Juan Carlos Schmid: "El 15% de las paritarias es una fantasía, no lo va aceptar nadie"

El integrante del triunvirato que conduce la CGT dice que el Gobierno no puede controlar la inflación y que hay una "generalización peligrosa" contra el sindicalismo

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Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato que conduce la CGT, aprovechó los primeros días de 2018 para hacer un tratamiento para tratar de bajar alguno de los kilos de más que había sumado el año anterior. Dice estar conforme con los resultados y promete que hoy al mediodía, en el asado que ofrecerá Luis Barrionuevo en Mar del Plata, no se saldrá de la dieta. También anticipa que será un año de "muchísima tensión" con el Gobierno que, cree, busca poner "de rodillas al sindicalismo".

—En las últimas horas, el Gobierno dejó claro que hay un techo del 15% para las paritarias y que este año, a diferencia de otros, no está dispuesto a aceptar cláusulas gatillo. ¿Cuál es la posición de la CGT?

—A principios de año siempre es un folclore el porcentaje en el que van a cerrar las negociaciones paritarias. Los gobiernos siempre dicen una cifra y la realidad al final del año termina demostrando otra. Creo que el porcentaje del que está hablando el Gobierno del 15% está encerrado en una fantasía, en una burbuja. No lo va a aceptar ninguna organización sindical.

—¿Usted dice que el 15% no pasa?

—El 15% no pasa si no hay actualización por la inflación. ¿Por qué voy a creer en un programa económico que hasta ahora lleva un 70% de inflación acumulado en los dos años de gestión?

—¿Y qué número maneja la CGT?
—Bajo ningún punto de vista puede ser ese. Cada mesa paritaria tiene su propia naturaleza, su característica. La CGT, en todo caso, lo que establece es una respuesta de orden político de que no podemos confiar en las pautas que da el Gobierno porque evidentemente ha fallado. Yo diría que cada vez demuestran menos confianza las declaraciones del Gobierno, cada vez tenemos menos confianza en lo que dice el Ejecutivo.

—¿Y eso como se soluciona?

—Se soluciona, si se puede, a través del diálogo. Y si no se puede, a través de las medidas que puede llevar adelante el sindicalismo argentino que es la confrontación a través de medidas de fuerza, de movilizaciones…

—Yo le preguntaba si hay un número que tenga en mente la CGT para las paritarias.

—Lo que pasa es que en el sector portuario y marítimo de repente un 20% nos puede cerrar. Pero hay otros sindicatos que están muy sumergidos que necesitan un porcentaje mayor. Por eso soy reacio a fijar porcentajes, porque hay una desigualdad muy grande en el mundo salarial en la Argentina.

Lihue Althabe
Lihue Althabe

—¿Y una cláusula gatillo ayuda a corregir esas asimetrías?

—Obviamente tiene que haber una cláusula gatillo. Porque cuando uno se sienta en la mesa de tratativas lo que busca es no perder poder adquisitivo. Y en los últimos dos años hubo pérdida de poder adquisitivo, algunos perdieron más que otros.

—¿Y estas paritarias están contaminadas por la discusión de la reforma laboral?

—El Gobierno anunció con mucha pompa el tema de la reforma permanente. Vaya a saber uno qué quiere decir esto, ¿no? En principio cuando digo que es menos confiable es porque anuncian una cosa, ejemplo la reforma laboral, y termina sancionando una rebaja de jubilaciones. De modo tal que es obvio que todo esto está ligado. Pero parece ser que no es la legislación laboral la que impide el despegue económico o la llegada de las inversiones. Sino los errores enormes que se están cometiendo en materia social y económica.

No es la legislación laboral la que impide el despegue económico o la llegada de inversiones. Sino los errores enormes que se están cometiendo en materia social y económica

—¿Qué opina de las últimas declaraciones de Barrionuevo, que dijo que De la Rúa y Alfonsín se metieron con los sindicatos y no terminaron sus mandatos?

