Juan José Zanola espera a Infobae parado al lado del enorme sillón color maíz del living de su casa de la calle Sayos al 6000, en el barrio porteño de Lugano. Viste camisa celeste, pantalón de traje y medias escocesas. Los adornos son muy modestos: decenas de mates, algún que otro florero y un diminuto árbol de navidad blanco acomodado arriba de una mesita. Las persianas están todas bajas.
"Encontrar agua caliente en la cárcel de Marcos Paz era un milagro alemán", dice el ex sindicalista bancario antes de despedirse. Zanola, que durante casi tres décadas supo ser uno de los gremialistas más poderosos de la Argentina, cayó preso a fines del 2009 por orden del juez Norberto Oyarbide, que lo acusó de formar parte de una asociación ilícita en el marco de la denominada "mafia de los medicamentos", una de las causas más resonantes de los últimos años que aún no tiene fecha de juicio, en buena medida, por las negligencias con las que el magistrado manejó la investigación. Zanola fue el primer dirigente de peso en sufrir la prisión preventiva, de moda por estos días. Pasó por Devoto, Marcos Paz y Ezeiza. Estuvo adentro dos años y un mes, al igual que su mujer, Paula Aballay, que amablemente ofrece café y que no tutea al ex jefe de La Bancaria.
Zanola ahora tiene 83 y tramita su jubilación. Aunque asegura que todavía no está retirado. Que se mantiene "no en las sombras, si no a un costado". Que la "mafia de los medicamentos" fue una maniobra para correrlo del sindicato y la obra social, que Oyarbide es un "sinvergüenza" y que fue un "instrumento", y le da veracidad, siete años después, a las insistentes versiones que dieron cuenta en aquel momento que desde el juzgado le habían pedido plata para otorgarle la prisión domiciliaria. Un secreto a voces que, en definitiva, involucra a una buena parte de los despachos de Comodoro Py. Zanola, de hecho, reconoce que pagó por la libertad de su mujer.
"¿Puso plata?", se le pregunta. "En su momento sí. Por Paula. Y al principio", responde con el mismo tono de voz pausado que tendrá durante toda la entrevista, que solo se interrumpe por una constante tos que lo persigue desde hace tiempo. "Es el EPOC", se excusa.
– En aquel momento circuló una insistente versión de que Oyarbide le había pedido una importante suma de dinero para dejarlo en libertad.
Directamente Oyarbide no. Que tuve pedidos al poco tiempo, no se si enviados por él, aunque algunos de los personajes que venían vino con la módica suma de 4 millones de dólares.
– ¿Era para que Oyarbide le otorgara la prisión domiciliaria?
Sí.
– ¿Y quién fue el que le hizo el ofrecimiento?
Un abogado que yo conocía y que no me dijo que venía de parte de Oyarbide. Ya desde el primer momento le dije que bajo ningún concepto. Lo que elevó Oyarbide es un despelote.
– ¿Qué opinión tiene de él?
Mala. Mala, mala. Oyarbide para mí fue un instrumento con condiciones naturales muy particulares.
– ¿Por ejemplo?
A mí me tendría que haber dado hasta por edad la prisión domiciliaria de entrada.
– ¿Qué recuerda de sus días en la cárcel?
En Ezeiza me pasé 14 meses en la parte médica, en habitaciones que son de tres por tres metros como mucho. En Ezeiza y en Marcos Paz me trataron bien, y sin la "manga". Como mucho un atado de cigarrillos o algún faso, pero tenía a todos los clientes ahí metidos. Me respetaron. Cuando me fui, según me comentaron, el jefe de servicio dijo "se fue un señor". Yo nunca he sido un tipo que me pongo jineta y me considero que soy Gardel. No es que no tenga mi cuota de orgullo o mi cuota a lo mejor de no considerarme que soy como cualquier tipo que anda por la calle. Pero con el personal yo traté siempre correctamente, nunca me pasé de vuelta. Y las pocas veces que pude ver un partido era porque me llevaban ahí en el lugar donde se reunían ellos, y ahí me dejaban ver el partido. Las pocas veces que salí a dar una vuelta por el patio que estaba al lado también fue por voluntad de ellos, nunca por orden de arriba.
