Ahí está. Justo donde terminaba la Aduana Taylor, en el límite de lo que queda del Fuerte de Buenos Aires del siglo XVIII sobre el que se construyó la Casa Rosada. El Cadillac que mandó a comprar Juan Domingo Perón fue ubicado este lunes, día en que el Museo permanece cerrado, delante de las centenarias arcadas pero quedó tapado con un lienzo negro a la espera de su 'inauguración' la próxima semana. Pocos visitantes veraniegos se acercan hasta la cinta que rodea al vehículo estacionado del lado izquierdo de la enorme galería. Un cartel anuncia: "Muestra en preparación".
Siete horas duró el operativo para poder bajarlo al subsuelo. Cuando empezaron las maniobras había sol sobre Buenos Aires. En el mientras tanto llovió y volvió a salir el sol. A las 9 de la mañana Luis Spadafora, director del Museo del Automóvil, llegó a la residencia de Olivos donde se guardó el auto tras su restauración, previo paso por dos exhibiciones. Lo limpiaron con productos especiales, lo pusieron en marcha y lo subieron a un camión. Varias motos de la Policía Federal escoltaron al Cadillac hasta la parte trasera de la Casa de Gobierno que por estos días se encuentra en obra.
Mientras se realizaba el traslado el ingeniero Heriberto Pronello, diseñador y constructor con larga trayectoria en el mundo automovilístico, dirigía el ensamble por tramos de rampas diseñadas especialmente a las que les colocaron un abrasivo donado por Norton para que el auto no se deslice en exceso en la pendiente pronunciada y con curvas. Hasta el Ejército ayudó. De todos modos se atrasaron y recién a las 14 estuvo todo listo para hacer un ensayo con un auto de similares características, un Chevrolet Caprice amarillo que también está en proceso de restauración y cuenta con buenos frenos.
"No iba a arriesgar al Cadillac", cuenta a Infobae Spadafora, que confiesa haberse "enamorado" el día en que el subsecretario de la Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, lo convocó a la cochera de la quinta de Olivos para que hiciera un diagnóstico sobre el estado del auto que nunca usó el general Perón, a pesar de haberlo mandado a comprar, tal como certificaron en Casa Rosada. Junto al Cadillac, que le pareció "una belleza", había también un Renault donado al ex presidente Raúl Alfonsín.
"Me enamoré, es una pieza única", admite el director del Museo del Automóvil y comenta que al regresar a su oficina coincidieron en "hacerle una cosmética" en forma ad honorem. Cuando les entregaron el auto encontraron que el deterioro era mayor y entonces Spadafora comenzó a llamar a algunos amigos.
"Es un auto que no participa de la grieta, acá trabajó gente que tiene distintas ideas y hasta cada tanto hacíamos un asado", revela con una mezcla de emoción y entusiasmo. "Es el auto de todos los argentinos, un clásico con mucha historia", agrega después de haber trabajado con un gran equipo y durante casi un año para la puesta a punto de la carrocería y la mecánica del Cadillac que no usó Perón porque el auto fue entregado al Estado argentino después del golpe de septiembre de 1955. Asegura que en cada persona a la que llamó encontró una respuesta inmediata y positiva. Y tienen una larga lista él y los funcionarios de la Casa Rosada.
"Lupo, necesito que me des una mano", le avisó al dueño de una pinturería. "Si es para el Cadillac, contá con lo que necesites", prometió. Lo mismo con su amigo Luis Choque que se sumó con la mecánica y de quien dice que "a veces somos colegas y a veces competimos". En la curtiembre Fonseca le advirtieron que tardarían dos meses pero hicieron el cuero idéntico al original. Lo mismo con Humberto, especialista en desabollar y pulir autos que tampoco quiso cobrar por dejar brillantes las bajetas metálicas aunque probablemente haya necesitado el dinero. Hasta hubo quien le pidió no difundir su ayuda, el importador de las cubiertas, por ejemplo.
El Cadillac sí fue utilizado durante la llamada Revolución Libertadora y por los presidentes Arturo Frondizi; Arturo Illia; el dictador Jorge Rafael Videla; Raúl Alfonsín al asumir en 1983 y hasta hay una fotografía del venezolano Hugo Chávez junto al entonces ministro Julio De Vido en los jardines de Olivos, privilegio del que gozó quien dirigió la restauración. Una vez terminado el trabajo Spadafora fue cada 15 días a Olivos para ponerlo en marcha e incluso sacarlo "con autorización", aclara, por las calles internas de la residencia para "cuidar la dirección, los frenos y evitar que se deformen los neumáticos".
Spadafora solo pidió algunas cosas. Primero, "orgulloso del trabajo", exhibir el descapotable en el Salón del Automóvil y en Autoclásica 2017. En la primera presentación pública lo ubicaron de manera tal que el Presidente se topara con él al salir de la muestra. Y Mauricio Macri, a quien le habían aconsejado no usarlo el día de su asunción porque levantaba temperatura, se sentó en el lugar que nunca ocupó Perón mientras Spadafora le aseguraba que "lo dejamos como para que usted vaya a correr las 1000 millas". También quiere que cuando se quite el manto negro que cubre al Cadillac de Perón estén en el Museo de Casa Rosada todos los que evitaron la grieta para colaborar. Y finalmente hará una petición: "Que lo usen los próximos presidentes".
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