—Barrionuevo es un hombre que siempre tiene frases altisonantes. Yo creo que hay una ofensiva sobre la estructura sindical. Y es una ofensiva que, me da la impresión, excede al propio Gobierno. Es una ofensiva desde los poderes que hay en la Argentina y que indudablemente ven un escollo a superar en la organización que tiene el sindicalismo. El sindicalismo argentino es uno de los más fuertes de América y es un sindicalismo que tiene una tasa de afiliación muy alta, por lo que es un problema para toda la clase dirigencial y empresaria en la Argentina.

—¿Usted cree que esta ofensiva la impulsa o la avala el Gobierno?

—Y… El Gobierno cuando habla de mafias sindicales por lo menos da un guiño para que haya una formación de opinión pública en contra de los sindicatos. Habría que preguntarse cómo sería el sistema democrático si no hubiera sindicatos en la Argentina.

—¿Pero el desprestigio del sindicalismo tiene que ver con esta supuesta campaña o con los comportamientos de los sindicalistas en el último tiempo?

—Hay un desprestigio y sería ridículo de parte nuestra negar que hay comportamientos que no se corresponden con lo que representamos, con algunos hechos decididamente delictivos, como el caso Balcedo. Pero también hay una generalización peligrosa. E insisto en la pregunta anterior: ¿Qué pasaría en la Argentina si no estuvieran los sindicatos? Si tenemos más de 4 millones de compatriotas que no tienen convenio colectivo, que no tienen aguinaldo, eso no ha sido obra de los sindicatos. Eso ha sido obra de las políticas económicas y de los malos empresarios en la Argentina.

—¿Pero usted cree que el objetivo final del Gobierno es terminar con los sindicatos?

—Yo creo que el objetivo es poner de rodillas al sindicalismo. Me atengo al proceso histórico. Todos los gobiernos han intentado hacer esto. De Vandor se decían un montón de cosas, sin embargo era un hombre común, no era un millonario. Se dijeron un montón de fantasías y de mitos alrededor de Rucci, sin embargo, su mujer terminó trabajando en un sanatorio de la Unión Obrera Metalúrgica. Se decía que Ubaldini tenía yates y todo eso. Y ninguno de esos hombres murieron millonarios.

—Pero en su momento hubo una pelea por la herencia de Lorenzo Miguel, ahora hay una pelea por la herencia del Momo Venegas… Están los casos de Balcedo, Monteros, el Pata Medina, el Caballo Suárez… Son varios los casos de sindicalistas que se conocen con fortunas que son difíciles de justificar…

—Indudablemente es como usted lo plantea, pero yo puedo contraponer un montón de otros compañeros que son ignotos para la prensa y que no tienen ninguna sospecha ni ningún bien mal habido sobre sus espaldas y hace años que están en los sindicatos.

—¿Y entonces por qué cada vez que se habla de las declaraciones de bienes de los sindicalistas todos parecen ponerse nerviosos?

—Porque en realidad nosotros cuando vamos a someternos a las reglas que estipula la AFIP todo eso lo ponemos a disposición de los organismos regulatorios. Nosotros somos personas políticamente expuestas y manejamos fondos… Voy a citar una frase que suele decir Moyano: A lo mejor hay alguno de los nuestros que manotea los recursos, pero son los nuestros. Acá hay empresarios y gente en la política que se roba los de todos.

Voy a citar una frase que suele decir Moyano: A lo mejor hay alguno de los nuestros que manotea los recursos, pero son los nuestros
Adrián Escandar
Adrián Escandar

—Usted hablaba de Moyano, que también está siendo investigado por el traslado de fondos entre el sindicato y una serie de empresas familiares sin ningún control…

—Bueno, eso es lo que dicen las denuncias. Habrá que ver cómo lo prueba la Justicia, si efectivamente existe eso. Recordemos el famoso exhorto a la banca suiza, que no pudo ser probado y pareció un globo de ensayo en la etapa del kircherismo.