– Usted antes de caer preso era uno de los sindicalistas más poderosos de la Argentina.
En Devoto es otra cosa. En Devoto te mangan todo. Pedís un atado de cigarrillos y tenes que dejar dos. Y así sucesivamente. Lo mismo le pasa a las visitas. Es muy dura la situación de Devoto. Ahí el amigo Oyarbide me mandó a pabellón. No tuve problemas ahí tampoco, por lo menos al principio. Y después lo de esperar fundamentalmente las visitas. Lo de Soledad (la hija de su mujer) ha sido maravilloso. Bancarse algo así para una mujer es muy duro, más teniendo a la madre y a mí. Eso lo esperaba bastante. En general me encerraba en mi mismo. Soy un tipo introvertido en muchas cosas. En mis libros. Me enojaba cuando los diarios tardaban más de dos días en traérmelos. En Ezeiza por lo menos había un buen servicio médico. Por ahí charlaba con alguno. El día que me comunicaron que salía dormí una siesta de una hora.
– ¿Y qué me quiere decir con eso?
No es que no me interesara salir. Pero mi mayor obsesión era que bajo ningún concepto yo saliera antes que Paula. Me vinieron a plantear, plata de por medio, de que saliera yo por razones de edad y no les di bola. Esto fue mucho más adelante. Les contesté: "¿Paula queda de rehén?".
– ¿Y puso plata?
En un momento sí. Por Paula. Al principio.
– ¿Y qué pasó con esa plata? ¿No cumplieron el trato?
No es que no cumplieron. Salió quince días y después la metieron de nuevo por blanqueo de dinero, que después lo dejaron sin efecto. Lo de Paula fue una forma de presionarme a mí en forma indirecta como para que yo me abriera. Me querían borrar del sindicato. A nosotros nos llevaron a un nivel de agotamiento tal que prácticamente no teníamos salida. A lo mejor en eso fui un poco cabeza dura, contra un poder que es mucho más fuerte que yo, especialmente los bancos, no todos, especialmente los extranjeros, y no todos. Tenían una posición evidentemente en hacer bolsa la obra social.
– ¿Usted cree que si ponía plata podía salir antes?
Hay mucho aventurero en esto. Yo sé que se maneja mucha plata en la Justicia. Ya lo decían los chinos, "cuando había abogados y médicos que andaban en carrozas era porque el mundo estaba mal". Yo soy abogado (ríe).
– Le vuelvo a preguntar por Oyarbide. ¿Directamente él o alguien vinculado a él le pidió plata?
Puede ser que el episodio de los 4 millones de dólares haya venido por la parte de él. Oyarbide, en la segunda indagatoria, le dije que las dos cosas que faltaban de los cargos por los que me acusaban eran la muerte de Kennedy y las torres gemelas. Ahí se enojó del todo.
– ¿Y ahora qué le diría al ex juez?
Que es un sinvergüenza. Lo mínimo. Yo no me manejo por rencores, pero tengo buena memoria. Muy buena memoria. Hubo otros que siguieron el circo, como hoy parece que están siguiendo el otro circo.
– ¿Habla de otros jueces?
Sí.
– Macri finalmente fue quién le aceptó la renuncia a Oyarbide.
¿Por qué?
– Le pregunto a usted.
Para mí es un desatino total, salvo de que él tenía una causa pendiente, algo pasó.
– Usted dice que por algo le aceptaron la renuncia.
Casualidad no puede ser. A lo mejor el que negoció todo eso fue (Daniel) Angelici, que por otro lado es el operador de más valor que tienen en la Justicia, por encima del ministro.
