En enero de 2015 Diego Lagomarsino tenía que estar de vacaciones. Pero su esposa le pidió postergarlas. El 18 de enero de ese año su vida iba cambiar para siempre y lo que le pasó, y le pasa, lo define con una palabra: "tortura".
"Vivo una tortura diaria, es el tercer aniversario de una tortura", le dice Lagomarsino a sus allegados por estos días al cumplirse tres años de la muerte del fiscal Alberto Nisman, para quien trabajaba como perito informático y a quien le llevó el arma de la que salió la bala que iba a terminar con su vida. Y con la de Lagomarsino también.
"Alberto se murió y yo también", dice.
En enero de 2018 vuelve a hablar de vacaciones. "Tendría que estar con mis hijos de vacaciones, ¿y sabes por qué no es así? Porque a Alberto lo quise ayudar".
Tampoco hubiera podido por las restricciones judiciales que tiene. No puede irse de su domicilio por más de 24 horas sin avisar, tiene prohibición de salida del país, debe presentarse cada 15 días en tribunales y tiene una tobillera electrónica que controla sus movimientos. "Es mejor mil tobilleras que la cárcel".
Lagomarsino trabaja como perito informático en forma autónoma y sigue manteniendo una rutina diaria. Va dos horas al gimnasio.
Hace menos de un mes el juez Julián Ercolini lo procesó como partícipe necesario del delito de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego.
El magistrado y el fiscal Eduardo Taiano no creen la versión de Lagomarsino y sostienen que formó parte de un plan criminal para matar al fiscal. La relación que ambos tenían le permitió entrar a su departamento y dejar un arma con la que después fue asesinado.
Lagomarsino siempre mantuvo la misma postura. Que la tarde del 18 de enero Nisman lo llamó para que vaya a su departamento en Puerto Madero donde le preguntó si tenía un arma porque quería proteger a sus hijas que en ese momento estaban en Europa. Luego fue a su casa, en la localidad bonaerense de Martinez, tomó una pistola Bersa calibre 22 y se la llevó al fiscal.
Estudioso, memorioso y puntilloso de cada una de las más de 20 mil fojas de la causa judicial que lo tiene como protagonista, Lagomarsino no leyó su procesamiento al que califica de "una locura".
La postura de su defensa es que Nisman se suicidó –así lo dijeron sus peritos y los del Cuerpo Médico Forense al inicio de la causa– y que si lo mataron él no formó parte de ningún plan criminal porque en el expediente no hay otras personas acusadas de ser parte de ese crimen.
Los investigadores judiciales trabajan en un entrecruzamiento de miles de llamadas, principalmente de agentes de inteligencia, de fuerzas de seguridad y funcionarios del entonces gobierno de Cristina Kirchner. Buscan allí elementos para tratar de dar con los instigadores del crimen. Reconocen que es una tarea muy difícil.
¿El o los autores materiales del crimen? En la causa no hay elementos que indiquen que después de Lagomarsino hayan estado otras personas en el departamento de Nisman.
Tampoco se estableció en la investigación el móvil del crimen de Nisman. ¿Por qué mataron al fiscal?
En enero la causa estuvo parada por la feria judicial. Retomará en febrero. Lagomarsino y su abogado, Gabriel Palmeiro, tienen que decidir si van a apelar el procesamiento para que sea revisado por la Cámara Federal. Están analizando los pro y los contra de esa decisión.
Más allá de cómo siga la causa, el perito informático sabe que el juicio oral será inevitable. Allí apuesta a revertir su situación. Primero confrontar a los peritos del Cuerpo Médico Forense y de la Policía Federal con los de Gendarmería. Los dos primeros dijeron que no hubo terceras personas en el baño que murió Nisman. Los de Gendarmería que se trató de un homicidio.
El segundo punto es que no hay plan criminal con una sola persona y sin otras identificadas.
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