Macri con Putin en Rusia: el viaje gestado bajo el manto de la ex KGB y una promesa inquietante

El presidente argentino arribó hoy a Moscú. Una agenda cargada con empresarios y con su par ruso en medio de un pedido sobre seguridad cibernética

Vladimir Putin con Mauricio Macri, en un encuentro en China durante el G20 (Presidencia)

"Soy un demócrata puro y absoluto. Soy el único, no hay otros en el mundo". La frase, grandilocuente, pertenece a Vladimir Putin, el mandamás del régimen que controla la vida de Rusia ininterrumpidamente -como presidente o primer ministro- desde 2000. El nostálgico ex agente de la KGB que anhela con resucitar a la potencia soviética, al imperio ruso. Y el anfitrión del presidente Mauricio Macri durante dos intensos días a partir de hoy.

Putin, quien al momento de la caída del Muro de Berlín estaba destinado como espía en la República Democrática Alemana, es dueño de un estilo férreo de administración y extravagante hacia su pueblo: cada porción de poder que tuvo a su alcance la ejerció a pleno. Desde que su mentor –Anatoli Sobchak, uno de los redactores de la Constitución de la Federación Rusa– lo bendijera con su confianza plena en 1990 como su asesor en la Diputación de San Petersburgo fue creciendo de manera meteórica en la jerarquía política rusa.

Putin está en campaña electoral y se metió en aguas gélidas para una festividad religiosa. Los analistas descartan que ganará los comicios: será presidente hasta 2024, casi un cuarto de siglo ejerciendo el poder absoluto en Rusia

Desde esa oficina y luego desde la alcaldía de esa monumental ciudad ejercida por Sobchak, un joven Putin despuntaba el gusto por el control. Y por el manejo de empresarios. Los conoce desde que fue presidente del Comité de Relaciones Exteriores de San Petersburgo. Allí era el encargado de tentar a las compañías –locales y extranjeras- para invertir. Y lo logró. Las sedujo. Con creces. Hoy, los empresarios rusos se mueven al compás suyo, ninguno se sale del libreto.

En Moscú, al recorrer las páginas de un diario, Macri no se sorprenderá. Pese a la barrera idiomática, leerá –traductor mediante- noticias agradables. Al menos para el Kremlin. Duro, Putin desde sus inicios supo que el periodismo no debía interrumpir su ascenso. Y una vez en lo más alto, logró controlar una prensa que se convirtió en un órgano de propaganda.

Fue así como pocos años después de su entronización ideó la cadena RTRussia Today en sus inicios-, que en 2005 fue lanzada en habla inglesa para mostrar los "logros" de una administración que no podía contener la crítica de los medios independientes extranjeros. Luego, su versión en alemán, árabe, español… Su presupuesto era y es multimillonario. Bajo la tutela del Kremlin, la mayoría de sus envíos están teñidos de ideología. O interés. Salvo, claro está, aquellos videos virales que tanto atraen a la audiencia.

Pero la guerra –y obsesión- personal de Putin con los medios de comunicación no terminó allí. Permeable a las críticas e investigaciones pese al contrapeso que supuso que ganaría con RT en la opinión pública internacional, el presidente ruso fue más allá y en diciembre último sancionó una ley que le permitía al Ministerio de Justicia declarar como "agente extranjero" a cualquier medio que cuestionara al gobierno. Los primeros en la mira fueron norteamericanos. La decisión fue repudiada por la Unión Europea (UE) y por organismos defensores de la libertad de prensa.

Su obsesión y conocimiento internacional vive entrelazado con su formación en la KGB. Sus años al frente del gobierno estuvieron signados por las sospechas en torno a crímenes en el extranjero con olor a Guerra Fría. Tal el caso del asesinato de Alexander Litvinenko, ex espía muerto luego de tomar un té en un hotel de Londres contaminado con polonio 210. Era noviembre de 2006 y todos los ojos miraron a Moscú y al ex jefe del agente: Vladimir Putin.

Y a tal punto se mezclan ambos factores –el internacional y el mundo del contraespionaje- que la cumbre entre Macri y Putin en Moscú fue gestada en la Casa Rosada justamente por un ex espía soviético. Nikolai Patrushev, célebre ex agente de ese organismo de inteligencia, es el actual secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. Se encontró con el presidente argentino el pasado 5 de diciembre. Allí, según había anticipado Infobae, la reunión se diversificó entre algo trivial –intercambios sobre fútbol y el próximo Mundial-, la confirmación de las fechas de la visita local y una promesa que sonó inquietante: ¿la Argentina le dará las llaves de su ciberseguridad al régimen controlado por Putin?

Un sonriente Mauricio Macri con el ex espía de la KGB Nikolai Pátrushev, cuando visitó en diciembre la Argentina. Intercambiaron comentarios sobre fútbol y hablaron sobre el futuro de la ciberseguridad en el país

Rusia está en la mira de la comunidad internacional por su injerencia en las últimas elecciones celebradas en los Estados Unidos. Mediante un ejército de hackers, el Kremlin habría logrado infiltrar el proceso electoral norteamericano durante las primarias y la carrera definitiva entre Donald Trump y Hillary Clinton. Eso es lo que investiga el FBI. Las evidencias son cada vez más contundentes. Poco antes de abandonar el poder –en diciembre de 2016-, la oficina de investigaciones federales publicó las evidencias del Grizzly Steppe, un documento con los detalles técnicos y mecanismos de la filtración rusa durante la campaña presidencial. Más específicamente, los dardos al Partido Demócrata.

Macri se encontrará con Putin el martes a las 2pm (hora local). Será el primer contacto entre ambos desde que el mandatario ruso le ofreciera ayuda para encontrar el submarino ARA San Juan, que conmovió a la opinión pública argentina y recordó la tragedia del Kursk. Allí, seguramente el presidente argentino le agradecerá sus servicios durante la tragedia marítima. Su par ruso se mostrará diplomático, dará sus condolencias en persona y le preguntará sobre otro tema: la propuesta sobre ciberseguridad que quedó flotando tras la cumbre en la Casa Rosada con Patrushev.