– ¿Se hace cargo de alguna de las denuncias? Está acusado de asociación ilícita en el marco de la mafia de los medicamentos.
No. Qué cometí errores, no me cabe duda. ¿Sabe donde estoy afiliado yo? A la Obra Social Bancaria. Mi esposa legítima falleció el 9 de octubre en el Policlínico.
– ¿Y las denuncias por adulteración de medicamentos?
A veces me ha llegado de que algunos de esos teóricos medicamentos adulterados fueron otorgados mismo dentro del juzgado. Cierto o no cierto…
– ¿Usted dice qué el juzgado era parte de la maniobra?
Sí. Y cobró. Alguien le dio plata.
– ¿Al juez?
No se si al juez. Pero a Dessal también. (N. de la R.: Se refiere a Hugo Dessal, que integraba en aquel momento la comisión interna del Banco Nación y que fue uno de los principales denunciantes).
– ¿Y según usted de quién fue la maniobra?
Esta es una historia vieja respecto de la obra social. Desde que me hice cargo de la obra social no hubo gobierno que no intentara meter la mano y quedarse con la obra social.
– Pero entonces, según usted, ¿quién lo mete preso?
Hubo gente del Gobierno. No Cristina.
– ¿Néstor Kirchner?
Néstor puede ser. Néstor puede ser. Tengo otros, no quiero dar nombres porque todavía lo tengo que comprobar, y además algo me estoy reservando para la acción judicial, pero hubo varios que colaboraron en este tema. Y algún banquero importante.
– ¿Y Hugo Moyano? Usted en su momento le dijo a la Revista Noticias cuando estaba preso que Moyano no había hecho lo suficiente para ayudarlo.
No hizo nada. Moyano no hizo absolutamente nada.
– ¿Nunca más habló con él?
No hablé nunca más. Iban a venir una vez, me dijeron, (Carlos) Zannini y Moyano a verme. Tres o cuatro días después murió Kirchner, en octubre del 2010. Y después nunca más. Se que mandó de que había ido el abogado de Moyano a plantear de que si yo daba un paso al costado… Al abogado le dije "usted en las cuestiones políticas no se meta, usted está para las cuestiones legales".
– Usted en su momento contó que (Julio) De Vido fue a visitarlo a la cárcel.
No fue a visitarme, me mandó mensajes.
– ¿Y ahora que De Vido está preso?
No me he ocupado. Yo con De Vido tenía una relativa buena relación, pero tampoco se calentó mucho. (Daniel) Scioli por lo menos preguntaba por mí. No es que se haya jugado la vida, pero preguntaba por mí.
– ¿Cómo ve hoy a la CGT y al sindicalismo?
Mal, mal. Creo que por encima de los que aparecen en primer nivel los que manejan siguen siendo los mismos desconocidos de siempre que fueron oficialistas con todos, desde los "milicos" para adelante.
– ¿A quiénes se refiere?
(Carlos) West Ocampo, aunque no anda muy bien, Armando (Cavalieri), (José Luis) Lingeri.
– ¿Habla con ellos?
En absoluto, con ninguno.
– ¿En su momento tuvo relación con Mauricio Macri?
Si, bastante, por la AFA. Hicimos una relativa buena relación.
– Macri llamó varias veces "mafiosos" a los sindicalistas.
No se puede generalizar. Yo tampoco me pongo en santo ni nada por el estilo, ni hago apología de que todos los demás son malos y yo bueno. Pero me parece que esto de generalizar es lo mismo que decir que todos los "milicos" son malos, que todos los curas son malos. Que evidentemente dentro de su concepción a él no le gustan los dirigentes sindicales, no me cabe la menor duda. ¿Pero a qué político le gustan los dirigentes sindicales? En definitiva el gremialismo le vino a sacar clientela a los partidos políticos, de cualquier color.
– ¿Usted cree que Moyano puede ir preso?
