El 23 de enero, Mauricio Macri y Vladimir Putin almorzarán en el Kremlin para ratificar las relaciones diplomáticas que unen a la Argentina y Rusia desde hace más de 130 años. Macri y Putin se encontraron en China durante la cumbre del G20, y esa reunión sirvió de poco para acercar a dos personalidades que tienen poco en común. El Presidente ruso contestó con frialdad una humorada del Presidente argentino sobre la selección nacional, y el encuentro se apagó definitivamente cuando trataron la financiación de la represa de Chihuidos a construirse en Neuquén. Cristina Kirchner firmó un préstamo del Vnesheconombank (Banco de Crédito de Rusia) por 2.600 millones de dólares a una tasa del 6.5% anual, y Macri propuso bajar la tasa bancaria al 4 por ciento. Putin sonrió con desdén, saludó con frialdad y se fue.
Desde ese momento, hasta la colaboración de Moscú para buscar y rescatar a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, las relaciones diplomáticas entre la Casa Rosada y el Kremlin estuvieron atravesadas por la desconfianza y la lejanía. Pero Macri cambió su perspectiva sobre Putin cuando comprobó la predisposición de la Armada Roja y su capacidad tecnológica para hurgar en las profundidades del Atlántico Sur. El Presidente llegará con una sonrisa de agradecimiento a su cónclave con Putin y tiene previsto avanzar en un puñado de acuerdos vinculados a la energía y a los alimentos, dos comodities considerados claves en la Argentina y en la Federación Rusa.
Putin sueña con erigir un nuevo imperio controlado desde Moscú y no duda en actuar con voracidad pragmática para apuntalar su objetivo geopolítico y personal. La comunidad internacional fue sobrepasada por las operaciones permanentes de los hackers rusos, que demostraron su afilada tecnología durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la votación del Brexit y el referéndum en Cataluña. La Unión Europea fue soslayada por el Kremlin cuando exigió que Putin no se apropiara de la Península de Crimea, y su reacción institucional no evitó la anexión de ese territorio ucraniano a la voluntad política de la Federación Rusa. La correlación de fuerzas en Medio Oriente cambió frente a la retirada de Estados Unidos en la guerra civil de Siria, y ese desequilibrio estratégico fue aprovechado por Putin que derrotó a ISIS, estableció un acuerdo tácito con Turquía y el régimen de Bashar al Assad y transformó a Damasco en una ciudad clave para sus ansias imperiales.
A Putin le falta desembarcar en América Latina. Tiene intereses consolidados en Cuba, Bolivia y Venezuela, pero necesita quebrar su aislamiento internacional y esos gobiernos regionales tienen una mirada del mundo que atrasa décadas y aporta muy poco a la inserción mundial de la Federación Rusa. El Kremlin necesita los alimentos que puede exportar la Argentina y pretende aumentar su participación en negocios de energía que ya tienen su caso testigo entre YPF y Gazprom. Por eso, los ministros Juan José Aranguren (Energía) y Miguel Etchevehere (Agroindustria), viajarán junto a Macri hacia Moscú.
El Presidente agradecerá a Putin su apoyo a la búsqueda y rescate de los 44 tripulantes del ARA San Juan e insistirá con su propuesta de negocios posibles en la Argentina: infraestructura, energía, comunicaciones, puertos y transporte. Chihuidos fue excluido de la agenda oficial: Rusia ya no aportará la financiación, porque Macri no aceptaba las tasas que Putin había logrado por la debilidad del gobierno de Cristina, que estaba aislado y no lograba financiamiento internacional de la banca privada y los organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo). Los desarrolladores de Chihuidos (Corporación América) buscan financiamiento en Alemania, que pidió tiempo para decidir.
Además de su jornada intensa en el Kremlin –reunión bilateral, encuentro con Putin y almuerzo de trabajo-, Macri concedió audiencia a Lukoil, una empresa petrolera rusa que tiene activos alrededor del planeta. Lukoil quiere comprar las estaciones de servicios OIL de Cristóbal López, que está preso por evadir 10 mil millones de pesos del impuesto a la transferencia de los combustibles (ITC), durante la administración de CFK.
La justicia federal y la AFIP traban la operación de compra de las estaciones OIL que intenta cerrar Lukoil para desembarcar en la Argentina. López pretende una quita de la deuda impositiva, la AFIP se resiste y esa resistencia bloquea la oferta de Lukoil al grupo Indalo, el conglomerado de empresas que López construyó por su cercanía con CFK. Macri se sentará a escuchar, y sólo aceptará convalidar la oferta de Lukoil, si es avalada por la AFIP y la justicia federal.
El presidente dormirá en Moscú, y luego abordará su vuelo privado rumbo a Suiza. Si no hay cambios protocolares, un día más tarde (25 de febrero), a las 11.20 hora local, Macri disertará frente a los empresarios más poderosos del mundo en el Foro Económico de Davos. Ya no estará Sergio Massa, como ocurrió en 2016, cuando el ex diputado nacional aparecía como líder de la oposición y e integró la delegación oficial.
Macri se reunirá con los CEO´s de las principales compañías del planeta, recibirá en la Casa Argentina –que se levantará para la ocasión en las cercanías del Foro Económico—y no descarta un pull aside (encuentro informal) con Donald Trump, que pese a sus diferencias con el libre comercio viajará especialmente a Suiza para ratificar su programa de gobierno. El Presidente de los Estados Unidos está bajo fuego cruzado por la publicación del libro Fire and Fury, que desnuda su peculiar manera de administrar la Casa Blanca. Este libro del periodista Michael Wolff es furor en DC y New York, y ya llegó –vía Amazon–, al primer piso de Balcarce 50.
El jueves 25 de enero, a la tarde, Macri sube al avión de nuevo y parte a París, adonde se encontrará con Emmanuel Macron, presidente de Francia. Macron trabó el anuncio político del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, y Macri vuela a la Ciudad Luz para convencer al líder francés. El Presidente argentino está molestó con Macron y pretende destrabar el acuerdo multilateral durante su viaje relámpago a París. Si Macri cumple su objetivo, se reanudaran las negociaciones en Bruselas, que tienen la complejidad de un laberinto construido por jefes de Estado y burócratas.
Macri visitará tres países en cuatro días. Habrá reuniones importantes e imágenes cargadas de significado político: una foto con Putin en el Kremlin, un abrazo con Trump en Davos y una sonrisa diplomática con Macron. La gira será clave. Los resultados, inciertos.
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