Tras su intensa visita a Vladimir Putin en el Kremlin, Mauricio Macri llegó a Zurich como escala previa a su participación en el Foro Económico Mundial, que todos los años congrega a poderosos empresarios, jefes de Estado e inversores multimillonarios en el cantón suizo de Davos. Macri utilizará su tiempo en esta coqueta villa alpina para ratificar su programa económico y adelantar sus planes políticos: defensa del libre comercio, combate a la pobreza y reelección presidencial en 2019.
Macri pretende multiplicar las inversiones extranjeras directas que puedan sostener sus promesas desarrollistas. Y por eso organizó su agenda de Davos apuntando a los negocios vinculados a la energía, la alimentación, las comunicaciones, la infraestructura y la industria automotriz. El Presidente conecta con los CEOs de las compañías más poderosas del planeta, pero los niveles de inflación, déficit fiscal y rojo comercial causan incertidumbre al momento de ordenar las inversiones a la Argentina.
En Estados Unidos, Europa y Asia se conocen los esfuerzos de la administración de Cambiemos para bajar los costos de producción y equilibrar las cuentas públicas. Sin embargo, en esos centros económicos se asume el peso específico del sindicalismo peronista y su influencia para trabar la agenda política del gobierno.
Macri llegará a Davos sin su reforma laboral y enfrentado con la cúpula de la CGT, que no tiene problemas en mezclar las reivindicaciones salariales con la defensa de ciertos popes gremiales que pronto subirán las escaleras de Comodoro Py. Las argucias políticas de Luis Barrionuevo y la trifulca montada por la ultra izquierda en la Plaza de los Dos Congresos, tienen suficiente capacidad para enfriar las promesas de estabilidad institucional que presenta Macri cada vez que viaja al exterior.
Durante todas sus giras del 2017 –Madrid, Holanda, Hamburgo–, Macri explicó una y otra vez que estaba en condiciones de derrotar al justicialismo y a los restos del kirchnerismo, cuando le preguntaban acerca de la posibilidad de un triunfo de Cristina en los comicios de medio termino. CFK perdió en la provincia de Buenos Aires y el gobierno consolidó su peso electoral en la mayoría de los distritos del país.
Con el pronostico cumplido a su favor, Macri tiene chances en Davos de fortalecer su imagen presidencial. A diferencia de su primer viaje en 2016, cuando aún trataba de contabilizar los daños recibidos, Macri vuelve al Foro Económico como organizador del G20 y con una fuerte presencia regional. El presidente argentino aparece enfrentado al régimen de Nicolás Maduro, negociando un acuerdo Mercosur-Unión Europea y vinculando a la Argentina con China, Estados Unidos y la Federación Rusa.
La línea programática que Macri presentará ante los empresarios y los jefes de Estado que recibirá en Davos, se multiplicará a nivel global cuando haga su discurso ante el auditorio central del Foro Económico. Será una presentación de 20 minutos trasmitida vía internet y traducida en simultáneo a siete idiomas. El Presidente explicará su estrategia de inserción de la Argentina a nivel mundial, hará referencia al G20, defenderá el libre comercio e instará a evitar que la aplicación tecnológica en el campo laboral implique una profunda crisis de desempleo.
Macri hace una apuesta personal en Davos. Sabe que su reelección depende de la economía y cree que la economía prosperará con la inversión directa extranjera. Es una batalla contra el tiempo y la historia de la Argentina. Dos adversarios letales que, agazapados, esperan su oportunidad.
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