—Pero un dato que surge ahora es, por ejemplo, que gran parte de las empresas que trabajaron en la construcción del sanatorio Antártida de Camioneros son de la familia de la mujer de Moyano…

—Es un enfoque. Yo tengo que controlar los fondos de mis afiliados, que no son públicos, este es otro error en el que cae la sociedad. Reaccionan como si los fondos fueran públicos. No, los fondos que manejamos son nuestros. Son de los trabajadores que aportan. No hay fondos públicos. Por lo tanto lo que tengo que hacer es controlarlos y contratar al que me dé un mejor resguardo de esos intereses y que, en todo caso, esté dentro del control mismo de la propia organización sindical. Yo tengo todo el derecho del mundo a construir mis propios instrumentos económicos. Porque si no, ¿cómo confronto con el poder económico?

—Pero ahí los sindicalistas se terminan convirtiendo en empresarios…

—Yo no veo que Moyano sea un empresario que esté sentado de los dos lados del mostrador. Y los camioneros tampoco lo ven de esa manera.

—¿Cuál es la relación de Moyano con OCA por ejemplo?

—No lo puedo decir porque desconozco cómo es el paquete accionario, yo no tengo acceso a esa información. No lo sé.

—¿Pero usted dice que, manejando los fondos de un sindicato, un secretario general puede contratar a una empresa de un familiar?

—Si los que aprueban los gastos están de acuerdo… Esta es una decisión que tiene la conducción del sindicato. El estatuto de cada sindicato es claro en ese sentido. Acá no hay que olvidar que todos los años los sindicatos realizan asambleas de sus afiliados para aprobar sus gastos. Esto los sindicatos lo hacen todos los años, a diferencia de otros sectores que no lo hacen.

—Pero en el caso del Pata Medina, por ejemplo, se pudo ver la mecánica de la extorsión, el apriete, para controlar las obras en la ciudad de La Plata…

—Pero ahí hay un componente nuevo: la imposición, el apriete, la amenaza. No es el caso de lo que estamos hablando.

—En el caso de la UOCRA Bahía Blanca pasaba lo mismo, en el caso del Caballo Suárez se lo denunció por extorsión…

—Eso es condenable. Eso no se puede hacer. Son situaciones distintas. Yo estoy hablando de la defensa de los recursos que son propios de los trabajadores. Y ahí no se puede imponer. Ahora, cuando van a desatar un conflicto para que se direccione la contratación de una determinada empresa, eso es otra cuestión.

—¿Y no es eso lo que sucede habitualmente?

—Por lo menos en el caso de Camioneros yo no lo he visto de esa manera.

—¿Entonces el problema no sería hacer públicas las declaraciones patrimoniales?

—¿Por qué voy a tener problema? Lo he hecho. Pero yo soy un caso muy especial, yo no soy titular de obra social y tal vez no sea el más indicado.

—Usted sabe que hay otros integrantes de la CGT que no están dispuestos, ¿no?

—Pero bueno, eso es algo que los compañeros tendrán que decir. Pero si vamos a establecer otro estándar más, hay que decirlo con claridad. Esta gente tiene un doble estándar. Porque eso se lo exigen al campo sindical y por qué no a los dueños de los medios, a los doctores, a los contadores, a todos profesionales…

—Porque hay una diferencia entre crecer económicamente por el ejercicio de una profesión y enriquecerse…

—¿Y a mí quién me asegura que el dueño de un medio, a través de una fusión, no haga una maniobra fraudulenta?

—¿Pero entonces para usted los casos de Balcedo, Monteros, el Pata Medina, el Caballo Suárez, son excepciones?

—Absolutamente.

—¿Y entonces por qué hay una sensación de persecución al sindicalismo?

—Porque si me atengo a lo que se ha dicho, cuando se habla de una mafia sindical y los medios de comunicación ponen en tapa permanentemente estos casos, también tienen una lectura de orden político. Es un dato llamativo. Hay otros problemas tan serios en la Argentina como por ejemplo los negociados del circuito financiero que no tienen la misma exposición.