No creo.
– Omar Suárez, ex líder del SOMU, dijo hace poco en una entrevista que Moyano era uno de los que estaba detrás de su detención, algo parecido a lo que usted dijo en su momento.
Omar Suárez decían que era el dirigente preferido de Cristina… Cristina es un producto de la clase media argentina, no le gustan los dirigentes con campera, no ama a ninguno de esos. Creo que Moyano y su hijo Pablo son una dupla, policía bueno y policía malo. Pero de ahí a ir preso, no lo veo por el momento. Por el momento…
– ¿Cómo se lleva con el triunvirato de la CGT?
Con (Héctor) Daer me llevo bien, los dos somos hinchas de Huracán. Bueno, Oyarbide también era hincha de Huracán, Dios mío. Con Daer siempre he tenido buena relación. Con West tuve muy buena relación, después nos peleamos.
– Hoy están presos De Vido, Zannini, Ricardo Jaime, Amado Boudou, entre otros. ¿Qué les diría?
Que dentro de sus posibilidades mantengan el ánimo firme. A lo mejor yo tengo la gracia de Dios, o más que eso, una tranquilidad de conciencia, lo mismo que Paula, que se aguantó dos años. Yo no soy ni mejor ni más macho que ninguno. Lo único que tenes que mantener es no caerte dentro de la cárcel.
– ¿Usted no cayó?
Por suerte no.
– ¿Estuvo cerca de caer?
Hay momentos de depresión. No puedo decir de que un día haya tenido ganas de llorar o alguna cosa así. A lo mejor las páginas me permitían escaparme y andar pensando en otras cosas. No estaba pensando en la causa todo el día.
– ¿Cómo es su relación con Sergio Palazzo, actual secretario de La Bancaria? En su momento él lo apoyó, y después tuvieron un quiebre.
Hoy mantengo diálogo con Palazzo. Entre lo que hay, sin descalificar a nadie, no es brillante pero es muy laburador, no es tonto.
– ¿Lo consulta?
A veces consulta. Estuvo cerca de Moyano bastante tiempo, hoy más con Pablo. A veces no lo entiendo, tomó posiciones muy partidarias cuando es un hombre de extracción radical. Pero en algunas cosas que patalea hubiera pataleado yo a cuatro manos. Yo tengo un diálogo bastante fluido.
– ¿Sigue teniendo injerencia en el sindicato?
No, a esta altura del campeonato, no. Políticamente puede ser, más adelante y si el cuero me da, y según como vengan las condiciones. Pero en el sindicato no. En algún aspecto, sin soberbia, soy una figura mundial. A mí hasta en el Triple Crimen nos quisieron meter…
– ¿Y no tuvo nada que ver con eso?
No, no.
– Pero incluso se lo vinculó con (Ibar Esteban) Pérez Corradi, hoy preso por tráfico de efedrina.
Pérez Corradi es un personaje muy especial.
– ¿Por qué?
Era un tipo que era bastante pesado dentro del ambiente. Yo no tuve relación.
– Si hoy estuviera activo dentro del sindicalismo, ¿donde estaría parado? ¿Con la CGT? ¿Con Moyano?
Creo que en muchos aspectos sería el llanero solitario, por encima de que soy consciente de que el sindicalismo tiene que conversar con quien es gobierno en cada circunstancia, porque tiene que negociar. Pero de ahí al hecho de que la negociación se transforme en subordinación…
– ¿El sindicalismo hoy está subordinado?
Yo lo veo así. La experiencia me dice de que es un tema peligroso, porque en la medida de que estos muchachos aparezcan muy comprometidos con el Gobierno, la experiencia también me dice de que se empiezan a incendiar muchas comisiones internas, a radicalizar las cosas, y después las controla mongo, ni el gobierno, ni los dirigentes sindicales.
– ¿Conoce colegas mafiosos?
No me voy a poner a hablar de eso.