluir en una vía muerta.

Si Trump decidió avanzar con los aranceles al acero y al aluminio, pese a su soledad adentro y afuera de Washington, las posibilidades de obtener una tregua para la Argentina son mínimas.

Sin embargo, Macri no pierde las esperanzas y hasta jugaría una carta personal de llamar al Salón Oval para defender las exportaciones argentinas a los Estados Unidos.

Pero la voluntad presidencial puede chocar de frente con la agenda doméstica e internacional de Trump. El líder republicano apela al simple nacionalismo para satisfacer a su base electoral del Rosty Belt y no le importa descolocar a sus aliados más importantes a nivel global.

Un aumento en los aranceles del acero y el aluminio causaría estragos a Canadá, México, Brasil y Corea del Sur, mientras que gatillaría un fuerte enfrentamiento con Europa y permitiría a China avanzar en su plan de ascenso pacífico como principal potencia mundial.

En este contexto, la oferta diseñada por Cabrera y Faurie propone que las exportaciones de acero y aluminio queden afuera del incremento arancelario que Trump podría anunciar antes del fin de semana.

El canciller Faurie encabeza las
El canciller Faurie encabeza las negociaciones junto al ministro Cabrera

Argentina no tiene prácticas distorsivas y las exportaciones nacionales significan apenas un 0.6% del acero y un 2.3% de todas las importaciones de esos productos que llegan a los Estados Unidos. Es decir: nada.

Trump apostó a Macri como líder regional y Macri aprovecha esa decisión aunque tenga profundas diferencias con su ex adversario en los campos de golf.

El presidente argentino cree en el libre comercio, apoya el acuerdo de París sobre cambio climático y sostiene un sistema de inclusión de los refugiados que escapan de un presente tenebroso y trágico.

Trump piensa lo contrario y está siempre poniendo a prueba al sistema multilateral de cooperación mundial.

La eventual Guerra del Acero y el Aluminio pone en una encrucijada a Macri. Si fracasa en su negociación secreta y unilateral, enfrenta dos alternativas: acepta la derrota y continúa cercano a la Casa Blanca, o respeta su mirada del mundo, se alinea con la UE, el Mercosur, Canadá, México y China, y presenta ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) una protesta formal para defender las exportaciones nacionales.

El Presidente espera que mueva Trump. Y después decidirá.

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