—Usted dice que los sindicalistas que están presos están bien detenidos, pero lo que es injusto es la generalización sobre el resto…

Exactamente. Pero sobre los que están detenidos… Todos saben que yo con Suárez no tenía una buena relación. Ahora esto de sacarlo, llevarlo, volverlo a la prisión… Solo falta que lo saquen de Comodoro Py, lo paseen por toda la avenida 9 de Julio hasta el penal de Ezeiza. Eso es una vergüenza acá y en la China.

—¿Y usted cree que eso está avalado por el Gobierno?

—Yo creo que debería procederse de otra manera.

—¿Cuáles van a ser los temas en el asado de Barrionuevo?

—Naturalmente el tema paritario va a estar al tope de la discusión. El otro va a ser la situación general del país y la relación que se quiere tener con el Gobierno. Porque si es una relación de veladas acusaciones, de sospechas, de intrigas y de falta de confianza…

—¿Usted no le cree al Gobierno?

—Definitivamente ha entrado en un cono de desconfianza en cuanto a lo que está proponiendo. Recordemos: diálogo social en el primer año de gestión. Firmamos un acuerdo y no se cumplió con lo pactado. Con la reforma laboral lo que se buscó fue sancionar la ley previsional con un tratamiento exprés. ¡Que digan la verdad!

—¿Pero la CGT no había dado su apoyo a la reforma laboral?

—La cúpula de la CGT lo que hizo fue introducir reformas sustantivas. No es verdad lo que dice Marcos Peña: el proyecto es del Ejecutivo, no de la CGT. El Ejecutivo que vaya y lo defienda ante el Parlamento.

Fotos: Lihue Althabe
Fotos: Lihue Althabe

—¿Está diciendo que el Gobierno miente?

—Por supuesto que está mintiendo en este aspecto. Cuando dice "lo acordamos con la CGT". Nosotros realizamos reformas, nosotros no acordamos nada.

—¿Pero no fue que el sindicalismo avaló la reforma laboral y después de lo que pasó con la reforma previsional dio marcha atrás?

—No, justamente… Nunca estuvo en discusión la reforma previsional. Da toda la sensación de que nos estuvieron entreteniendo para sancionar la reforma previsional y arrojar un manto de desgaste sobre la conducción de la CGT. La sanción de la reforma previsional es un costo que innecesariamente han querido asumir los gobernadores, que se hagan cargo de eso. Porque es de naturaleza antipopular que va a tener de alguna manera su respuesta.

—¿Cómo imagina la relación entre el Gobierno y la CGT este año?

—Yo creo que va a ser una relación de muchísima tensión. La inflación es algo indomable que no se ha podido poner en caja. Los aumentos de los servicios están calando fuerte en amplios sectores de la sociedad.

Yo creo que la relación entre el Gobierno y la CGT va a ser de muchísima tensión. La inflación es algo indomable que no se ha podido poner en caja

—La sensación que quedó el año pasado es que el sindicalismo estuvo un poco desconcertado… 

—Son maneras de ver. Yo tengo que sentarme a dialogar con el Gobierno. Antes de ir al conflicto tengo que hacer el esfuerzo para tener una tratativa. Estoy diciendo que el Gobierno está desperdiciando todas las oportunidades para tener un diálogo serio. Pero no hay que pasar por alto que el Gobierno salió ganando en la elección. Había un aval popular muy fuerte al ritmo de las reformas que quería hacer el Gobierno.

—¿Y esa situación cambió ahora?

—Definitivamente. Pasó el diciembre caliente. Hay una situación muy cambiante en la Argentina, todos los días hay acontecimientos nuevos.
No creo que sean tan necios: han tenido buenos resultados electorales y resultados magros, por denominarlos de alguna manera, en lo social y lo económico.

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